La avioneta pasó cuatro veces sobre un campo de la localidad de Rancagua, un caserío de 700 vecinos ubicado a 14 kilómetros de Pergamino a la vera de la ruta provincial 32, hasta que en la última pasada en medio de la oscuridad dejó caer cuatro bultos sostenidos por paracaídas. En un instante más de 132 kilos de cocaína de máxima pureza tocaron tierra bonaerense. Un millón de dólares de droga en medio de un campo. La secuencia fue seguida con atención por alrededor de 50 hombres de la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la Policía de la provincia de Buenos Aires camuflados en medio de los matorrales.
Por orden del Juzgado Federal 2 de San Nicolás, a cargo del juez Carlos Villafuerte Ruzo, desde agosto pasado realizaban una investigación que pudieron coronar con el secuestro de la droga y la detención de cuatro personas, tres de ellas de nacionalidad boliviana y el restante brasileño. Fuentes de la investigación indicaron que la banda desarticulada esta compuesta por ciudadanos argentinos y bolivianos con residencia en el barrio porteño 1-11-14 del Bajo Flores.
Según pudo saberse el juez Villafuerte Ruzo indagó ayer a los cuatro detenidos en la localidad de Rancagua, cuyas identidades no fueron reveladas a las prensa, y los dejó presos. Fuentes consultadas dejaron trascender que la banda puesta bajo la lupa traía la droga desde Bolivia a bordo de una avioneta para finalmente ser arrojada en zonas rurales. La pesquisa tenía intervenida al menos una decena de líneas telefónicas. Así lograron determinar que los cabecillas de la banda son una ciudadana boliviana de 52 años, y a uno de sus hijos, Según voceros de la investigación los antinarcóticos de la bonaerense montaron vigilancias entre los maizales de un campo de la localidad de Rancagua, ubicado cerca del ex balneario Toro a pocos metros de un camino vecinal, durante varias noches ya que la información con la que contaban les indicaba que una avioneta iba a dejar su carga, pero que la entrega estaba retrasada debido a las condiciones climáticas.
Así hasta que alrededor de las seis de la mañana de este miércoles la aeronave apareció en cielo bonaerense y tras cuatro pasadas dejó caer los cuatro bultos con paracaídas para amortiguar el aterrizaje. Pero los antidrogas no eran los únicos que esperaban por la carga. Cuatro personas en dos camionetas Volkswagen Amarok se acercaron al cargamento. La presunta cabecilla de la banda junto con dos jóvenes de 18 y 23 años y un ciudadano brasileño, de 33. Todos fueron detenidos. Les secuestraron cuatro celulares y cuatro handys. La detención del ciudadano brasileño llevó a inferir de que la droga realizó la ruta Bolivia- Paraguay, donde actúan las bandas brasileras Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), para luego adaptarse a las rutas convencionales de la marihuana.
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Los antinarcóticos de la bonaerense posan junto a su presa: 132 kilos de cocaína.
Casos reiterados
Comenzó a hacerse frecuente durante la pandemia el secuestro de cocaína de buena pureza fruto de "bombardeos" en campos de la zona central del país. Medio año atrás, el 18 de junio pasado, alrededor de 400 kilos de cocaína de máxima pureza en el baúl de un auto en una cochera de Villa Gobernador Gálvez en el marco de once allanamientos ejecutados en Arroyo Seco, General Lagos y Albarellos por efectivos rosarinos de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal. La investigación de esta banda rastreó el periplo de una carga de droga desde que entró al país proveniente de Paraguay en una avioneta que aterrizó en un campo santafesino de Larrechea, a 10 kilómetros de Coronda.
Un mes después el juez federal Marcelo Bailaque, como suplente del Juzgado Federal de Santa Fe, procesó al camionero de 48 años Gustavo Daniel Núñez y al mecánico de 46 Sebastián Osvaldo Romera como organizadores del delito de almacenamiento de estupefacientes y lavado de activos agravado por la habitualidad. Como coautora de esos delitos fue procesada la gestora Jorgelina Verónica Galligani, de 50. Y como coautores de almacenamiento fueron imputados el herrero Matías Ezequiel Tomei, de 23 años y María José Núñez, empleada doméstica de 36.
