La fuerte tensión política que dominó al gobierno nacional desde la noche del domingo llegó a su punto máximo con la carta de Cristina Kirchner. Empieza otra etapa, y, se presume, un intento de recomposición en la alianza gobernante. La carta de Cristina a los ciudadanos, al caer la tarde de ayer, puso luz sobre un conflicto oscuro, algo indescifrable. La oferta de renuncias del elenco K en el gabinete de Alberto Fernández, que detonó ayer la crisis, hoy se convirtió en un elemento secundario. El conflicto no es por renuncias ni por nombres de posibles ministros; tras el fracaso electoral del último domingo, lo que discute el Frente de Todos (FdT) es el modelo económico y social a seguir, y más allá de cuánto pueda o no mejorar el desempeño electoral del peronismo el próximo 14 de noviembre.
El presidente había dejado trascender, a través de declaraciones periodísticas off de récord, que los ofrecimientos de renuncias no apuntaban a ampliar su margen de acción, sino a interpelarlo, a exigirle que actuara, relanzando su gobierno incorporando un programa económico distinto, porque el actual no consigue los resultados esperados.
Con la carta de Cristina, ahora es Alberto Fernández el que tiene la pelota en su campo. Y se espera su actitud política para cerrar el desacuerdo interno, y relanzar su gobierno.
Cristina explicó con datos precisos su disconformidad con el rumbo económico: “durante el año 2021 tuve 19 reuniones de trabajo en Olivos con el presidente de la Nación. Nos vemos allí y no en la Casa Rosada a propuesta mía y con la intención de evitar cualquier tipo de especulación y operación mediática de desgaste institucional. Siempre le plantee al presidente lo que para mí constituía una delicada situación social y que se traducía, entre otras cosas, en atraso salarial, descontrol de precios -especialmente en alimentos y remedios- y falta de trabajo, sin desconocer, obviamente, el impacto de las dos pandemias: la macrista primero, y la sanitaria a los 99 días de haber asumido el gobierno. Igualmente, siempre remarqué la falta de efectividad en distintas áreas de gobierno.
Alberto Fernández le habría dicho anteayer al diario Página 12, sobre la crisis con Cristina: “ella me conoce, sabe que por las buenas a mí me sacan cualquier cosa. Con presiones no me van a obligar”
En su extensa carta pública, la jefa del Senado escribió: Fui, soy y seré peronista. Por eso pensaba que no podíamos ganar. Y se lo decía no sólo al presidente. Muchos compañeros y muchas compañeras escucharon mis temores. El domingo 12 de septiembre de este año el peronismo sufrió una derrota electoral en elecciones legislativas sin precedentes. Mientras escribo estas líneas tengo el televisor encendido y leo: “Alberto jaqueado por Cristina”. No… no soy yo. Por más que intenten ocultarlo, es el resultado de la elección y la realidad. Es más grave aún: en la Provincia de Buenos Aires, termómetro inexcusable de la temperatura social y económica de nuestro país, el domingo pasado nos abandonaron 440.172 votos de aquellos que obtuvo Unidad Ciudadana en el año 2017 con nuestra candidatura al Senado de la Nación… con el peronismo dividido, sin gobierno nacional ni provincial que apoyara y con el gobierno de Mauricio Macri y su mesa judicial persiguiendo y encarcelando a ex funcionarios y dueños de medios opositores a diestra y siniestra.
Siempre según declaraciones que deslizó el presidente a la prensa en off de récord, Alberto explicó que acordó cambios en el gabinete – incluso nombres- con la actual vicepresidenta, pero se quejó, ¿por qué me apuran?, y aclara que jamás me pidió (Cristina) la renuncia de Martín Guzmán (ministro de Economía).
Sin ocultar su sorpresa, la líder política del FdT escribió: Al día siguiente de semejante catástrofe política (la derrota electoral), uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones. ¿En serio creen que no es necesario, después de semejante derrota, presentar públicamente las renuncias y que se sepa la actitud de los funcionarios y funcionarias de facilitarle al presidente la reorganización de su gobierno?
El martes 14 tuvo lugar, otra vez en Olivos, mi última reunión con el presidente de la Nación. Habían transcurrido 48hs sin que se comunicara conmigo y me pareció prudente llamarlo y decirle que tenía que hablar con él. Deje pasar 48hs deliberadamente, para ver si llamaba (debo decir que, de las 19 reuniones, la mayoría fueron a iniciativa mía). Allí le manifesté que era necesario relanzar su Gobierno y le propuse nombres como el del Gobernador Juan Manzur para la Jefatura de Gabinete.