Felisa Miceli, la ex ministra de Economía que acaba de ser procesada por la bolsa de dinero
encontrada en su baño privado, aseguró que pecó de ingenua, afirmó que prefiere “terminar
condenada y seguir sosteniendo que es inocente” y advirtió que hubo un complot en su contra
por los “intereses que tocó en su gestión”.
Si bien señaló que hubo varios perjudicados, Miceli sólo identificó al
grupo Greco, los empresarios mendocinos que lograron que la Justicia ordenara una indemnización del
Estado de más de 500 millones de pesos, un pago que ella frenó por entender que la deuda había sido
dispuesta por funcionarios no autorizados.
A la espera de los pasos de su defensa tras el procesamiento en su
contra, la ex ministra sostuvo que “el circo que se montó” primero sobre la bolsa con
241 mil dólares y luego sobre la permanencia de su custodia “demuestra que fue todo
armado” y advirtió que después de meses de “hostigamiento” no pudieron acusarla
de cohecho o enriquecimiento ilícito.
—¿Cuáles son los próximos pasos? ¿Apelará la medida?
—Vamos a buscar la forma jurídica de revocar esto. Es una causa
totalmente armada sobre una cuestión normal, un dinero personal que provenía de préstamos
justificados. Se montó todo esto de una manera inédita y nunca vi tanto hostigamiento a un ministro
por cosas que afectaron los interés populares y nacionales. Esto no perjudicó a nadie más que a mí,
pero fue permanente este hostigamiento desmedido. Lo de la bolsa pudo haber sido un motivo de mi
renuncia pero de ninguna manera lo que vino después con la custodia, cuando todos los ministros de
Economía (tras una gestión) la tuvieron. Que se haya montado todo un circo alrededor de este tema
da la pauta de que está todo armado.
—¿Armado por quién?.
—Creo que tiene que ver con los intereses que toqué en mi función.
Fui ministra y puedo caminar por la calle porque nadie tiene nada que reclamarme. La gente me frena
para darme fuerzas. No tengo en mi gestión nada de qué arrepentirme o de qué hacerme cargo. No
incautamos los ahorros de la gente sino que brindamos soluciones, no generamos desempleo, no
endeudamos al país.
—¿Pero eso a quién afectaría?
—En el Ministerio estábamos haciendo un cambio en la mecánica de
pago de bonos por sumas millonarias, como ocurrió en el caso Greco. Paramos un pago de 600 millones
de pesos, incluso corriendo el riesgo de multas personales a los funcionarios que no cumplieran con
la manda judicial. Pero sacamos a 12 abogados, iniciamos sumarios internos y a mí no me parece
casualidad que después de que me fui del Ministerio un juez haya sacado un embargo para que esos
bonos estén disponibles. No me sorprendería que en poco tiempo se vuelva a insistir con el pago de
estos 600 millones.
—¿Sospecha de gente del área jurídico ligada algún ex ministro?
—No me gusta acusar con nombre y apellido cuando no tengo pruebas
concretas. Lo que digo es que acá hay un entramado de estudios jurídicos y personajes que se mueven
en este mundo y que fueron afectados. Con 600 millones de pesos hay mucho para repartir.
—Pero aunque haya sido una operación, la plata estaba...
—Era para comprarme una casa, para firmar un boleto. Nunca dejé
plata allí, era una cosa extraordinaria, un préstamo que llevé al Ministerio para poder
bancarizarlo y ese día, como no tuve tiempo, lo deje ahí y de eso provino todo.
—La jueza María Servini de Cubría entiende que su versión no es
creíble y que su hermano la pudo haber prestado como “coartada”.
—Eso es una opinión. Cuando los testigos declaran sobre los
ladrillos (de dinero), nadie recuerda que tuvieran código de barras ni logotipos del Banco Central.
No se tomaron en cuenta esos testimonios que son favorables a mí. Hilvanaron e hicieron deducciones
de algo que no lo pudieron comprobar. Acá me dictan el procesamiento por encubrimiento de
operaciones irregulares y la sustracción de un acta que yo la di a conocer a la prensa.
—Después que estalló todo...
—Antes no veía ningún motivos para hacerlo. Por qué debiera
haberse hecho antes. No le di importancia. Hubo gente que me dijo “por qué no dijo que se lo
plantaron” (al dinero). En el tema del acta está claro que la única que se perjudicó soy yo.
¡Cómo voy a sustraer algo que después me perjudico! La di a la prensa, se traspapeló.
—Pero la jueza dice que, con ese acta, usted quería evitar que se
supiera que el dinero habría salido de una financiera. Se hablaba incluso que habría sido una coima
del Banco Hipotecario.
—Eso fue otra infamia en donde no se pudo probar absolutamente
nada. Me hostigaron a mí y a toda mi familia durante estos siete meses y no pudieron ni encontrar
siquiera algo para culpabilizarme: no me están juzgando ni por cohecho ni porque recibí una coima,
ni por corrupción, ni por enriquecimiento ilícito. Me procesan por encubrimiento de algo que no sé
qué es.
—¿Usted dice que pecó de ingenua por no prever las consecuencias
de esto?
—Creo que las cosas se van a terminar aclarando porque hubo
elementos que no fueron tomados en cuenta... Vamos a ver cómo nos va. Prefiero terminar condenada y
seguir gritando que soy inocente. Esto es una causa absolutamente injusta, que me indigna y que
para mí sigue siendo totalmente armada.