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Previamente, el 22 de febrero de 2020, una avioneta Piper Cherokee realizó un aterrizaje de emergencia en un camino rural de Naré, cerca de la localidad de San Justo, y chocó contra un alambrado de uno de los campos linderos al camino de tierra. Según indicó el por entones ministro de Seguridad Marcelo Sain la aeronave transportaba “cerca de 200 kilos de cocaína para el consumo en el mercado de clase media y alta en la ciudad de Santa Fe”, valuados entre cuatro y cinco millones de dólares. El juez federal Nº 2 de Santa Fe Francisco Miño procesó al piloto de la aeronave, Juan Adrián Fleitas González, paraguayo de 25 años, y a uno de los operadores del cargamento, un ex policía, Carlos Alberto "Pipi" Maldonado, quien en julio de 2019 fue condenado a tres años de prisión condicional por el negocio de la droga. La avioneta cayó por una alerta de la DEA (Drug Enforcement Administration de Estados Unidos) a la Agencia de Investigación Criminal de Santa Fe sobre un vuelo clandestino a la provincia desde el Paraguay. La droga no fue encontrada.
Cocaína
Distintas investigaciones, algunas cerradas en juicios con condena y otras en curso, permitieron determinar que la cocaína que se consume en Rosario proviene de Bolivia siguiendo una triangulación con Paraguay, para lograr mayor autonomía sobre todo en vuelos hacia pistas clandestinas y el transporte por la hidrovía Paraguay-Paraná. Las rutas terrestres -principalmente las nacionales 34 (Bolivia) y la 11 (Paraguay)- siguen intactas, aunque los narcos exploran todo el tiempo distintas variables por caminos rurales de las distintas provincias. A estas rutas hay que sumarle las de la provincia de Entre Ríos que confluyen en el puente Rosario-Victoria o que les permiten acercarlas a zona de islas para luego ser ingresadas a Rosario por embarcaciones más pequeñas.
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El auto en el que en junio pasado se encontraron 391 kilos de cocaína en Villa Gobernador Gálvez.
En la frontera con Bolivia se puede conseguir el kilo de cocaína a 3.000 dólares. Colocada en Rosario hay que empezar a hablar desde 6.000 dólares. La transacción se produce en dólar billete, lo explica la connivencia del mundo con cuevas y financieras. Esa droga oscila en una pureza del 70 y 75 por ciento. Y se la puede estirar en volumen tres veces, con una pureza digna, o más, con una sensible baja en la calidad. En la calle, el modo más popular de venta dejado atrás los tiempos del búnker, la comercialización cada vez se separa más del gramo para llegar al “saque”. ¿La diferencia? Un saque representa entre 0,3 o 0,5 de un gramo. “Se dejaron de ver los tubos Eppendorf (pequeño contenedor de plástico en que se vendía, al menos mediados de 2015, el gramo de cocaína)”, explicó una fuente policial consultada.
Si bien las fuentes consultadas dijeron no contar con un mapeo de pistas clandestinas en conceptos generales dejaron entrever que es muy complejo realizar ese trabajo porque el radar instalado en la provincia de Chaco “funciona intermitentemente”. Así todo queda en manos de un vecino que en algún lugar de la provincia denuncie al ver más de una vez el paso de una avioneta desconocida, o “panza blanca”, como las reconocen en el norte. Vale recordar que una avioneta en zona rurales de la provincia no es un elemento poco común. Si describieron que las avionetas pueden llegar hasta 100 kilómetros de Rosario y lanzar su cargamento a modo “bombardeo”: lanzar los bultos en vuelo rasante para que en tierra sean pescados por transeros en camionetas.