La idea del peronismo de expulsar a la diputada Amalia Granata no encuentra apoyo político en el resto de las bancadas de la Cámara de Diputados de la provincia (el socialismo, la UCR y el PRO se oponen), por lo que el proyecto va a naufragar en todas las instancias legislativas antes de llegar a la sesión de este jueves. Igual, el PJ buscará introducir el tema “sobre tablas” con la intención de debatir el asunto en el propio recinto y exponer públicamente así los bochornosos comentarios de la legisladora.
Las tres bancadas que componen el interbloque oficialista habían tratado de convocar a una sesión especial para tratar el tema Granata. Fue el mismo viernes, horas después del atentado contra Cristina Kirchner, luego de que la diputada de Somos Vida expresara en las redes sociales que no hubo intento de magnicidio, sino una “pantomima” diseñada por el kirchnerismo para que la vicepresidenta de la Nación suba en las encuestas.
Como la Presidencia de la Cámara ni siquiera habilitó el posible tratamiento ni la convocatoria, la diputada Paola Bravo (Lealtad Kirchnerista) ingresó otro proyecto de resolución donde solicita la exclusión de Granata de Diputados. El pedido lo fundamentó en el artículo 50 de la Constitución provincial, que habla de “desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones”. La acompaña con su firma su colega Matilde Bruera, quien preside el bloque.
“Debemos recordar que diputados deben manejarse en el desempeño de sus funciones con el debido respeto y decoro, salvaguardando la principal herramienta política en un estado de derecho que es la democracia. La transmisión del discurso de odio, la falta de mesura y prudencia, no merece menos que debatir su destitución del cuerpo legislativo porque entendemos que personas así no pueden representar a los ciudadanos votantes”, señala entre los fundamentos el proyecto ingresado por la diputada Bravo.
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La legisladora peronista dice que su par Granata “colabora con la construcción del odio a las instituciones y la anti política con comentarios públicos donde solo manifiesta que un hecho tan grave como lo sucedido contra la vicepresidenta, es una puesta en escena al solo efecto de victimizarla y que la misma ascienda en las supuestas encuestas públicas”.
“La seriedad del caso y la coyuntura política _prosigue_ no puede permitirse absorber comentarios repulsivos que aviven una crisis de magnitudes desopilantes, como las que ya vivió la República Argentina en los años donde la muerte y la masacre de las personas se vio atada a este odio vigoroso contra las instituciones. La facultad disciplinaria de la Cámara debe aplicarse en estos casos, ya que el desorden de conducta de la diputada Granata, con la ignominia, cinismo con el que se dirige al publico, no es más que provocador de odio y muerte, ya la gran mayoría de nuestro pueblo, se manifestó por Nunca Más, hoy lo reafirmamos.”
No pasará
“Este proyecto no pasa Labor Parlamentaria (la reunión que hacen los presidentes de los bloques para definir y ordenar el temario de la sesión). Ahí se termina”, afirmó a La Capital Julián Galdeano, presidente de la bancada de Juntos por el Cambio.
“Ya expresé mi condena a lo que dijo Granata. Pero no se puede expulsar a un miembro de la Cámara por lo que opina públicamente”, sentenció también a este medio Maximiliano Pullaro, jefe del bloque UCR-Evolución.
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Con excepción del PJ, todos los bloques de la Legislatura santafesina se mostraron en desacuerdo con el pedido de expulsión de Granata, a la par de que condenaron los dichos de la legisladora de Somos Vida.
Lejos de retractarse, y con el pedido de expulsión sobre su cabeza, Granata fue por más y subió el pulso de su ofensiva contra la vicepresidenta y el kirchnerismo con un tono enfático y también amenazante.
La saga de Granata comenzó con ese tuit en la madrugada del viernes (a pocos horas de que le gatillaran en la cara a Cristina) diciendo que era una “pantomima” para “victimizarse”.
La siguió el sábado con dos entrevistas, una por televisión y otra por una radio porteña.
“Reconozco la inteligencia de Cristina, pero es una mujer capaz de hacer de todo. Se los fuma a todos en pipa”, declaró Granata en un programa de Crónica TV, dejando entrever que el intento de magnicidio fue una escenificación pergeñada y ejecutada por una mente extraordinaria y perversa como la de la vicepresidenta.
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Luego, en un programa de radio de Marcelo Polino, el periodista de espectáculos, Granata volvió a encenderse con una serie de amenazas que sonaron a extorsión “No me busquen, porque miren que voy a empezar a hablar de todos sus chanchurrios, voy a empezar a hablar de sus amantes, miren que conozco todo lo que pasa”, señaló. Y agregó: “Sé todo en lo que andan, y voy a meterme no solo con sus amantes, también con sus familias, madres, hijos, con todos... No se olviden que además de política soy periodista e investigo”.
Granata completó su faena replicando en su cuenta de Twitter una noticia falsa. “El sicario”, escribió la diputada como encabezado a una foto donde señala a un joven militante peronista como el autor del intento de asesinato. Antes, había pedido la liberación de Fernando Sabag Montiel, el principal acusado de gatillar el arma. “Suelten al perejil”, escribió.
Toda esa cadena de boutades y el pedido de expulsión no inquietaron en lo más mínimo a Granata. Sabe por sus asesores y por las conversaciones que mantuvo con otros diputados por estos días que es casi imposible que prospere la iniciativa del peronismo de expulsarla de la Cámara.
El PJ, o al menos Bravo, intentará el jueves reclamar una “moción de orden” para exponer en el recinto el repudio a las palabras y actitudes de Granata, quien tendría asegurada su continuidad en la Cámara de Diputados de la provincia.