Hace ocho años Silvana Giménez estuvo a punto de morir asesinada. Estaba con su novio en un camino rural de Casilda cuando un desconocido irrumpió en el auto, simuló asaltarla y le asestó 17 puñaladas. No tardó mucho en darse cuenta de que no era un robo. Era un plan de su pareja, un policía de 20 años, para matarla. La dieron por muerta y se salvó de milagro. Pero las secuelas la acompañarán para siempre. Por eso presentó un millonario pedido de indemnización a la provincia al entender que el Estado faltó a su deber de cuidarla: quien la apuñaló era un preso con salidas transitorias "contratado" por su novio policía.
La vida nunca será igual para esta mujer de 34 años, que a los 26 esquivó la muerte en un viejo camino de tierra. Las cicatrices suman la mitad de su estatura, no puede hacer fuerza y respira con dificultad. No le es fácil encontrar trabajo. Sufrió un altísimo daño psicológico. Logró recomponer su vida y tuvo un hijo, pero vive con sus padres que la ayudan hasta a lavar la ropa. Todos estos datos constan en el alegato presentado por el abogado José Lanza en la demanda civil por el ataque, un trámite que ingresa a su etapa final en el juzgado Civil y Comercial Nº 2 de Casilda.
La demanda iniciada en 2011 reclamaba un monto de 3 millones de pesos más intereses por los daños materiales, físicos y psicológicos sufridos por Silvana (ver aparte). En su alegato Lanza no pidió un monto exacto (que, se estima, sería muy superior al de hace nueve años) sino que dejó la cuestión librada al criterio del juez Gerardo Marzi. Lo que busca, indicó el abogado, es que la Justicia promueva alguna reparación para la víctima, que ni siquiera recibió atención psicológica.
La indemnización fue exigida a la provincia de Santa Fe; al ex policía Raúl Jesús Vitar, que cumplió una condena a 5 años y medio por encargar el crimen fallido; y a Juan Carlos Valentini, el preso que ejecutó el ataque y fue condenado a la misma pena. Luego obtuvo salidas transitorias y no volvió a la cárcel. Según consta en la demanda, está prófugo desde entonces. Ninguno de los condenados respondió el reclamo civil. El Estado santafesino contestará en estos días.
Noche de Año Nuevo
El ataque ocurrió las primeras horas de 2010. Silvana salía desde hacía tres meses con Vitar, a quien conoció en un gimnasio y mantenía con ella una relación paralela a su noviazgo formal. A la 1.30 de la madrugada de Año Nuevo el policía pasó a buscarla por una casa que ella cuidaba eEn su BMW negro y encaró por un viejo camino que une Casilda con Fuentes y lleva a casa de Silvana. Pero a unos 600 metros se detuvo.
Entonces apareció un hombre robusto y pelo enrulado que abrió la puerta del acompañante y amenazó a la chica con un arma. "Dijo que era un robo pero me atacó a mí nada más. Me ató las manos y me bajó del auto", relató Silvana en una nota con este diario.
El atacante llevaba un arma que dejó sobre la luneta y varios cuchillos. Le tapó la boca a Silvana con un trapo y le ató las manos con un alambre. La hizo arrodillar junto a una zanja, le sacó los zapatos, el celular y dinero. Le pegó y comenzó a apuñalarla. "No me explico por qué tanta saña", diría la chica.
En todo ese lapso Vitar permaneció en el auto sin decir nada. Ella se dio cuenta de que él era parte del plan y optó por fingir su muerte cuando la arrojaron bañada en sangre a una zanja barrosa. Entonces el policía se acercó, le pateó la cabeza y le ordenó a su socio: "Ya está, vamos". Ella se quedó inmóvil hasta que logró salir de la zanja. Un hombre que pasó en auto se sorprendió al ver un bulto en la ruta y llamó a la policía. Al llegar, los policías advirtieron que se trataba de una mujer.
