Dos mujeres que fueron víctimas de robos perpetrados en consultorios médicos del
macrocentro durante este mes afirmaron ayer no tener dudas de que el autor de esos delitos es
Ricardo Albertengo, protagonista el martes pasado del asalto que derivó en una resonante toma de
rehenes en una clínica de Oroño al 700. Los señalamientos se hicieron en la oficina de NN de los
Tribunales provinciales.
No fueron los únicos: una víctima del robo en un instituto de psicología ubicado
en 9 de Julio al 2500, se presentó en la comisaría 6ª a señalar su convicción de que Albertengo fue
quien la despojó hace ocho días a ella y a otras diez personas. Y una ex concejala que pidió
reserva de su nombre le dijo a este diario que no vacila en que el hombre apresado hace tres días
fue quien mantuvo a más de 10 personas retenidas en una clínica de Rodriguez al 400 donde ella
estaba.
En las comisarías céntricas se acumulan diez robos a consultorios a partir de
mediados de septiembre: seis en la seccional 2ª de Paraguay al 1100 y cuatro en la 3ª de Dorrego al
100. Las denuncias insisten en la descripción de un autor cuyos rasgos físicos son similares a los
de Albertengo. Hay otros matices comunes: son hechos ocurridos a la mañana, en los que el autor
comete los delitos tras medir el terreno en visitas previas y en robos con múltiples víctimas:
profesionales y pacientes a los que despojan de dinero y celulares.
En Tribunales. La investigación por el robo en la clínica de Oroño 721 se centró
ayer en determinar cómo fue la secuencia de disparos registrada en el hall del lugar, ya que el
detenido Albertengo aseguró en su indagatoria que solamente efectuó dos disparos al piso y negó
haber participado de un enfrentamiento. Eso, en principio estaría respaldado por la inspección
preliminar del arma que llevaba el acusado. Lo que sugiere que el resto de los tiros (hubo entre 12
y 15 en total) habrían sido efectuados por la policía.
La declaración de Albertengo fue minuciosa y duró dos horas y cuarto. Llegó al
Tribunal el miércoles después de las 18, cuando en el juzgado de Instrucción a cargo de Juan José
Pazos acababan de recibir las actas policiales sobre el suceso. Una hora más tarde comenzaron a
interrogarlo. El detenido, de 41 años, respondió la mayoría de las preguntas que le formularon, se
negó a contestar otras, asumió haber participado del intento de asalto y rechazó parte de las
acusaciones.
Fue imputado de tentativa de robo calificado por el uso de arma con aptitud para
el disparo, privación ilegítima de la libertad, portación de arma de guerra y resistencia
calificada a la autoridad. Albertengo negó haber tomado rehenes en la clínica el viernes a las 10
de la mañana cuando, tras sustraer unos 1.700 dólares, se vio rodeado por la policía. "Dijo que no
tomó rehenes sino que esas personas estaban ahí y se retiraron por sus propios medios", confió una
fuente del caso. Sin embargo, las declaraciones policiales de víctimas y testigos del atraco
desmienten esa versión.
Albertengo también sostuvo que no se enfrentó a tiros con la policía, sino que
efectuó dos disparos al piso cuando estaba en el hall de ingreso que se despliega a la izquierda de
la puerta de entrada. Sostuvo que esos tiros fueron accidentales: dijo que se le escaparon en medio
de un forcejeo con personas que estaban en el lugar.
Ese punto es motivo de pericias balísticas sobre las marcas de impactos, las
armas y las vainas secuestradas. Pero en principio, el examen de la pistola 9 milímetros que
portaba el asaltante "coincidiría con su declaración", indicó un vocero judicial. Ahora se debe
determinar si los restantes disparos (se hallaron 17 esquirlas de bala) fueron efectuados por la
policía y en qué contexto.
El chip. En otro tramo de su declaración, realizada en presencia de la defensora
Graciela Sanmiguel y de la fiscal Lucía Aráoz, negó haberse tragado el chip del celular, como sí
consta en el acta policial del suceso. El documento policial sostiene que al llegar los efectivos a
la sala de espera donde se había recluido Albertengo ingirió el chip del teléfono.
Sobre esa cuestión, el detenido indicó que "no tenía teléfono". Sin embargo, en
una charla informal que mantuvo durante la negociación con la fiscal antes de entregarse, le había
dicho que el celular era suyo. Según fuentes judiciales, el aparato secuestrado sí tiene chip y
está siendo sometido a pericias.