Con un nombre falso y 16 balazos en el cuerpo, un joven de 23 años entraba hace casi un año al Hospital Clemente Álvarez tras ser herido en un tiroteo en Villa Gobernador Gálvez. Los investigadores de un doble crimen cometido días antes en el barrio Yrigoyen sospecharon que podía ser la persona que buscaban y así quedó al descubierto la verdadera identidad de Brian Joel Díaz. Como ninguno de los proyectiles le afectó órganos vitales el muchacho sobrevivió y, aún en cama, fue acusado por las muertes del verdulero Marcelo Berlari y su nuera, Antonella Albornoz. Este jueves aceptó una condena a 17 años de prisión como autor de los disparos que causaron esas muertes y heridas a otras tres personas.
La pena fue dictada por los jueces Rodolfo Zvala, Nicolás Vico Gimena y Rafael Coria a partir de un acuerdo entre el fiscal Luis Schiappa Pietra y la defensora Susana Brindisi. Díaz fue condenado por dos hechos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego, otros tres en tentativa y la portación ilegal de un arma de guerra. Como el imputado contaba con una condena anterior a 3 años de prisión condicional, las dos se unificaron en 18 años de prisión efectiva. El procedimiento fue convalidado por familiares de las víctimas.
Marcelo Alejandro Berlari y a Antonella Albornoz fueron acribillados en una brutal balacera la noche del 8 de enero de 2020, cuando la familia del verdulero tomaba fresco en la vereda de su casa de Alzugaray y Sadi Carnot, en la zona sur de la ciudad. Un clima agradable había convocado a medio centenar de vecinos a pasar un rato en la calle donde jugaban algunos niños. Alrededor de las 22 llegaron al lugar dos encapuchados en una moto tipo enduro. Sin detener la marcha pero aminorando la velocidad, en una especie de explanada de ingreso a un garaje, uno de los motociclistas abrió fuego.
El verdulero de 49 años recibió varios balazos en el pecho y murió momentos después en el Hospital Provincial. Su nuera Antonella, de 22 años, fue alcanzada por un tiro en la nuca que la mató en el acto. Un hermano de Berlari, de 43 años, terminó internado en el Heca con heridas de arma de fuego en el abdomen. Y otras dos mujeres de la familia, Karen B. y Lidia F., resultaron baleadas en las piernas cuando intentaron proteger a varios de los niños que estaban en la escena.
Al momento de buscar explicaciones al ataque, una de las hipótesis tenía que ver con el crimen de Jonatan Ezequiel Ancherama, un joven de 25 años ejecutado el 1º de enero en Sadi Carnot y Pasaje 503, frente a la cancha del Club Atlético Millonario. Un miembro de la familia Berlari, hijo de Marcelo y pareja de Antonella, fue detenido tres días después e imputado por ese homicidio. En ese marco, el doble crimen podía inscribirse como una venganza entre familias.
Tampoco se descartó que el brutal ataque tuviera como blanco a otro joven presente en el lugar, que no es miembro de la familia Berlari sino integrante del clan Cantero, ya que el Organismo de Investigaciones de la provincia tenía información de que el joven estaba o había estado en la escena momentos antes del ataque. Según esta línea, el joven también resultó herido aunque levemente pero no se hizo atender en ningún centro de salud ni denunció lo ocurrido.
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Con esas hipótesis en danza la policía buscaba a Díaz como sospechoso de la brutal balacera. El domingo 19 de enero alguien lo encontró antes, cuando iba abordo de un Renault Logan en inmediaciones de Edison y San Juan, en Villa Gobernador Gálvez, y le disparó a mansalva. El hecho era confuso pero no quedaron dudas de la brutalidad: quedaron quince vainas en el lugar y Díaz sobrevivió de milagro a las 16 heridas, algunas en la cabeza. La investigación contó con escuchas telefónicas y testimonios como evidencia contra Díaz, quien se hizo cargo del crimen al aceptar la condena.
Al momento de fijarse la pena se tuvo en cuenta que Díaz “demostró su posibilidad de disponer de armas de fuego, hacer uso de las mismas sin mayores miramientos y contar con distintos vehículos al servicio de sus fines delictivos”. También se consignó que “disparó en la vía pública en horarios de la noche hacia un grupo de personas, con la clara intención de producir el mayor daño posible. La ferocidad del ataque _más de diez disparos_ permite colegir que su intención no era un mero amedrentamiento sino una voluntad dirigida directamente a quitarle la vida a las personas que pudiera alcanzar con sus disparos”.