La chica estaba embarrada y ensangrentada. En la ambulancia que la trasladó al Hospital Provincial de Rosario le dijo al enfermero: "El que me hizo ésto fue Raúl Vitar". Sufrió 17 heridas de arma blanca que le afectaron el diafragma, el abdomen y el riñón izquierdo. Su vida pendía de un hilo. Necesitó dos transfusiones y asistencia respiratoria.
Condenas leves
A Vitar fueron a buscarlo sus jefes de la Unidad Regional IV a una casa donde festejaba el Año Nuevo con amigos. En su auto secuestraron su arma reglamentaria 9 milímetros y un revólver calibre 38 usado en el hecho. Estaba nervioso y preocupado. Admitió que conocía a Silvana y que había decidido darle "un susto" porque esa relación a escondidas ponía en riesgo su vínculo formal.
En mensajes de texto de su celular se comprobó que había contratado a Valentini, un preso de 47 años al que custodiaba en la Alcaidía de la UR IV y que ese fin de año había obtenido una salida transitoria. Le había ofrecido entre 500 y mil pesos. En la casa de Valentini se encontró el cuchillo usado en el ataque. La causa penal siguió un trámite escrito hasta que en agosto de 2013 Vitar (en prisión domiciliaria) aceptó una pena a 5 años y medio de prisión en un juicio abreviado. Fue echado de la fuerza y cumplió la pena.
Al policía lo acusaban de tramar un crimen por encargo pero le rebajaron la imputación a intento de homicidio simple y robo agravado. Un encuadre muy leve que, por sus implicancias, sería impensable ahora. "Hoy hubiera sido una tentativa de femicidio", dice convencido Lanza en relación a la figura con pena de prisión perpetua incorporada al Código Penal en 2012.
El preso Valentini recibió la misma pena que el policía un mes más tarde. Como contaba con una condena anterior a 4 años y medio, las dos se unificaron en 9 años de cárcel.
El reclamo
Con la vía penal cerrada, la demanda civil sigue su curso. El reclamo fue dirigido al Estado provincial porque se constató en el caso una "irregular o anómala ejecución de sus funciones", explica Lanza. Por un lado, ordenó el ataque un policía que se valió de contactos y recursos propios de su función. Como ese día estaba de franco, la sentencia penal no agravó el accionar de Vitar por su carácter de funcionario público. Pero según Lanza su rol de policía sí pesa en materia civil: omitió prestar un servicio de seguridad e incluso fue dado de baja de la fuerza.
"La tarea de Vitar en este hecho se inicia dentro de la Unidad Regional de Caseros. Allí hace gala de su cargo y función para llegar a Valentini y convencerlo. El acuerdo estaba programado desde antes y lo confirmaron telefónicamente el mismo día", dice el abogado. "El policía instigó al preso, gracias a su condición de celador, a cometer un delito", completó.
Por otro lado, a la chica la apuñaló un preso que debía ser vigilado por el Servicio Penitenciario ya que cumplía una condena. El juzgado de Ejecución Penal de Rosario le concedió una salida transitoria que se extendió 12 horas por el fin de año.
"Un preso con salidas transitorias sigue siendo un preso. Debe cumplir reglas de conducta. Todo esto significa vigilancia. Si no es controlado, ¿cómo se puede justificar su capacidad de reinsertarse en la sociedad? Siempre está bajo la custodia del Estado. Como no hubo control pudo cometer un nuevo delito", planteó el abogado. Valentini volvió a obtener salidas en febrero de 2014 y desde entonces está prófugo.
Por todo esto Lanza entiende que existió una irregular prestación de servicio por parte del Estado. Y que, por eso, ahora debe reparar a la víctima: "El caso pasó por todas las instancias. ¿Cuánto tiempo más tiene que esperar Silvana? Nunca fue convocada por un asistente social o psicólogo, jamás le fue ofrecido un médico o siquiera una pensión. Espero que esta vez la Justicia esté del lado de la víctima".