A los chicos hay que llevarlos despacio. Hay que protegerlos. No exponerlos. Ni presionarlos. Esas son algunas de las frases que se vienen exponiendo en Central con énfasis desde que Cristian González asumió como entrenador. Lo llamativo es que hay casos puntuales que no coinciden con el relato. Del entrenador sobre todo. Porque el Kily mandó en la pasada fecha a Rafael Sangiovani al corazón del mediocampo. Una posición que no siente. Las ganas, deseos de estar en el primer equipo y respeto hacia el técnico hizo que terminara en cancha contra Godoy Cruz. Y así le fue. Estuvo perdido, errático cuando jugó de doble cinco. Con el antecedente inmediato en la mano, aún muy fresco en realidad, todo hacía presagiar que el volante derecho por naturaleza iba ser reemplazado con lógico argumento. No pasó. Todo lo contrario. Fue ratificado en los dos últimos entrenamientos. Quizá se destape ante Racing. Tal vez se aploma y saca un aprobado al menos. O no. Todo puede suceder en este Central del Kily. Lo cierto es que el chico surgido de las inferiores ahora tiene la mayor presión. La de mejorar en una función que le cuesta. Y mucho.