El mensaje recibido por la propietaria de una fábrica de pastas céntricas no podía pasar desapercibido. “Medio millón de pesos en bitcoins. Te doy hasta mañana sino te rompo tu chata negra que sé donde la guardas en tu casa de dos pisos en Funes que tiene esa hermosa pileta. A tu hija la agarro a la salida de la facultad. Y te rompo todo el local. Más tarde te paso un CBU de cuenta bitcoins. No le diga a nadie porque sino te va a re caber putita”.
El texto llegó al celular de la comerciante de Paraguay al 1200. Ella respondió “Ok” cinco horas después. Quien armaba el chantaje continuó: “Aunque hoy te retiraste a tu hija la tengo vigilada. 500.000 o ya sabés lo que te va a pasar”. Diez minutos después ajustó más la exigencia. “Si para mañana no tenés la plata te voy a quemar el local y no sabés lo que va a pasar”.
El caso tuvo amplia difusión hace 40 días. Fue cuando en una cuenta de Instagram la dueña de la fábrica de pasta Morano, de Paraguay entre Mendoza y 3 de Febrero, anunció que habían decidido cerrar luego de que el viernes 28 de abril recibiera una grave amenaza.
Pero a los pocos días efectivos de la Agencia de Investigación Criminal detuvieron a una joven mujer. Era ex empleada de la fábrica de pastas. La capturaron en el marco de una serie de allanamientos ordenados por la fiscalía y cumplidos en Rosario y Pérez. En esos procedimientos también se secuestraron teléfonos celulares y armas de fuego.
La propietaria del comercio había señalado que lo que más la asustó de los mensajes fue la precisión respecto de las identidades, filiaciones y domicilios que daba quien amenazaba. Este jueves a la tarde la mujer contó en una audiencia en el Centro de Justicia Penal todo el daño que la intimidación le ocasionó. En lo económico, por el cierre del local durante dos semanas debido al miedo, y psicológico, por la violencia y el rigor del apriete.
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“Te voy a perseguir hasta debajo de tu cama”. “Tu hija pobre”. “No sabe lo que le va a pasar”. “Pobre Micaela”. De ese tenor eran los mensajes recibidos. Mientras la investigación estuvo en curso y hasta después de la detención se dispuso apostar vigilancia policial tanto en el comercio como en las escuelas de la zona.
La acusada de montar las amenazas extorsivas es Celeste Abigail K. La pesquisa fue relativamente rápida. Buscaron al usuario del número de donde se producían las llamadas. Y resultó que era la línea que había comprado la imputada que era la ex empleada. En la primera requisa le secuestraron el celular, un Samsung de color dorado, pantalla táctil astillada, batería colocada sin su tapa trasera y chip correspondiente a la empresa Personal. Era el teléfono con el que se hizo la extorsión.
Las intimidaciones comenzaron el día posterior a que la dueña del comercio le dijera a Celeste que probablemente esa jornada era la última en que iba a trabajar.
El fiscal Federico Rébola pidió prisión preventiva para la acusada alegando la gravedad de las intimidaciones y el efecto sobre la víctima. El abogado defensor Rodrigo Villar pidió la libertad con prohibición de acercamiento a los lugares donde residen y trabajan las víctimas. El juez Hernán Postma le impuso preventiva por el plazo de dos años.