La delegación paraguaya, integrada por cinco atletas, llegó a los Juegos Olímpicos sin muchas
expectativas. Es más, viajaron a Beijing como invitados y parecía que su paso no iba a llamar mucho
la atención.
Pero uno de sus integrantes, más bien, una de sus deportistas ya es una de las estrellas de
la competición. Se trata de Leryn Franco, la lanzadora de la jabalina, quien no apuntó a ganar
ninguna medalla y ni siquiera compite.
Franco se transformó en una de las sensaciones de la Villa Olímpica, no sólo por ser una de
las atletas más bellas de la competición (fue Miss Universo Paraguay y Princesa del Miss Bikini
Universo) sino también por su romance con el tenista serbio Novak Djokovic, ganador de la medalla
de bronce en singles.
En su blog sobre Beijing 2008 publicado en La Nación, el periodista enviado Alejo Vetere
reveló que “la villa (olímpica) ya esconde sus secretos, ya escribe sus historias. Unas no
saben, otras sí. ‘Djokovic luce a su nueva novia como si fuera un trofeo’, dice uno de
los atletas argentinos’ ¿Si es oficial? Sí, si van de la mano a todos lados”.
Tal vez el serbio no ganó el primero premio al tenis, pero en la Villa Olímpica parece que
ligó algo mucho mejor que su medalla de bronce.