Javier Sanguinetti y Frank Darío Kudelka son dos técnicos con libretos no tan distintos. Ambos apuntalan sus estructuras en defensas sólidas y apuestan por transiciones rápidas y amplitud en ataque: Newell’s con dos extremos bien definidos y Lanús con dos laterales-volantes que desbordan. El déficit compartido tiene que ver con la generación de juego y la falta de peso en el área. Newell’s, desde la génesis del juego, evidenció un funcionamiento más compacto que en las fechas anteriores, irregularidad que provocó una racha negativa que comenzaba a pesar en los hombros del plantel, cuerpo técnico e hinchas. Y qué mejor que levantarse ante uno que venía peor. El regreso al 4-3-3, que le dio la mayoría de puntos al ciclo Sanguinetti, revitalizó y le dio aire al equipo.
Más que cambio de nombres (que de hecho hubo poco y nada), se vislumbró un cambio de actitud. Juan Sforza se animó a romper líneas y, ante la ausencia de un enganche definido, fue el pasador de turno. Ramiro Sordo estuvo participativo, arrastró marcas de la numerosa defensa granate para que Nazareno Funez pudiera recibir con más libertad y Brian Aguirre (esta sí la apuesta de Sanguinetti para este partido) del lado opuesto hizo gala de su velocidad y hasta intentó de media distancia.
El monopolio que ejerció la lepra durante el primer tiempo desnudó las falencias de Lanús. Por algo es el peor equipo del campeonato. Sin ninguna idea de juego, con una defensa cuantiosa pero no cualitativa y llegando siempre tarde para la foto. El granate corría pero no llegaba, y lo hacía al ritmo impuesto por Newell’s.
El resultado mutó por un gol en contra de Franco Ortellado tras un córner de Aguirre desde la izquierda y se amplió con el grito de Guillermo Balzi, posterior a un pase quirúrgico y de esos que suele dar Pablo Pérez en cada encuentro. Sello distintivo del capitán.
El complemento pudo quedar patas para arriba por la expulsión de Funez. Y no aconteció sólo porque Lanús no supo qué hacer con un jugador más y porque la lepra no se apichonó atrás y mantuvo la idea. Perdió al 9 pero entró Genaro Rossi por Balzi para repoblar el tridente ofensivo. Hasta pudo ampliar la ventaja pero el palo y Monetti se lo impidieron a la corrida bárbara de Aguirre.
Newell’s hizo el daño en la primera parte y encerró el partido bajo siete llaves. Una victoria merecida pero sobre todo importante. No importaban las formas, sólo ganar. Jugando bien, con un gol de carambola, en el último minuto, con un gol en contra, como sea, pero los tres puntos debían quedarse en el Coloso. Y el 2-0 fue justo.
La racha negativa quedó en ocho partidos. No podía extenderse más, menos ante su gente. Era un partido bisagra y lo jugó como tal. Newell’s entendió que tenía que ser Newell’s. Ese equipo que no se complicaba, el que tampoco brillaba, pero sacaba puntos. Recuperó la memoria. Depende de sí mismo para no volver a perderla.
¡CON UN JUGADOR MENOS, LA LEPRA VENCIÓ AL GRANATE EN ROSARIO! | Newell's 2-0 Lanús | RESUMEN