A las corridas, dividiendo el tiempo entre el trabajo y los entrenamientos, robándole tiempo a su familia, a Iñaki y Simón, sus hijos y a Rocío, su mujer, Ramiro Cárcamo, el octavo de Old Resian, pasó la semana previa a la final del Regional del Litoral metido en el club, disfrutando cada instante con sus amigos, esos mismos con los que vivió situaciones muy distintas a la realidad que les toca vivir hoy.
Porque para poder gozar de este momento, el equipo de Fisherton transitó un largo y duro camino. Dicen que no hay rosas sin espinas, pero lo cierto es que el aroma de esta final tiene para el tricolor un encanto especial. La mayoría de los jugadores que mañana estarán en la final del Regional ante Jockey jugaron en el ascenso durante muchos años y estuvieron en la debacle de 2012, cuando el club tocó fondo y debió jugar la promoción con equipos del tercer nivel. Pero "todo lo que no mata, fortifica”, como dice el refrán, y apenas un año después, tras una buena campaña logró el ascenso. En 2014 clasificó por primera vez a la zona Campeonato y en 2016 el club llegó por primera vez a la final. Hoy en 2019, vuelve a meterse en el partido decisivo.
¿Qué significa para ustedes volver a estar en una final?
Para nosotros es muy importante como grupo y como club. La mayoría de este grupo, que la viene peleando hace rato, jugando mucho tiempo en el ascenso con resultados que no se daban, va a jugar su segunda final y realmente lo estamos disfrutando.
¿Cómo vivieron esta semana?
Estuvimos todos los días en el club, que para nosotros es una forma de disfrutar la final. Los entrenamientos fueron normales, nada de otro mundo, practicamos las cosas que hicimos en el año y que nos trajeron hasta acá. Tampoco hay que volverse loco. Es un juego y si lo miramos desde el punto de vista lúdico, lo único que hay que hacer es mover bien las fichas.
¿Qué tipo de partido esperás ante Jockey?
Obviamente es un partido difícil porque Jockey es un equipo muy completo, muy prolijo, que sabe jugar estos partidos y les gusta. Pero nosotros también tenemos nuestras armas y estamos muy confiados.
¿Notás alguna diferencia entre esa final y esta?
Noto bastantes diferencias. Primero desde la parte anímica, llegamos con otro temple. En 2016 se vivió con mucha euforia comparándolo con lo que nos pasa hoy. Creo que aquella vez no manejamos bien los momentos previos y la vivimos muy tensos, muy nerviosos. Ahora eso cambió, el club cambió, creo que capitalizamos esa experiencia, más allá de que es un partido y puede pasar cualquier cosa.
Jugar una final de local, ¿es una presión extra o una ventaja? ¿Cómo lo tomás?
Jugar en el club siempre es una ventaja. Después, ¿presión por jugar un partido de rugby? No, no hay. Esto es un juego donde todo es amateur: lo hacemos porque nos gusta. Realmente nos sentimos muy apoyados por nuestra gente y por el club. Estamos muy cómodos, por eso creo que el mejor escenario para jugar es donde nos toca jugar el domingo.
Después de la final de 2016 es como que les costó entender que para estar en el lote de arriba necesitaban ser protagonistas, serlos y parecerlos. ¿Lograron ese objetivo?
Desde que subimos a primera el objetivo era ser protagonistas y después de la final de 2016 nos dimos cuenta de que nosotros podíamos ser protagonistas. El 2017 no fue de los mejores años pero igualmente jugamos un Nacional. Ese equipo tenía una base corta y me acuerdo que algunas lesiones nos complicaron.
¿Qué tiene de distinto este Old Resian al de 2016?
Más allá de la experiencia y madurez que le veo a este equipo, este Old Resian está más armado con respecto a situaciones de juego, tiene más cartas para jugar y puede manejar los momentos de un partido de mejor manera. Hoy por hoy, creo que es un equipo más completo.
¿Dónde estuvo el secreto del vertiginoso ascenso de Old Resian, de estar a punto de desaparecer en 2012 a jugar las finales en 2016 y 2019?
Esto no se da por los quince que entran. No es por un entrenador o por alguna persona que vino y cambió las cosas. Acá todo es trabajo, desde el presidente para abajo, enfocarse en un objetivo en común y tirar todos para el mismo lado. Hoy, más allá de que estamos jugando una final, donde Old Resian está ganando es en juveniles: todas las divisiones son competitivas y están peleando ahí. Para mí, este no es el techo de Old Resian. Las cuatro divisiones juveniles entraron en el Top 6, algo que no había pasado nunca. El club, de acá a tres o cuatro años, va a dar que hablar. Van a subir camadas de siete u ocho jugadores con nivel para jugar en primera y eso va a generar una competencia interna que hace que todo mejore. Eso a nosotros no nos pasó nunca. Subía una camada cada cuatro o cinco años. Si esa brecha la achicás y suben jugadores todos los años, indefectiblemente vas a llegar a tener un mejor plantel.
¿Qué enseñanza les dejó el paso por el ascenso que puedan capitalizar mañana?
Creo que la mayor enseñanza es que nunca te tenés que entregar. Nosotros nos criamos abajo. Subimos al plantel superior estando en el ascenso y nos comimos ocho años ahí. Lo bueno es que todo lo que nos pasa ahora lo valorás mucho más porque sabés de dónde viniste. Una de las cosas que el domingo puede prevalecer es que las finales las gana el que más quiere, y nosotros realmente la queremos. Con Duendes en 2016 se fueron dando las cosas y llegamos a la final con un "vamos a ver que pasa”, sin esperar nada. Ahora la realidad es otra: estamos trabajando para esto. Creo que estamos haciendo las cosas bien y hoy por hoy no hay ningún cuco. La final es un partido, cincuenta y cincuenta, donde se enfrentan dos grandes equipos. Si te levantaste mejor y cometiste menos errores sos campeón y esa no te la quitan.
Independientemente del resultado, ¿ya lograron el objetivo?
En realidad el objetivo es ser protagonista y siempre dar un poco más. Mejorar jugando al rugby, desplegar un buen juego y poner al club lo más alto posible. Ese objetivo está cumplido, el real, todavía no. Ahora que estamos acá queremos salir campeón.