Este viernes, Semán visitó Rosario para presentar en la Usina Social Está entre nosotros, el libro que escribió junto a los académicos Sergio Morresi, Ezequiel Saferstein, Melina Vázquez, Martín Vicente y Nicolás Welschinger. Allí, los especialistas diseccionan distintas dimensiones del ascenso de Milei, como la erosión del consenso progresista, los jóvenes libertarios y las nuevas derechas, la batalla cultural y los “mejoristas”.
Hay varios errores. Había un pensamiento casi unánime de que alguien como Milei no podía ganar las elecciones. Dábamos por hecho que la presidencia iba a ser del PRO, tanto en los distintos sectores del PRO como en Unión por la Patria. Daban por estabilizadas ciertas condiciones políticas que en realidad estaban siendo dinámicas. El segundo gran problema que tiene la sociedad política ampliada _donde está la gente que está alrededor de la política, como los políticos, los consultores, los académicos, los periodistas y una parte de las militancias de todas las layas_ es que no supera el hecho de que una formación política hasta cierto punto advenediza les haya ganado. Hay una negación: no podía ganar, no ganó, y ahora que gobierna, no está pasando. Es un país donde el campo político efectivamente se transformó, y una presencia como la libertaria vino a ser parte más o menos permanente del escenario político de la Argentina. Con Milei, sin Milei, pero con ese tipo de ideas, esas articulaciones y esa intensidad política.
En alguna entrevista hablamos sobre el origen del fenómeno Milei y marcaba el conflicto con el campo de 2008, los cacerolazos contra Cristina en 2012, la pandemia. Si tuviera que ubicar un kilómetro cero de Milei presidente, ¿cuál señalaría?
El 2007 es un año clave, porque se empiezan a anudar los remanentes de la experiencia menemista que tenían añoranza por el orden de la convertibilidad. Había un peso más fuerte del mercado, que venía emergiendo producto de las contradicciones de los gobiernos kirchneristas. Se anudan una vieja experiencia y una nueva experiencia, que tiene su bautismo de fuego en el conflicto de la 125. Posteriormente, tiene una marca muy fuerte en el 2012, cuando se instaura el cepo, y empieza a haber una dificultad mucho mayor para transformar los ahorros en algo capitalizable. Eso tiene como un punto de desembocadura en el primer en el triunfo de Macri y todo eso fue transformando la conciencia de una parte de la sociedad respecto del proyecto político del kirchnerismo, que en 2011 había aparecido como el único faro. Ahora, es importante ver que cuando el kirchnerismo gana en 2007 con el 47% de los votos, que para muchos podía ser visto como una victoria tranquilizadora, Kirchner ve que habían perdido los grandes centros urbanos y que Macri había ganado la Capital, y que necesitaban un éxito político mucho más fuerte. En ese contexto, Kirchner decide avanzar sobre la renta extraordinaria de la soja para tener un gran mandato que le asegurara a él o a Cristina una gran 2011. Eso lo hace al precio de asumir un nivel de conflicto que finalmente se vuelve contra el kirchnerismo. Lo que pasa es que el kirchnerismo ve ese momento como identitario. En realidad, hay una discusión: algunos dicen que había nacido antes y ahí empezó a hundirse, y otros dicen que antes era tibio y ahí se creó una fuerza revolucionaria destinada a transformar la sociedad argentina.
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LA CAPITAL/Alfredo Celoria
En general, cuando se piensa en el fenómeno Milei se pone mucho acento en la cuestión negativa: el rechazo a la política, a la situación económica. ¿Qué valores en términos positivos logró canalizar?
