El clímax del conflicto político madura en Diputados: ya se deja ver el fin de la etapa donde el Frente de Todos (FdT) le pedía permiso a la oposición parlamentaria y mediática para tratar ciertos temas. A diferencia del Senado, en la Cámara baja Juntos por el Cambio (JxC) se aferró durante cinco meses al funcionamiento acotado. Pero el ejercicio de veto al tratamiento de los temas llamados conflictivos (al interés opositor), todo indica, ya no será tolerado por la fuerza oficialista.
La puesta a rodar de la reforma judicial en las comisiones respectivas, así como apurar el tratamiento del finalmente ingresado proyecto de ley de aporte solidario (antes impuesto a las grandes fortunas), no soporta más dilaciones, tanto al interior del bloque kirchnerista-peronista como tampoco a las necesidades de la Casa Rosada.
Por primera vez desde inaugurado el sistema de funcionamiento remoto, Sergio Massa llamó a sesión para mañana sin contar con la extensión en la vigencia del protocolo, vencido el 7 de agosto pasado. El macrismo quiere que le pregunten qué temas acepta tratar y cuáles no. De lo contrario, no está dispuesto a consentir otra sesión a través del Zoom propio de la Cámara. Que, hasta el momento, demostró una razonable eficiencia.
La convocatoria para mañana, que está firmada por el oficialismo y también por una buena cantidad de bloques minoritarios, aunque no por JxC y ni por los dos representantes de la izquierda trotskista, desde ya no incluye temas especialmente irritantes para nadie.
Sin embargo, lo que estará en disputa será, precisamente, la facultad del pleno de darse a sí mismo la interpretación sobre cómo prorrogar la vigencia del protocolo. Se sabe, cuando las Cámaras ingresan en un laberinto de interpretación reglamentaria, la solución final pasa por quién cuenta con las 129 voluntades para generar el quórum y luego votar con esa mayoría cómo debe aplicarse el reglamento.
El oficialismo recorrerá ese camino, salvo que JxC, previamente, negocie no entorpecer. De ahí en más, y tal cual amaga la oposición, judicializar una decisión tomada en una sesión certificada con 129 presentes, o más, forma parte de una quimera que nadie seriamente recorrerá.
Otro desafío
El proyecto de reforma de la Justicia, que llegó desde el Senado, le presenta buenas y malas noticias al oficialismo. La buena: el doloroso fracaso mediático y político opositor con la vigilia y movilización promovida orgánicamente para el jueves, al momento en que Cristina Kirchner conducía la sesión. Mil personas, tal vez menos. No hubo otra 125 contra la reforma Judicial, ni siquiera cierta adversidad de sectores medios como cuando el fallido intento por Vicentin de la fuerza oficialista.
Cristina le pidió al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, previo a la sesión, que la policía “retire la vallas” que rodeaban al Congreso. “Se usan cuando se vota contra el pueblo”, sentenció. Las mil personas congregadas en torno al Congreso quedaron desnudas de soledad. Y sin vallas para golpear. CFK, de ese modo, con una votación 40 a 26 en la Cámara alta, les facilitó el camino a su hijo Máximo Kirchner (jefe de la bancada del FdT en Diputados), así como a Massa —su aliado—. Ahora será tiempo en que el dúo Máximo-Sergio pruebe, o no, su talento de conducción.
La mala noticia, al menos por ahora, es que el FdT no tiene abrochados los votos para garantizarle el quórum a la reforma judicial. Por eso, la jugada oficialista consiste en estirar el tratamiento e intercalarlo con el presupuesto 2021, que ingresará —como es norma— el 15 de septiembre próximo.
Al igual que en el Senado, la reforma a la Justicia circulará al menos un mes por las comisiones, antes de llegar al recinto. Ahí, se ilusionan en el planeta K, los gobernadores tallarán en las clásicas negociaciones de aportes de recursos para las provincias. Y algunos votos de diputados que estén dudosos se terminarán inclinando a favor de la mentada reforma.
Un meticuloso y muy experimentado diputado del kirchnerismo deslizó La Capital: “Hay que pensar en un número bien ajustado, 129 ó 130. Es el número que ya conseguimos para otras votaciones y que podríamos conseguir también para ésta. Pero es un número que hay que construir, todavía no está”.
Entre los 19 diputados nacionales por Santa Fe, la definición sobre el proyecto de reforma judicial está tomada y parece inamovible. A pesar de la todavía lejana posible sesión.
La fuerza mayoritaria provincial, JxC, que incluye al PRO, la UCR y la CC, cuenta con diez diputados. Todos, sin fisuras, negarán el quórum cuando se convoque la sesión. Y, si la sesión prospera, de todos modos rechazarán la iniciativa.
Los diputados Luis Contigiani y Enrique Estévez tomarán similar conducta que sus colegas macristas. No aportarán al quórum y luego votarían negativo. El socialista comentó a este diario que “no es momento para la reforma y, si el oficialismo avanza con el tema en sesiones remotas, sin el apoyo de la oposición, podría resultarle peor el remedio que la enfermedad”.
Por el contrario, los restantes siete diputados del FdT acompañarán sin fisuras la estrategia del bloque y votarían favorablemente la iniciativa que tuvo su origen en el propio presidente Alberto Fernández.
Presencial
En tanto, el diputado nacional Alfredo Cornejo aseguró que la UCR asistirá con todos sus miembros a la sesión convocada por el oficialismo para mañana para tratar proyectos de ley para asistir a la actividad turística y por la pesca ilegal.
“Es conveniente ir a sesionar presencial porque el protocolo de funcionamiento virtual está vencido”, justificó.