Los indicios en el lugar sugerían un homicidio. La casa estaba en tremendo
desorden, el cuerpo de un hombre yacía desnudo en el piso y su piel mostraba secuelas de aparentes
golpes. Norberto Osvaldo Mira, jubilado de 79 años, había tenido el último contacto con una amiga
el viernes pasado. Preocupada porque el hombre no respondía a sus llamados teléfonicos, cerca del
mediodía de ayer, ella se acercó a su casa, pero nadie atendió el timbre. Entonces pidió ayuda a un
vecino que tenía una copia de la llave de la casa. Cuando entró distinguió el cuerpo de su amigo en
total inmovilidad.
En un primer momento, los investigadores presumieron que la muerte de Mira había
sido por causas violentas. En la puerta el hijo de la víctima señalaba lo revuelto de la escena y
hablaba de asesinato. Pero a medida que avanzó la pesquisa empezo a desvanecerse la teoría del
homicidio. El informe del médico forense que realizó la autopia confirmó el deceso de Mira no fue
provocado por un tercero. "El hombre sufría del corazón y lo habían operado", explicó el
subcomisario Javier Leiva, jefe de la Brigada de Homicidios, a cargo de la investigación del
caso.
Robo descartado. Los pesquisas también desecharon la posibilidad de que, pese al
desorden, el dueño de casa hubiera sufrido un robo. "No faltaba nada. Ni siquiera una billetera con
dinero que estaba sobre una mesa. Además la puerta estaba cerrada de adentro y ninguna abertura
estaba cerrada", explicó el oficial consultado. Con relación a los golpes que presentaba el cuerpo
de Mira, Leiva explicó que eran sólo raspones que tenía en un brazo y una pierna. "Suponemos que se
lesionó al caerse cuando se levantó y se desplazó hasta la cocina". El oficial consultado presume
que sintiéndose mal y en su intento de pedir ayuda se llevó por delante los muebles.
El hombre fallecido vivía solo en una casa situada en el pasaje Pestalozzi 862
(a la altura de Rioja al 4200). La cortada tiene una cuadra y desemboca en el pasaje Diagonal
Córdoba. El frente de la propiedad está revestido de ladrillos visto y la vivienda tiene un sistema
de alarma. Una vecina de Mira contó que el hombre había trabajado en la ex Entel hasta su
jubilación. Su esposa, que falleció hace unos tres años, era una enfermera del ex hospital
Ferroviario.
El jubilado tenía dos hijos. Uno de ellos es un agente que revista en el Cuerpo
Guardia de Infantería de la policía rosarina: El efectivo ayer a la tarde caminaba consternado por
el pasaje mientras esperaba el arribo de la mortera que debía trasladar el cuerpo del padre al
Instituto Médico Legal para la realización de la autopsia de rigor. Su hermano estaba parado en la
puerta de la casa mientras un cerrajero cambiaba el cerradura del garaje, en el que estaba
estacionado el Volkswagen Gol azul oscuro, de Mira. Detrás del vehículo podía verse un patio con
algunos árboles.
El descubrimiento de lo ocurrio fue a las 11.30 de ayer. Un vecino —que
prefirió preservar su identidad— contó a LaCapital que, a esa hora, la mujer que frecuentaba
al jubilado asesinado arribó a la casa para contactarse con el hombre asesinado porque hacía tres
días que no lo veía. Tocó el timbre, pero nadie respondió. Entonces cruzó la calle y le contó al
hombre que sus intentos de comunicarse con el dueño de casa habían sido infructuosos. Entonces,
según dijo el testigo a este diario, la amiga de Mira fue con él a la casa de otro vecino que vive
"a la vuelta". "Este muchacho tenía una copia de la llave de la casa" (del jubilado fallecido),
recordó.
Un rato después abrieron la puerta y se toparon con el cuerpo sin vida del
jubilado que yacía en la cocina. "Estaba tirado de costado sobre uno de los brazos", explicó el
vecino. El hombre también constató el desorden que había en la casa. "Estaba todo revuelto y el
microondas tirado en el suelo", explicó.
Entrada la noche de ayer los elementos que sugerían un crimen estaban casi del
todo depuestos. Quedaba, sí, el enigma sobre el origen de los raspones en el cuerpo de Mira. Los
motivos de su desnudez, que habían motivado dispares conjeturas iniciales, perdieron relevancia al
descartarse la muerte violenta. En definitiva no es algo asombroso que alguien se encuentre sin
ropas dentro de su casa.