En cada uno de sus puntos de rechazo hay un aspecto positivo que se pueden resumir en distintas vertientes que finalmente confluyen en la idea de libertad. Por ejemplo, que no estoy obligado a ahorrar en un producto que no quiero consumir o en el peso que se derrite como una barra de hielo y que yo con mi plata hago lo que quiero. Una cuestión que para mí es clave en el período que va del 2013 en adelante, es que la sociedad se va haciendo progresivamente una sociedad de emprendedores. Es una transformación socioeconómica que cambia las bases de la experiencia de la gente y entra en sinergia con el cambio cultural y con el cambio político. Ese cambio de la sociedad es más fácil que pueda ser interpretado en términos del valor de la libertad. Finalmente, la pandemia anuda todo: trae una controversia sobre el virus, la letalidad, la vacuna, la duración de los encierros, el tipo de terapia individual y social. En un momento donde ya todos los temas de la libertad estaban planteados los intensifica y los proyecta hacia el futuro como una bandera. Todos esos años que estoy describiendo son de estancamiento, de dificultades con el empleo y para repartir, con cada vez más conflictos, y llevan al rechazo de dos gobiernos muy diferentes, y por lo tanto al rechazo de la clase política. Todo eso también puede ser vivido y experimentado en términos de la libertad. No me parece casual que el candidato más antipolítica al mismo tiempo ponga en el centro la libertad. De hecho, me acuerdo en 2012, cuando fue la marcha del 8N, que fue una de las principales una de las principales marchas políticas que se haya visto en la ciudad de Buenos Aires, estaba planteada en términos de libertades Me pareció en ese momento, y lo escribí, que todo lo que el kirchnerismo iba dejando afuera se le sumaba en contra alrededor del tema de la libertad. Recuerdo que lo escribí textualmente, va a perder con el frente amplio de la libertad, que es la forma que finalmente tuvo el mielísmo. Un frente donde distintas facciones que tienen muchísimas diferencias igual pueden converger y convivir.
Pasemos al Milei presidente. ¿Le sorprendió algo de estos primeros 70 días que llevamos de gobierno?
Sí, incluso siendo alguien que se imaginaba que esto era posible, hay varios elementos de sorpresa. El primero es que Milei parece no distinguir y no estar afectado por la falta de distinción entre campaña y gobierno, el tipo vive en campaña permanente. Muchos podían pensar, incluso por ciertas cosas que dijo en la campaña, que iba a ser más pragmático, incluso cuando pensaba que no era un tipo capaz de aflojar en lo estratégico, nunca me imaginé que iba a imprimir a su gestión un nivel de aceleración, de conflictos y polémica permanente. Esto empieza con su discurso de espaldas al Parlamento, con la distinción entre argentinos de bien y argentinos de vaya a saber qué, sigue con la puesta en el centro de un esquema represivo que antecede al ajuste, y continúa con la ola de polémicas con actores importantes, sean de la escena política y de la cultura. En esa radicalidad y aceleración es importante el conflicto con las provincias. Para mí se retoma una tesis implícita de los gobiernos liberales en Argentina: que las provincias no son entidades políticas sino entidades administrativas, que tenés un mando central y las provincias son mandos intermedios que tienen que transmitir esa voluntad. En realidad en Argentina el momento federal es parte del pacto de gobierno y eso hace un contrapunto con el Poder Ejecutivo. Creo que una parte importantísima del conflicto político contemporáneo deriva de la imposibilidad que tiene el gobierno de reconocer a las provincias como entidades políticas.
“Milei retoma una tesis de los gobiernos liberales y no reconoce a las provincias como entidades políticas” “Milei retoma una tesis de los gobiernos liberales y no reconoce a las provincias como entidades políticas”
En este conflicto con Lali Espósito, el anuncio del cierre del Inadi, ¿hay una estrategia de aguantar el tiempo del ajuste?
