Este miércoles por la mañana en la esquina de Cavia y Superí, barrio El Churrasco, una Ford Ecosport frenó a la par de un hombre que estaba parado sobre la calle y en cuestión de segundos se concretó una transacción de drogas. Todo a la vista de quien quisiera posar la mirada sobre ese movimiento realizado sin disimulos. No habían pasado ni cinco horas desde que la policía se había retirado de esa zona luego de trabajar en la escena del crimen de Yanet Mariana Díaz, baleada a metros de esa esquina.
Yanet tenía 28 años y estaba embarazada de cinco meses. Pasada la medianoche del martes fue baleada en el cruce de la cortada Leonardo Favio y Cavia, en circunstancias que se investigan. La versión preliminar indica que le dispararon desde un auto, al menos cuatro tiros de un arma calibre 9 milímetros según las vainas servidas halladas en el lugar por la policía. Minutos después del ataque llegó al lugar una ambulancia del Sies y el médico a cargo constató que la víctima había fallecido por un balazo en el cráneo.
Luego arribó el gabinete criminalístico de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para trabajar en la escena del crimen en el marco de la investigación que quedó a cargo del fiscal Alejandro Ferlazzo. Allí, por testimonios de vecinos, supieron de un rumor acerca de que los homicidas se movían en un Fiat Palio. También apareció en el lugar un muchacho de 23 años que dijo ser la pareja de Yanet, contó que la mujer cursaba un embarazo de cinco meses y que desconocía los pormenores del crimen.
Para la mañana del miércoles, sobre el pavimento de Leonardo Favio al 2000 solo había quedado un charco de sangre como señal de donde había caído el cuerpo de Yanet. Durante varios minutos la calle estuvo desierta, apenas con unos perros callejeros que merodeaban y lamían aquellos restos. Dos vecinas que pasaron por el lugar se detuvieron a mirar esa escena y solo contaron a este diario que no conocían a la víctima. "Va a ser un número más", soltó con algo de disgusto una de ellas.
Mientras se daba ese diálogo breve llegó al lugar una mujer en bicicleta que, según contó, había estado durante la madrugada antes de que la policía llegara a la escena del crimen. Entonces dijo que la pareja de Yanet había estado en ese momento ofreciéndole mil pesos a un muchacho para que retire del cuerpo una pipa y algo de droga que la chica llevaba encima. De ese diálogo se asomó, como posible contexto, una trama vinculada al narcomenudeo con una consumidora como víctima fatal.
Con ese marco, los pocos vecinos que se animaron a hablar contaron que siempre que hay algún conflicto violento en la zona es relacionado a los puntos de venta de droga que hay en las inmediaciones. Que efectivamente se trata de un territorio bajo control narco es algo que no tardó en confirmarse con aquella escena de compra y venta a la vista de todos. Una secuencia que, por la naturalidad con la que los vecinos asumen que es cotidiana, grafica la impunidad que los transeros lograron para llevarla a cabo. "El tema es por calle Cavia, por ahí hay momentos donde está bien complicado y es mejor caminar algunas cuadras de más antes que caminar por ahí", describió un hombre.
Historias violentas
Si hay otro aspecto que explica la impunidad con la que el narcomenudeo se desarrolló en esta zona, es la propia historia reciente de El Churrasco. Cuando un homicidio ya no es algo inédito para los vecinos, cuando la memoria colectiva registra casos similares, aparecen las señales de que hay una problemática arraigada. Se remonta, por ejemplo, a abril de 2013 cuando fue asesinado Leonardo Monzón, de 16 años. El crimen fue en la boca de un pasillo ubicado en Cavia entre Herrera y Larrechea, donde la víctima cayó muerto por un disparo en el cuello que según sus familiares estuvo motivado por una bronca barrial.
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Desde entonces las historias violentas se repitieron. A una cuadra de allí, sobre Ávalos y Larrechea, en julio de 2018 fue asesinada Maite Ponce, una nena de 5 años alcanzada por un balazo en el marco del ataque contra su casa. En el marco de ese crimen apareció un nombre conocido en las crónicas policiales: Emanuel "Ema Pimpi" Sandoval, el narco asesinado en 2019 que había sido condenado por el atentado en 2013 a la casa del entonces gobernador Antonio Bonfatti.
A la par de "Ema Pimpi" hay otros nombres de peso que se asomaron detrás de cada hecho violento ocurrido en la zona. Las investigaciones judiciales sobre este territorio identificaron la influencia de Olga Beatriz "La Tata" Medina, cuyo grupo estuvo enfrentado a una alianza entre la gente de Sandoval y de Hernán "Lichy" Romero, un hombre que está preso y acusado de estar al mando de una banda con base en el barrio Nuevo Alberdi, cercano a El Churrasco.
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También es conocida en esas calles Tania Beatriz Rostro, una joven de 26 años ligada a la banda Los Monos que en febrero pasado fue condenada a 16 años de prisión. La Justicia le atribuyó ser la jefa de una asociación ilícita, por lo cual Rostro firmó un procedimiento abreviado por una pena de 5 años que se le sumó a una de 11 que había recibido en 2021 en la Justicia Federal por tráfico de drogas. Entre los hechos por los que fue condenada en febrero se ventiló una balacera que había instigado ella contra una casa de calle 1381 y Larrechea, en El Churrasco. El ataque fue en enero de 2020 contra una vivienda en la que vivían familiares de Maite Ponce.
Con todo ese trasfondo, los crímenes en El Churrasco siguieron acumulándose. Hechos de todo tipo, incluido la muerte de personas ajenas a dichas disputas. Como fue el caso de Gerónimo López, un hombre de 74 años que en mayo de 2021 fue baleado desde un auto cuando hablaba con una vecina en la zona de Cavia y Larrechea.