“María de los Angeles Paris. Ocho años de impunidad”. Uno de los carteles que alzaron este lunes frente al Centro de Justicia Penal los familiares de la bibliotecaria, fallecida en 2017 cuando la retenían esposada en una habitación de la comisaría 10ª, puso el acento sobre el paso del tiempo: después de cuatro postergaciones, a ocho años del caso finalmente comenzó el juicio a cinco policías por un hecho de violencia institucional cometido contra una mujer que había llegado a la comisaría a reportar un intento de robo. Acusados dos de ellos por un homicidio preterintencional y el resto por incumplimiento de los deberes, los uniformados enfrentan pedidos acusatorios que van de 1 año de inhabilitación a 4 años de prisión. Para la querella, se trató de un caso "cercano a un delito de lesa humanidad".
“Por fin, después de ocho años, tenemos la posibilidad de juzgar a los cinco policías que estaban esa noche en la comisaría y que son responsables de que mi mamá no esté conmigo”, afirmó antes de ingresar a la sala Erika, la hija de María de los Ángeles Paris, quien sostenía entre sus manos una foto de su mamá. “Por A o por B, mi mamá terminó en esa comisaría y la trataron de una forma inhumana, abusándola y golpeándola, No pudo morir en paz, murió lejos de mí y estas personas son responsables de haberle causado esa muerte tan violenta", añadió.
Los acusados ante los jueces Rafael Coria, Florentino Malaponte y María Trinidad Chiabrera son cinco policías que trabajaban en la comisaría 10ª de barrio Alberdi el 3 de mayo de 2017, cuando la docente de 46 años llegó muy asustada para denunciar que ladrones en moto le habían robado. Media hora más tarde, tras una serie de incidentes, falleció adentro de la seccional en una habitación y esposada a una silla. Los efectivos llegaron a juicio en libertad luego de que el debate se postergara cuatro veces.
Durante su alegato de apertura en el juicio la fiscal Karina Bartocci solicitó 4 años de prisión para el comisario Silvio Adrián Cortés, quien fuera jefe de la dependencia, y para Susana Beatriz Domínguez, acusados por los delitos de homicidio preterintencional (es decir, un resultado más grave que el pretendido) e incumplimiento de los deberes. Además requirió para ellos 1 año de inhabilitación especial y el pago de multa. Para los policías Damián Zalazar, Silvina Gianotti y Andrea Allovatti, acusados de incumplimiento de los deberes, no solicitó penas privativas de la libertad sino 1 año de inhabilitación especial y el pago de multa.
Idas y vueltas
María de los Ángeles Paris era bibliotecaria en el Complejo Educativo Gurruchaga y en la Escuela Técnica 464. Tenía 46 años y una hija. El 3 de mayo de 2017 llegó a la comisaría 10ª de Darragueira 1168 para denunciar un robo que había sufrido minutos antes.
En base a la reconstrucción de los hechos realizada durante la investigación, la fiscal planteó que la docente ingresó exaltada a la sala de guardia, donde la empleada Allovatti “pudo observar que la víctima requería algún tipo de atención médica”. Unos minutos después, a las 21.30, la mujer salió por sus propios medios de la comisaría y se dirigió a la Cochería Oeste, ubicada enfrente. Cinco minutos después regresó a las seccional pero permaneció sólo unos segundos y volvió a cruzar a la casa fúnebre.
A las 21.40 caminó por calle Darragueira hacia el sur hasta llegar al cruce con Marull, donde intentó trepar las rejas de una casa, subir a un auto y correr por la calle. Entonces los agentes Salazar y Gianotti la hicieron subir a un patrullero y la llevaron nuevamente a la seccional.
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Tras descender del móvil en la puerta de la comisaría, María de los Ángeles permaneció unos minutos sentada en el tapial hasta que volvió a ponerse de pie e intentó entrar a una casa ubicada a unos metros, por la misma vereda cerca del cruce con calle Maciel. En ese momento, según la acusación, el comisario Cortez "la toma de los cabellos, la sujeta del cuello y la inmoviliza llevando su brazo por detrás de la espalda" junto con la agente Domínguez, quien la tomaba por los pies.
Esposada en el piso
Así la ingresaron a la comisaría. Como la docente intentaba soltarse le colocaron las esposas sujetándole ambas manos por delante. Luego la acostaron boca abajo en el piso en un cuarto de la dependencia, lo que le provocó una lesión. “Como consecuencia de esta situación y la negligencia de no prestar atención médica adecuada le provocan la muerte”, señaló Bartocci.
La mujer sufrió un paro cardiorrespiratorio y murió sin recibir atención médica a tiempo. Toda la secuencia, dijo, fue observada por los otros tres policías que omitieron solicitar asistencia médica oportuna, ya que el primer llamado al Sies se realizó a las 22.10. Tampoco guardaron en un depósito o devolvieron la ropa que usaba la víctima al momento de su muerte.
Estudios posteriores concluyeron que la mujer sufría de un estadio confusional o de exaltación psicológica que no fue debidamente valorado y que el estado de inmovilización al que fue sometida colaboró con el desenlace letal.
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Al respecto, su hija dijo al comienzo del juicio que las circunstancias por las cuales su madre se presentó en la seccional “no tienen importancia porque el final es el mismo”. “Mi mamá está muerta, asesinada por estas personas. Me encantaría decir que murió en paz, pero murió con un montón de golpes, esposada y en una posición en la que no pudo respirar más. Ahí falleció y estos policías son responsables de su muerte. Eso está probado en la segunda autopsia, es decir científicamente”, indicó.
La segunda autopsia
Los querellantes cuestionaron remarcan la "pésima autopsia inicial", en la cual se concluyó que la muerte fue por causas naturales y por paro cardíaco. Una segunda autopsia, que es la que se tuvo en cuenta en la acusación, planteó que las lesiones detectadas no tuvieron entidad para provocar la muerte pero, en cambio, “la inmovilización generada por los procedimientos de sujeción física guardan relación con el desenlace fatal”.
Consideró que el cuadro de la víctima era una emergencia médica que fue subvalorada y que la causa de muerte fue una arritmia cardíaca fatal “como consecuencia de un estado hiperadrenérgico”, es decir, de sobreactividad del sistema nervioso. Lo que causa un aumento desproporcionado de la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
Según el estudio, el cuadro se vio “ coadyuvado por la hipoxia (falta de oxígeno) producida por la restricción física a la que fue sometida” Paris, quien además tenía una fractura del arco costal que “puede ser por maniobras de resucitación o no”. Erika recordó que la querella tuvo que solicitar “una segunda autopsia, porque en la primera ni siquiera realizaron radiografía. En la segunda autopsia nos enteremos que mi mamá tenía costillas quebradas. Se constataron lesiones por golpes”.
En representación de la hija de la víctima, el abogado Gustavo Feldman —querellante junto a Marcos Peiretti y Liza Feldman— se plegó al pedido de penas de la fiscalía y planteó que se trata de “un típico y grave caso de violencia institucional”. Esto, con una víctima en una situación de alta vulnerabilidad, lo que a su juicio permitió un “mayor dominio del hecho por parte del perpetrador”. Por esto consideró que se trata de un hecho “cercano en criminalidad a un delito de lesa humanidad”.