Hay un tipo de estrategias que son las estrategias sin estratega. No creo que haya nadie pensando todo esto, pero hay tres o cuatro actores que deciden en la Casa Rosada y se encuentran muy cómodos en esa confrontación, en esa polémica y les funcionan cuando ellos miran las encuestas. Me parece que los reflejos políticos de Milei son más o menos los mismos desde siempre y explotan políticamente el resultado de lo que sabe hacer. Después habrá que ver si todo esto le funciona más adelante. Hay una pregunta, que habría que matizar y elaborar mejor, que se hacen los medios, de hasta dónde aguanta la gente. Un principio de respuesta es que no importa hasta dónde aguanta, sino por qué podrían seguir apoyando algo que no trae beneficios económicos inmediatos. Creo que es básicamente por el recuerdo de un pasado que uno tiene en cuenta, que no fue tan bueno y porque en general la oposición no hace más que prometer un retorno al pasado. Eso sostiene a esas personas que votaron a Milei y dicen que esto no me gusta, pero lo otro es peor.
La semana pasada Cristina difundió un documento de 33 páginas, en el que parece habilitar a medias ciertos debates que fueron tabú para el kirchnerismo, y que incluso su sector vetó durante el gobierno del Frente de Todos. ¿Cómo analiza esa vuelta a escena?
Creo que el kirchnerismo no es homogéneo y tiene distintos niveles de responsabilidad y de racionalidad. Me parece que la jugada personal de Cristina Fernández de Kirchner es que ve que la transformación del campo político que trae Milei es bastante más duradera de lo que muchos de sus seguidores supone. Al mismo tiempo abre puntas, sin resolverlas deliberadamente, y le dice al presidente “nosotros podemos hablar de esto con usted”. También se da cuenta de que hay un vacío y le avisa al peronismo que sigue estando y a les dice a sus seguidores que no se retiró y que sigue conduciéndolos. Ese es un primer análisis de la racionalidad posible de la jugada de Cristina, que incluye este elemento que vos decís, el poder discutir cosas que el kirchnerismo antes no discutió. Eso tiene que ver con que probablemente la oposición, y no sólo el kirchnerismo, necesite renovar diagnósticos, repertorios y figuras. Lo que hace Cristina es renovar por lo menos el diagnóstico y en parte los repertorios, y hay que ver si eso habilita el cambio de figuras. Ahí aparecen otros niveles de la política. El kirchnerismo está siempre esperando que Cristina tenga todas las palabras, nadie se anima a plantear un contrapunto e ir hacia un movimiento de renovación. Finalmente, se crea una inevitabilidad de que ella es la jefa y tiene los votos y hace lo que quiere. Es algo que ya ha pasado. La pregunta es si volverá a suceder o habrá una renovación.
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Pensando en las posibles consecuencias de esta experiencia algunos se centran en lo institucional, por ejemplo en una deriva autoritaria a lo Fujimori. Otros ponen el foco en lo económico, por ejemplo la dolarización. ¿Cuál le parece el mayor riesgo de este gobierno para el futuro del país?
Me parece que son las dos, no podría jerarquizarlas. Las dos me parecen terribles. Las experiencias de dolarización que se conocen en el mundo han sido de consecuencias oprobiosas para las poblaciones, y en general terminaron con el derribo de los presidentes. Además, eso ocurrió en sociedades menos complejas y más chicas que la Argentina. Antes que una solución sería una fuente de problemas y de conflictos. Y, desde luego, cualquier alternativa a lo Fujimori también sería muy dañina. Al mismo tiempo, no veo que vaya seguro a ese camino. Puede ser que Milei en su imaginación lo tenga en cuenta. Uno podría decir que coquetea con eso, y que las ofensas del parlamento tienen que ver con un permanente, pero tampoco es necesario que ocurra ni están dadas las condiciones para que suceda. Una pregunta es cómo definirá finalmente Milei el tránsito de su mandato. En principio, lo que parece pasar es una estabilización muy cruel basada en generar una inflación altísima y después una recesión profundísima, y que con eso Milei tenga una propuesta electoral competitiva para las elecciones del 2025. Y si todo eso funciona podría racionalizarse un poco, antes de cerrar el Parlamento o más allá de la tentación de la dolarización. Hoy el panorama está abierto. Hay muchos actores pensando en negociaciones, en el encuentro, y en principio quien más obstaculiza esos puntos intermedios es el propio Milei. Por eso todos sospechan que irá hacia lo más radical posible.