La mitología del fútbol argentino relatará en el futuro que hubo una vez un Titán que protagonizó una novela épica, con algunos capítulos tristes y muchos alegres. Y también constará en ese relato, que este goleador de raras características y de insólitas virtudes, una noche de diluvio abrió las aguas como Moisés para que la selección de Maradona cruce el Río de La Plata y busque una clasificación que se hizo posible gracias a una conquista suya, conquista mucho más noble y digna que la que se recuerda mañana 12 de octubre, porque en esta que se escribió ayer el atacante no destruyó, todo lo contrario, resucitó una esperanza que se moría ahogada, pero cuando la angustia se hacía insoportable, apareció él: Martín Palermo, conocido también como el Loco, y metió a un país entero en la más linda de las locuras, porque una vez más mandó al fondo de la red a su gran amor y así la selección argentina pudo ganarle a Perú, sí al modesto Perú, sobre la hora para seguir en la difícil carrera de las eliminatorias.