Por Hernán Lascano
Pablo Murray escuchó ayer en silencio describir el instante que hace dos años le cambió la vida. Fue cuando caminaba por barrio Industrial y dos asaltantes le salieron al cruce. En el incidente hubo un forcejeo con el arma con el que le apuntó el ladrón y Pablo recibió un balazo en la espalda. Luego de presentado el hecho al inicio del juicio lo invitaron a hablar y señaló al hombre espigado sentado frente a los jueces como quien abrió fuego contra él. Lo hizo sosteniendo las manos en el bastón que usa desde entonces.
Fue el 17 de junio de 2018. Era el Día del Padre. Con un amigo de nombre Guillermo caminaban por Bensuley y Húsares cuando fueron sorprendidos. Pablo es polícía del escalafón administrativo por lo que no porta armas. Reconoció la pistola 22 que tenía uno de los ladrones al que se la quiso sacar. El hombre que la portaba efectuó tres disparos. Dos dieron en la vereda y uno quedó cerca de la médula espinal de Pablo que cayó al piso. Nunca pudieron extraer la bala. Las secuelas físicas que sufrió son irreversibles.
"Yo estaba en el suelo y me quiso sacar la billetera que parecía que tenía plata pero estaba abultada porque tenía papeles y credenciales. Le dije «ya me quemaste, andate, no tengo nada». Yo estaba boca abajo, me agarraba el pantalón. Ellos se fueron. Le di el celular a mi amigo para que llamara al 911. No sentía las piernas. El dolor que tenía era tremendo", recordó Murray.
La fiscal Valeria Haurigot había arrancado su alegato reparando en el significado del incidente. "La víctima, no tiene vida, no murió pero no tiene vida. Es un chico joven con una bala en la columna con todo el dolor que eso conlleva. Ese dolor constante implica hace dos años que debe administrarse 20 miligramos de metadona por día, un tratamiento que es una fuente inagotable de efectos adversos irreparables. No podrá volver a trabajar, hacer deportes, ni estar sentado durante mucho tiempo". Al final de su planteo pidió 20 años de cárcel para el acusado por portación ilegal de arma de fuego y robo calificado por lesiones graves.
El acusado se llama David Carmelino y niega haber sido el agresor. Fue reconocido días después del hecho por algunos rasgos físicos singulares. Es un hombre muy alto y tiene tatuajes en las manos. Por eso se consiguieron imágenes suyas en redes sociales por intervención del amigo que acompañaba a Pablo. Efectivos policiales lo identificaron y detuvieron. Había cumplido días antes una condena a tres años de prisión. Y previamente a esa recibió otra sentencia a siete años.
"Perdí todo"
Murray tiene 31 años. Hacía trabajos administrativos en el área técnica del 911 de Villa Constitución, estudiaba en ese momento tecnicatura en diseño gráfico y arquitectura, estudios que abandonó por el dolor y la falta de motricidad, según contó.
"Siento que perdí todo. Hay días que estoy tremendamente dolorido y el bastón no me sirve. Llegué hasta un tope y no voy a mejorar más. En medicina legal me dijeron que no estoy apto para trabajar y tengo carpeta médica desde entonces. No pude concursar para ascender. Estoy en casa pero no puedo ni siquiera cortar el pasto. De ser una persona que salía a correr todos los días hoy sólo puedo leer y mirar televisión".
En el tramo final de su declaración, Pablo dijo haber perdido la sensibilidad en sus órganos genitales. Contó que recuperó movilidad en las piernas gracias a la aplicación de electrodos pero que no las siente.
Carmelino rechazó tener que ver con el episodio. Dijo que esa tarde había estado en lo de su papá con su familia festejando el Día del Padre. Su defensora pública, Silvana Lamas, sostuvo que a la hora exacta del hecho estaba en un coche de la línea 112 que utilizaba con regularidad. La defensa ofrecerá hoy como testigos de tal cosa al chofer del colectivo y a un pasajero. Tras escucharlo alegar Murray dijo al tribunal con voz clara: "Estoy completamente seguro de que es él quien me disparó".
Los jueces Ismael Manfrín, Mariano Alliau y Facundo Becerra están a cargo del juicio oral. La fiscalía presentará como testigos a los policías que trabajaron en la investigación, al médico forense y al amigo de Pablo que fue testigo directo del hecho.