Por primera vez en Rosario el sábado tuvo lugar un encuentro sobre danza inclusiva con arnés para personas con discapacidad. Los chicos pudieron bailar y hasta volar dejando atrás la silla de ruedas, el andador o las muletas.
La experiencia fue fascinante.
El sábado a la mañana, unos diez chicos de entre 8 y 14 años, que participan de las actividades de la Fundación Sol Naciente asistieron a la jornada de danza inclusiva que organizó el grupo asegurador La Segunda en el espacio llamado Detrás de Escena.
Al principio, se acercaron a los arneses temerosos, pero cuando experimentaron que podían moverse por el espacio con autonomía, sin necesidad de los instrumentos que habitualmente utilizan (muletas o sillas de ruedas), no se querían bajar. Pudieron bailar y hasta "volar" con la profesora Yanina Corigliano, una experta en el tema que viajó a Rosario para dictar este taller.
Corigliano es experta en el tema. En 2016 comenzó con un taller de circo adaptado para chicos de bajos recursos con discapacidad intelectual y motora. "Trabajando con ellos descubrí que la danza podía ser una herramienta muy poderosa para que muchos chicos puedan dejar la silla de ruedas y bailar suspendidos en el aire. Le podíamos dar la oportunidad de trabajar con el cuerpo en suspensión, desplazarse en el aire, desafiar la gravedad y volar", aseguró la bailarina y docente de Buenos Aires.
La bailarina demostró con una investigación que la danza aérea resulta una herramienta vital a nivel individual y grupal. "Tiene el poder de habilitar el cuerpo de la persona con discapacidad para mejorar su calidad de vida", explicó en diálogo con este diario.
Está convencida de que "desde la danza se puede cambiar la visión que se tiene del cuerpo de las personas con discapacidad y así sustituir el paradigma: discapacidad por capacidad creadora", subrayó.
La danza con arnés permite "redescubrir la realidad corporal de cada integrante. Así, cada persona es valorada desde su subjetividad en forma integral, destacando tanto las posibilidades existentes de su cuerpo como las dificultades, haciendo de cada límite una posibilidad de experimentación creativa y expresiva, buscando caminos alternativos para el desarrollo de todas sus potencialidades", abundó la mujer que no duda en seguir apostando por una práctica muy poco conocida en Argentina.
¿Qué les pasa a los chicos cuando se suben a un arnés?
Los chicos en silla de ruedas al principio sienten resistencia, miedo, porque no están acostumbrados a salir de la silla, pero una vez que lo prueban, no se quieren bajar, porque encuentran un lugar de autonomía a través del juego. Esto les da mucha seguridad y refuerza la autoestima. La sensación es lo más parecido a volar, para cualquier persona, aun sin discapacidad. Es una experiencia increíble.
Pero siguen dependiendo de un arnés...
Sí, es cierto, pero la experiencia de un arnés es muy distinta a la de estar en una silla de ruedas. Se coloca el arnés y se pueden desplazar por todo el espacio como si estuvieran volando. Muy pocas veces me encontré con chicos que no les gustara. La verdad es que lo disfrutan muchísimo.