Los cristianos conmemoraron ayer la crucifixión de Jesús sin los solemnes servicios eclesiásticos o las emotivas procesiones masivas de años pasados, sino con un Viernes Santo en un mundo aislado por la pandemia.
Los cristianos conmemoraron ayer la crucifixión de Jesús sin los solemnes servicios eclesiásticos o las emotivas procesiones masivas de años pasados, sino con un Viernes Santo en un mundo aislado por la pandemia.
El canto de un pequeño grupo de clérigos al interior de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén se escuchaba tenuemente a través de las pesadas puertas de madera, mientras algunas pocas personas se detuvieron y arrodillaron afuera para orar. La iglesia, construida en donde los cristianos creen que Jesús fue crucificado, enterrado y resucitó de la muerte, suele estar atiborrada de peregrinos y turistas.
En tiempos normales, decenas de miles de peregrinos del mundo recorren los pasos de Jesús en la Semana Santa que culmina con la Pascua. Sin embargo, este año se suspendieron vuelos y los sitios religiosos en Tierra Santa están cerrados en un intento de las autoridades por tratar de evitar la propagación del virus.
En Roma, el vía crucis alumbrado con antorchas en el Coliseo es uno de los momentos destacados de la Semana Santa y atrae a decenas de miles de peregrinos, turistas y locales. Este año se canceló. En lugar de presidir la procesión del vía crucis, el Papa Francisco presidió, en una vacía basílica de San Pedro, la misa por la Pasión de Cristo, donde el predicador papal dijo que el coronavirus les ha recordado a los fieles que son mortales, no todopoderosos. "Un virus nos ha recordado que somos mortales y que el poder militar y la tecnología no son suficientes para salvarnos". Luego, Francisco presidió una ceremonia nocturna en la plaza San Pedro, también sin el público.
En la catedral Notre Dame de París, aún semidestruida por el incendio de hace un año, se vio una ceremonia similar. En Islas Filipinas, el bastión del catolicismo en Asia, las misas y otras reuniones solemnes se suspendieron, incluidos los rituales populares con crucifixiones reales que suelen atraer a miles de turistas y penitentes. También se canceló la procesión anual a través del centro de Manila del "Nazareno Negro'', una estatua centenaria de Jesús.
Por Javier Felcaro
Por Delcia Karamoschon