Parados en un escenario con pronóstico de paridad electoral e inéditamente dividido por el hartazgo y el miedo, cerca de 36 millones de argentinos en condiciones de votar participarán hoy de la segunda vuelta que definirá al presidente que conducirá los destinos de la Argentina en los próximos cuatro años.
De cara a un balotaje en el que ambos sentimientos podrían ser factores determinantes del resultado, sólo participarán de la puja en las urnas las fórmulas presidenciales de los dos frentes más votados en las generales del 22 de octubre pasado. Por eso, los argentinos que entren al cuarto oscuro únicamente tendrán a mano las boletas de los binomios de Sergio Massa-Agustín Rossi (Unión por la Patria, UP) y Javier Milei-Victoria Villarruel (La Libertad Avanza, LLA).
En la recta final, tanto Massa como Milei hicieron su aporte para cimentar una confrontación de modelos y anímica: discursos centrados en el temor por un eventual salto al vacío y demolición de los límites institucionales, amplificados por Massa y dirigentes de la coalición oficialista, o en el voto castigo al gobierno nacional y el antikirchnerismo duro, en boca de Milei y sus laderos ultraliberales.
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Cerrada la campaña, Milei y Massa protagonizan un duelo electoral que alumbrará al próximo presidente.
Foto: AP.
La segunda vuelta encuentra a Massa al frente de una remontada histórica desde las Paso de agosto —en las que su rival fue el más votado—, cargando la mochila de ser el ministro de Economía de un país con una inflación superior al 140 por ciento anual, diferenciándose del Ejecutivo saliente y abriendo el juego de seducción hacia otras fuerzas que quedaron al lado del camino para construir, a partir del 10 de diciembre, un gobierno de unidad nacional. Y, por sobre todas las cosas, capitalizando el miedo hacia la otra vereda.
A su vez, el balotaje recibe a un Milei que irrumpió en modo outsider en la Argentina, con solo dos años de experiencia en un cargo público -diputado nacional-, para ponerle fin a la “casta” política. Pero, tras la primera vuelta que proclamó ganador a Massa, terminó aliándose con el ex presidente Mauricio Macri (quien, de ese modo, dejó en coma a Juntos por el Cambio, JxC) con la esperanza de que, emprolijando el hilo discursivo -que tomo para sí la ya utilizada idea de “cambio”-, aumenten sus posibilidades de desalojar al peronismo de la Casa Rosada. El León guardó sus garras y la motosierra, aunque no dilucidó un par de interrogantes: equipo y diseño de gobernabilidad en caso de ganar.
Esprint final
Durante la campaña, y a su modo (uno con perfil profesional y el otro con impronta amateur), Massa y Milei también apuntaron hacia el interior del país, el sector productivo por fuera de la provincia de Buenos Aires. Allí tomaron cuerpo Santa Fe y, especialmente, Córdoba, un distrito que (como en 2015) puede volver a ser determinante.
La agenda temática se repartió entre la espiral inflacionaria en la Argentina, talón de Aquiles oficialista, y las polémicas acicateadas por Milei en torno a la compraventa de órganos, la libre portación de armas y una eventual transformación de los clubes de fútbol en sociedades anónimas en caso de imponerse en las urnas. Siempre en el borde y con la creencia de que una mayor inestabilidad general incrementa las probabilidades de modificar lo establecido.
Al mismo tiempo, la atención pública fue acaparada por las encuestas, los respaldos cosechados por cada candidato a nivel nacional e internacional y los ecos en redes sociales y en la calle del último debate presidencial.
Pocos días antes de la segunda vuelta, entre las filas LLA abonaron las dudas con sus sospechas de un “fraude colosal”. Pero el viernes, al presentarse su apoderado ante la Justicia, no precisó los supuestos hechos y reconoció que no tenía pruebas para aportar.
No obstante, la Cámara Nacional Electoral (CNE) convocó este sábado de urgencia a los apoderados de Unión por la Patria y La Libertad Avanza para “preservar la convivencia democrática”.
En ese sentido, el secretario de Actuación Electoral de la Cámara, Sebastián Schimmel, estimó que la definición del balotaje “será con un resultado parejo", por lo que reconoció que en ese escenario “es cuando el sistema se tensa y entran en juego todos los reaseguros que tienen las dos agrupaciones” para garantizar el proceso.
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El ganador de la segunda vuelta será el que obtenga mayor número de votos afirmativos válidamente emitidos. Es decir: resultará electo presidente quien triunfe en los comicios sin importar la diferencia entre ambos candidatos.
Cuando los 2.818.820 santafesinos habilitados (tercer distrito electoral del país, 7,86 por ciento del padrón nacional) concurran al cuarto oscuro, únicamente accederán a las boletas -incluidas las que tienen fecha 22 de octubre- de las dos fórmulas que aspiran a los cargos de presidente y vice para el periodo 2023-2027. A diferencia de la generales, las papeletas tendrán un solo cuerpo.
Otro foco de expectativa se posará sobre la respuesta ciudadana a la convocatoria electoral, dada la tentación de viajar en el penúltimo fin de semana largo del año antes de las Fiestas.
Historial
La Presidencia de la Nación se definirá en un balotaje por segunda vez en la historia política del país tras el antecedente que, en 2015, protagonizaron Daniel Scioli y Macri. Aunque en el último medio siglo estuvo a punto de regir en otras dos oportunidades (2003 y 1973).
La Argentina tampoco escapa a la tendencia registrada en los últimos tres años en países de América latina de definir a sus gobiernos en segundas vueltas electorales. El ejemplo más resonante fue el balotaje que en Brasil ubicó por tercera vez en la presidencia al líder del Partido de los Trabajadores (PT), Luis Inácio Lula Da Silva.
De la segunda vuelta participarán obligatoriamente todos los ciudadanos a partir de 18 años y hasta los 70. Esto aplica a los inscriptos en el padrón nacional electoral. Entre los 16 y los 18 años, el sufragio es optativo, al igual que a los mayores de 70.
En tanto, fueron desplegados a lo largo y ancho del país más de 86 mil efectivos para la custodia y seguridad del proceso. El operativo cubre 16.888 locales de votación, donde están habilitadas 106.160 mesas para sufragar.
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La Dirección Nacional Electoral (Dine), en tanto, aseguró que los resultados del balotaje presidencial se conocerán a partir de las 21.
La votación también le bajará el telón a un calendario electoral sin tregua -arrancó en febrero- en territorio santafesino durante 2023. Fueron cinco comicios en total, dos de ellos a nivel provincial.
Nada menos que a 40 años de la recuperación de la democracia en la Argentina, el futuro presidente, además de corregir el rumbo de una economía que zozobra, deberá afrontar otros dos desafíos urgentes: recomponer el tejido social y aquietar las aguas políticas.
Llega ahora el turno de una instancia en que cada voto es vital para cada frente político. El resto es historia a punto de ser escrita.