Por Mariano D'Arrigo
Elogios. Durán Barba reivindicó a Rosario y la provincia de cara a la pospandemia.
Desde su Ecuador natal y alejado de las batallas cotidianas de la política argentina, un Jaime Durán Barba conciliador observa el tablero del poder nacional con visión periférica. En un entrevista con La Capital, el consultor político habla de todo y de todos: la pandemia, Vicentin, Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Y elogia a la provincia de Santa Fe y a Rosario.
¿Cómo está viendo la realidad política argentina de este momento?
—El primer problema que tiene la Argentina, como todo el mundo, es este virus, que es un dolor de cabeza descomunal para las ciencias. Cuando tengamos la vacuna, se habla de que podría estar para septiembre u octubre, superaremos el problema más extraño que ha vivido la humanidad. Con este virus se produjo un problema mayor que las guerras mundiales, que afectaron a 30 y a 40 países. Es el primer problema realmente universal que ha vivido nuestra especie. Y nos acostumbramos a algo siniestro.
—¿Y cómo evalúa el manejo de la pandemia por parte de las autoridades políticas argentinas?
—En la Argentina el resultado es extraordinario. Si se comparan los datos de población y cantidad de muertes de cada uno de los países, la Argentina es probablemente el que mejor manejó el problema en América. Y uno de los mejores del mundo. En gran parte, se debe a que tomaron muy temprano las medidas. En febrero pasado, (el jefe de Gobierno porteño) Horacio Rodríguez Larreta hizo una rueda de prensa sobre la prevención del coronavirus y no había ni un caso, la gente decía que estaba loco. Si usted deja que el virus se instale, como en Italia, España, Estados Unidos y Brasil, la posibilidad de controlarlo es nula y el sistema sanitario colapsa. Felizmente, hubo un buen manejo de Fernández y de la oposición, que enfrentaron en conjunto esta cosa y pusieron la vida de los argentinos por encima de sus disputas.
¿Cree que con Macri y Cristina, liderazgos que dividen a la sociedad, también se hubiera podido tomar esas decisiones?
—Hubiera sido difícil, no por Macri sino por Cristina. Macri fue el único presidente en el mundo que tuvo manifestaciones en las calles todos los días de su gobierno, quisieron derribarlo hasta que se fue. En esa circunstancia no se hubiera podido dar. La Argentina dio un gran paso, ojalá se mantenga y entendamos que la democracia significa diferencias, pero que tienen que estar supeditadas a la vida de la gente.
—¿Fernández es una continuidad del kirchnerismo o algo diferente?
—Comparto esa duda, que tiene mucha gente en la Argentina y fuera del país. Dio pasos interesantes hacia algo distinto, y él mismo es distinto: es una persona que tiene una mente abierta con su hijo, su pareja, su perro. En eso se parece a los líderes del siglo XXI. Pero también hay algunas que me asustan. La estatización de Vicentin me parece gravísima. No hay ningún país en el mundo que, en este momento, esté estatizando empresas.
—En Alemania, el Estado rescató Lufthansa y ahora controla la empresa?
—En Europa hay empresas aéreas estatales, pero que están totalmente fuera del control del gobierno. No están para dar trabajo a los punteros políticos. En general, en América latina las empresas sirven para eso.
—¿La Argentina va a hacia Venezuela, como dicen algunos sectores de Juntos por el Cambio (JxC) a partir de Vicentin?
—Espero que no, pero en la Argentina tenemos puntos de vista muy anticuados. Algún dirigente del kirchnerismo propuso hace poco que se haga una reforma agraria y se lleve a miles de personas de los cordones urbanos al campo. Esos experimentos ya se aplicaron y no funcionaron, son genocidas. No es posible que se plantee una cosa tan anticuada en la Argentina, que tiene una agricultura tan desarrollada.
—Pasaron seis meses desde el cambio de gobierno, ¿pudo hacer un balance de por qué perdió Cambiemos las elecciones?
—Siempre estuvo muy claro: por la economía. La gente no está de acuerdo con que se tomen medidas de ajuste económico. Es así en la Argentina y en todos los países de América latina. Supongo que los ajustes de Macri fueron inevitables, pero hicieron que una gran mayoría de los argentinos se enojara con el gobierno. Lo supimos siempre.
¿Cómo evalúa el presente de Juntos por el Cambio, que tiene un sector que gestiona, más conciliador, y un ala dura, sobre todo dirigentes que están en el Congreso y en el llano?
—Es bueno que haya pluralismo en todos los órdenes, y la discusión interna es sana en la medida en que sea positiva y que no se convierta en destruir al otro. Esa debe ser la relación en Juntos por el Cambio y de la oposición con el gobierno. No hay que tratar de botar al gobierno, fue elegido por cuatro años y Fernández debe cumplirlos. Hay que colaborar en lo que haga de bien y señalar la oposición en lo que haga de mal.
¿Lo ve a Macri volviendo a competir para ser presidente?
—No sé, no he hablado en las últimas semanas con él. No creo que desaparezca de la actividad política, pero no me parece que esté demasiado contento con la idea de volver a ser presidente. Contrariamente a lo que piensa mucha gente, ser presidente es algo espantoso, no se lo desearía ni a mi peor enemigo. Es una función demasiado estresante y complicada, no en la Argentina, en el mundo. No creo que Macri esté perdiendo el sueño por volver a ser presidente, pero no se puede decir con certeza cuando falta tanto tiempo.
—En los últimos días hubo varias denuncias judiciales por espionaje. ¿Cree que Macri pudo haber estado detrás de esas operaciones?
—No tengo información. Soy muy enemigo del concepto de inteligencia porque siempre esas operaciones terminan armando un quilombo, más allá de la buena voluntad o la preparación de quienes les dirigen.
—¿No cree que el ex mandatario haya sido responsable?
—No, no lo creo. Fui una persona muy cercana al gobierno de Macri y supongo que me hubiera dado cuenta. Muy bobo no soy y tengo mucha práctica.
—¿Cómo imagina la política argentina pospandemia?
—Los estudiosos de esto dicen que en los próximos diez años desaparecerán, por los menos, veinte profesiones de las más usuales en el mundo. Usted está en la provincia de Santa Fe, que es maravillosa, con una agricultura tecnificada, espectacular. Y Rosario es una de las ciudades que, curiosamente, no se fundó como era tradicional en la época de la colonia. Vivió siempre del comercio, de producir y vender productos. Ese es el futuro: producción y libertad, tecnificación y cuidar que eso no afecte la vida de la gente. Si se toman medidas como la estatización de Vicentin, la gente se va a levantar, ya no es posible hacer eso. Políticos que acompañen a la gente, que la conduzcan caminando con ella y no desde un atril son los que van a funcionar.
Por Eugenia Langone