A Javier Pablo Fernández lo buscaron para matarlo. Así surge del relato de los testigos del crimen ocurrido durante la tarde de este jueves en el barrio Nuevo Alberdi. Dos personas llegaron en moto a su casa, preguntaron por él, y cuando el hombre se asomó le dispararon después de un breve diálogo. Sus familiares aseguran que los autores del hecho se equivocaron, que la víctima no tenía ningún conflicto.
Apenas habían pasado las 16.30 del jueves. Javier Pablo Fernández, de 55 años, se preparó con su pareja para tomar unos mates en el patio delantero de la casa familiar, ubicada en Calle 1356 a metros del cruce con Baigorria. Mientras tanto, el hombre se puso a regar unas plantas. Después se sentó en una reposera, a unos metros del ingreso.
Desde ese lugar vio llegar a dos personas a bordo de una moto Honda CG Titán, rodado que habían visto pasar varias veces durante la tarde. Uno de los motociclistas se bajó del rodado y preguntó por Javier, que se paró y se acercó a él. Después de un breve diálogo, esta persona desenfundó un arma y gatilló contra Fernández. Como si hubiera querido escabullirse quizá, la víctima quedó de espaldas y recibió al menos cinco balazos.
Cuando la ambulancia llegó al lugar el hombre ya había fallecido. Luego trabajaron en la escena del crimen los peritos de la Agencia de Investigación Criminal para la investigación que quedó a cargo del fiscal Alejandro Ferlazzo. Desde este área esperaban entrevistarse con testigos y familiares de la víctima, para poder establecer una hipótesis y avanzar en el esclarecimiento del hecho.
"Se re confundieron"
Rodrigo, uno de los hijos de Javier, contó a La Capital que su padre trabajaba en la fabricación de ladrillos. Que antes había sido carnicero pero que había dejado el oficio hace varios años, cuando lo asaltaron y le dieron un balazo que le lesionó la médula. Desde entonces, tenía certificado de discapacidad por haberle quedado reducida la movilidad en una de sus piernas. También era paciente cardíaco por un trasplante de corazón que le habían realizado dos años atrás.
La casa de los González está ubicada en uno de los extremos del barrio Nuevo Alberdi, donde la calle Baigorria es una de las pocas que están asfaltadas. La falta de urbanización no se ve solo en ese aspecto sino también en la escasez de tendidos eléctricos y el crecimiento de pastizales.
En la vivienda familiar funciona también una carnicería, a cargo de la pareja de Fernández y atendida por uno de sus hijos. Al frente, la casa tiene un patio delantero que es donde el hombre solía pasar el rato. Allí, en la reposera en la que se había sentado a tomar unos mates, sus familiares lo acomodaron luego de que recibiera los balazos, a la espera de la atención médica.
El joven estaba trabajando en una construcción a pocas cuadras de la casa. Cuando lo llamaron para avisarle lo que había ocurrido con su papá se fue corriendo. Al llegar se encontró con el hombre herido de gravedad y la espera por la ambulancia se hizo eterna. "Tardó una hora y media", aseguró Rodrigo.
"No era para nosotros", dijo el joven sobre lo ocurrido con su padre. "No se sabe por qué fue, se re confundieron", continuó. "Acá no corre tanto como en otros lados la droga, es una zona re tranquila", indicó. Sin embargo en el barrio lo que se comenta es que, más allá de la posibilidad de que se haya tratado de un error, habría un trasfondo vinculado al narcomenudeo.
Para el mediodía del viernes, la familia Fernández esperaba que desde el Instituto Médico Legal les avisaran que ya podían ir a buscar el cuerpo de Javier, para así poder velarlo. Más allá del dolor por el crimen, dijeron estar seguros de que fue un error y de que no habrá mayores problemas. En el Centro de Justicia Penal aguardaban a que fueran a aportar información. "A qué vamos a ir, qué solución nos van a dar, si ya está", lamentó Rodrigo.