No hay caso. Newell’s se sigue derrumbando como equipo y la consecuencia de anoche fue la eliminación de la Copa Argentina en los octavos de final. Con un plantel que físicamente se sigue cayendo y un rumbo todavía indefinido, debido a que la conducción del equipo está a cargo de un entrenador interino, se despidió con una derrota dolorosa contra Talleres por 2 a 1. No jugó bien, el rival tampoco, pero le faltó ese plus, ese empuje que tuvo la T sobre el final para dejarlo sin nada.
El planteo de Newell’s fue agruparse en campo propio, presionar en la mitad de cancha y recuperarla para lanzarse al ataque con un juego vertical. Así consiguió que en contadas ocasiones se le aproximen. Y cuando la conseguía, aceleraba y corría directo hacia el arco del exgolero rojinegro Alan Aguerre. Todos ataques que indefectiblemente pasaban por los pies de Cristian Ferreira. Eso sí, al equipo le faltaba mayor profundidad.
El viento paulatinamente también jugó su parte. Se dificultó mucho dar un pase o meter un cambio de frente. Predominaron las imprecisiones por ese factor climático. Pese a esas dificultades, Newell’s casi saca provecho del balón detenido.
Ferreira metió un tiro libre que Ditta cabeceó desviado. Pancho González pateó un tiro de esquina que Velázquez dejó en las manos de Aguerre. Y Ferreira no estuvo lejos de meter un gol olímpico. Newell’s se acercaba. También Sordo casi grita gol, con un tiro que se fue por sobre el travesaño. Sin ejercer un dominio abrumador ni ser avasallante, la lepra entregaba mejores señales.
Con el paso de los minutos, el viento fue soplando más fuerte y costaba dar dos pases seguidos. En medio de un trámite desprolijo, Newell’s tuvo la única falla en el fondo del primer tiempo. Godoy quedó solo para abrir la cuenta y entre el derechazo mal ejecutado del delantero y el achique de Morales, el conjunto rojinegro zafó.
El juego ingresó en un pozo, por limitaciones compartidas y el ventarrón incesante. Pero Newell’s volvería a contar con chances, como el cabezazo de Panchito que sacó Aguerre. Y antes de irse a los vestuarios, Catalán sujetó a García dentro del área y el árbitro no dudó y sancionó penal. El nueve la metió a la izquierda de Aguerre para delirio de jugadores y público rojinegro.
El vendaval le quitó ritmo al juego también en el segundo tiempo. Cada saque desde el arco de Morales se demoraba un montón. El uno no conseguía que el balón se quede quieto, para exasperación de Talleres, que veía cómo se consumían los minutos, impotente de poder empatarlo.
Newell’s no se apresuraba. Tampoco conseguía gestar juego. Mantenía cierto alivio por la falta de peso de Talleres. Hasta que llegó el fatídico minuto 24’ del segundo tiempo. Ditta puso el cuerpo en el intento por rechazar y la incrustó en su arco.
Con la igualdad, Newell’s fue menos que Talleres. La controló menor tiempo y le fueron llegando más seguido. La lepra se sostenía con dificultad. Ya había salido Mansilla con una molestia. Más tarde les pasó lo mismo a Sordo y Portillo.
Un mal presagio sobrevolaba el Juan Gilberto Funes, Y sucedió. Valoyes desbordó a Campagnaro y Giacone, sin marcas, conectó el centro para el gol de la victoria.
Fue un mazazo para Newell’s. Quedaba muy poco para el final, y la clasificación se le esfumaba de las manos. Pagó caro el precio de que Talleres intentó más y fue a buscarlo, con todas sus limitaciones a cuestas.
La desazón de los jugadores de Newell’s cuando el juez pitó el final es entendible. La derrota, igual, se justificó. Hay un proceso que no frena su caída.