El auto que usaron los asesinos del ex concejal Eduardo Trasante fue la pista que condujo hacia los cuatro acusados que estaba semana comenzaron a ser juzgados por el crimen, un asesinato del que se desconocen los motivos y quiénes fueron sus ejecutores materiales. El Peugeot 308 blanco que utilizaron los sicarios apareció abandonado tras el ataque en una esquina de barrio Tablada. Siguiendo el recorrido inverso de ese vehículo, la investigación llegó hasta el pabellón de la cárcel Piñero donde estaba alojado Julio “Peruano” Rodríguez Granthon, el piloto comercial condenado como proveedor de cocaína a quien acusan de haber dado la orden de comprar ese auto, robado días antes.
Los cuatro imputados en el juicio fueron ligados al crimen por las gestiones para adquirir ese vehículo y luego del crimen deshacerse de él. Esa logística fue explicada por los fiscales Gastón Ávila y Matías Edery ante el tribunal que juzga al grupo. Alejo Leiva, Facundo López y Brian “Buba” Alvarez están acusados junto al Peruano como partícipes necesarios de un homicidio doblemente calificado, por la promesa remuneratoria y el acuerdo previo. Por esto delito pidieron para los cuatro la pena de prisión perpetua. La misma pena requirieron las abogadas querellantes Gabriela Durruty y Jésica Pellegrini, aunque situaron a los imputados como coautores de un plan funcional.
“Se buscó y se compró un vehículo. Se buscaron tiradores. Se ofreció dinero. Se hizo inteligencia de la casa de la víctima. El hecho se llevó a cabo con ese vehículo y con los datos de inteligencia que se habían recabado. Las cuatro personas hoy acusadas fueron una parte fundamental de este crimen y sin el aporte de ellas no se hubiera podido llevar a cabo”, planteó Ávila en su alegato inicial. Las defensas rebaten ese argumento planteando que la movilidad no fue parte esencial del plan, que los sicarios pudieron llegar a la escena por otros medios y que participar del robo de autos no se equipara a ser parte de un plan homicida.
“A partir del hallazgo del auto el 15 de julio, los rastros del vehículo empezaron a orientar la investigación”, explicó Ávila. Trasante fue asesinado pasadas las 14.40 del 14 de julio de 2020. Dos sicarios tocaron el timbre en su casa de pasillo de San Nicolás al 3600, preguntaron por él y redujeron con un arma a su esposa. Al llegar al comedor de la vivienda uno de ellos le disparó al ex edil de Ciudad Futura cuando empezaba a bajar una escalera. El primer tiro le dio en una mano, el segundo en la cabeza. Cámaras del barrio detectaron que siete minutos antes habían pasado frente a la casa en el Peugeot 308 que dejaron estacionado en un pasaje cercano.
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El auto había sido robado la mañana del 10 de julio en la calle Juan XXIII al 1600. “Los indicios en relación al vehículo nos dieron la información para realizar allanamientos y el secuestro de celulares que se peritaron. La información que hay en esos dispositivos nos llevó a las comunicaciones que tuvieron estas cuatro personas antes y después del homicidio de Trasante”, enumeró Ávila. A partir de esas evidencias, estas son las acciones que les atribuyen a cada uno de los implicados:
* Brian “Buba” Alvarez. Acusado de vender el auto robado. Según la acusación y la querella, el 10 de julio se puso en contacto con Ariel Sosa y Alexis “El Gordo”, quienes habían levantado el auto más temprano en la calle Juan XXIII, y acordó la compra. Tras recibir un audio de WhatsApp del Peruano acordó con su mano derecha en la calle, Facundo López, la entregar que se concretó el 11 de julio. “Yo te espero acá. Rouillón y Garibaldi, cumpa”, mensajeó a López.
Para los fiscales, “desde un primer momento supo que el vehículo que iba a entregar al Peruano iba a ser usado en el homicidio. Sabía que había un ofrecimiento de 500 mil pesos para llevar a cabo el asesinato”. Tras el crimen reconoció haberse mandado “alta bronca” en un mensaje que envió junto con una noticia del asesinato del pastor.
* Julio Rodríguez Granton. Acusado de encargar la compra del auto. El “Peruano” o “Extranjero” es, para la acusación, quien se encargó de las gestiones para conseguir el vehículo. Desde el pabellón 9 de la cárcel Piñero “dispuso de su organización criminal para conseguirlo”. El 11 de julio se comunicó con Alvarez por WhatsApp. En un mensaje de voz dio de detalles de las personas que respondían a él en la calle, pidió que le entregaran el auto a una persona de su confianza y envió a tal fin a Facundo López. “Al momento en que Alvarez le entregó el vehículo a López, ya estaba el plan pergeñado para cometer el homicidio que se concretó 75 horas después”.
* Facundo Sebastián López. Acusado de retirar el auto y entregarlo a los sicarios. Es considerado la “mano derecha” de Rodríguez Granthon, su mandatario en la calle y quien realizó aportes “indispensables”. El 11 de julio se encontró con Álvarez a las 22.30 para recibir el auto en Rouillón y Cisnero. A pedido del Peruano, según la acusación, se encargó de que quedara guardado y llegara luego a mano de los homicidas, que no fueron identificados.
Luego del crimen, López y el acusado Alejo Leiva hablaron por teléfono. López pasó por la casa de Leiva a buscar las llaves del Peugeot para deshacerse del auto y abandonarlo “a sólo 400 metros de su domicilio”. Además, “López conocía a Catherine Trasante, una de las hijas de la víctima. Los autores del homicidio cuando se anunciaron dijeron que venían de parte de ella”.
* Alejo Leiva. Acusado de enviar fotos del domicilio de la víctima. “Es uno de los ejes fundamentales de este plan criminal porque conoce desde muy joven a toda la familia Trasante”, según la teoría acusatoria. Era vecino de la víctima, conocía a sus hijos. El 13 de julio, día previo al crimen, a partir de las 4 de la madrugada envió una serie de imágenes a una persona que no fue identificada.
Las primeras dos son de la fachada de la casa del pastor en calle San Nicolás. Luego, “dos carteles escritos en su propia vivienda con los que pensaba desviar la investigación”. Esos carteles decían “por violador” y “nunca más vas a violar a una mujer”. La puerta de la casa de Trasante, en la foto, aparecía editada con un círculo celeste marcando el ingreso.
El día del hecho, a las 20, López pasó por la casa de Leiva y buscó allí las llaves del Peugeot. No está claro por qué las tenía él. Luego, López le pidió a un vecino que lo manejara y lo llevara hasta su casa. A la madrugada se deshizo del auto.