Hace casi una semana en las páginas de Ovación, el redactor Lucas Vitantonio describió con su habitual pulcritud conceptual el abanico de perspectivas que se les abría a Central y Newell's en el torneo de primera división que ayer cortó la cinta de inauguración. Por eso redundar en lo que tan bien estuvo explicado no tiene ningún sentido. El espíritu de estas líneas persigue cuestiones más de fondo, sin codearse con los matices. La idea es ir al hueso de una vez por todas. Y en esa dirección no hay que tenerle miedo a asegurar que Central se armó de los pies a la cabeza para salir campeón. Si no lo logra, serán más responsables los jugadores y Coudet que la dirigencia. Porque si algo hicieron estos dirigentes canallas es invertir millones de dólares en un plantel y cuerpo técnicos que den la talla para lograr ese demorado título nacional que el año que viene cumplirá su 30º aniversario. El Chacho ya se doctoró de buen entrenador, ahora debe coronarlo con un título. Otro logro debe ser entendido como un sonoro fracaso.