María Eugenia Cardinale es una mujer de espíritu inquieto y dedicada de lleno a lo académico. La pandemia la agarró en Madrid, adonde fue a investigar sobre fronteras y migración por un convenio con la Universidad Complutense. Esta varada allí . No sabe cuándo podrá volver a Rosario, a casa. Es doctora en Ciencias Sociales; docente investigadora de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad de Entre Ríos, y también docente en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, además de coordinadora de la Secretaría de Relaciones Internacionales de la misma facultad. Su tema específico, lo que la llevó a Europa a estudiar es "Fronteras, Seguridad y Derechos Humanos", pero hace dos meses que las fronteras se levantaron sobre cada país europeo y los muertos se cuentan por miles.
Ella alquila una habitación en un departamento en Carabanchel, un tradicional barrio madrileño, no tiene ya casi dinero para gastos mínimos y para el gobierno argentino su caso no es una prioridad de viaje de retorno ya que no está enferma ni tiene edad para estar en riesgo de salud y no tiene hijos pequeños a cuidar, además tiene familia en Rosario que podría girarle dinero, pero sus gastos son en euros y su familia y ella ganan su vida en pesos.
Cuenta desde esa habitación, que da a una calle vacía, que son varios los argentinos en su misma situación. Cuenta que no duerme, que espera. Como todos.
“Al venir saqué los pasajes por Iberia y me fueron cancelando los vuelos de retorno, el último que me cancelaron fue el del 1 de mayo. Las fronteras están cerradas y no tengo pasajes por Aerolíneas Argentinas. No soy prioridad de vuelo y junto a un grupo de médicos argentinos que estamos en la misma situación intentamos abordar los vuelos de Iberia que iban vacíos a Buenos Aires a repatriar españoles, pero no tuvimos suerte, no nos subieron”.
"Para el gobierno argentino su caso no es una prioridad de viaje de retorno ya que no está enferma ni tiene edad para estar en riesgo de salud"
Está sola. “Mi cuarto alquilado es chico, tengo una camita, una mesa donde esperan el mate y la yerba, una ventana que mira a un árbol y por las noches escucho mucho silencio. Hago Yoga, leo, cocino para los dueños del departamento y limpio mucho. Hago de todo para cansarme y poder dormir y para mantener la cabeza fría”.
Es que necesita dormir y al despertarse no ver más ese balcón extraño y saber que lo que apuntaba a un viaje de experiencia académica terminó en un calabozo de lujo, en un encierro en el mismo barrio en que por 54 años España guardó a sus condenados en la prisión franquista de Carabanchel.
“La plata va a empezar a faltarme, ya agoté los recursos. Pediré o me girarán, me endeudaré”, relata con angustia. “Los otros días hablaba con mi marido por videollamada y me mostró nuestra casa, como esta todo y no lo soporté, me puse a llorar a mares. Fantaseo con volver pronto, aunque al regresar esté quince días en cuarentena , aunque sea sola, por que mi marido deba irse y creo que voy a llorar mucho cuando pise suelo argentino”, la conversación por WhatsApp se corta por un instante, las palabras la ahogan.
“Mi cuarto alquilado es chico, tengo una camita, una mesa donde esperan el mate y la yerba, una ventana que mira a un árbol y por las noches escucho mucho silencio"
Es docente y como tal curiosa y analista, no puede con su pasión y cuenta: "Vine a investigar sobre fronteras y la forma de como fueron desapareciendo en Europa a partir de la integración; hasta los primeros días de marzo pasabas de un país a otro y ni te dabas cuenta, pero ahora todo cambió. Se cerraron por completo. Es impresionante, por la historia de la supranacionalidad europea, como la Comunidad pasó a un segundo plano, virtualmente desapareció la Unión Europea y eso marca un ejemplo de los cambios que van a marcar esta crisis global, un cambio fundamental desde la caída del muro de Berlín”.
Maria Eugenia, Mariu para sus amigos, está conforme con el trato que recibe de la Embajada Argentina en Madrid y forma parte de un grupo social de redes de veinte rosarinos que están igual que ella, que están por irse del encierro, por volver y no.