“El 30 de abril de 1993 fue un día soleado con cierto escalofrío en el aire”. Así es como recuerda la ex tenista Mónica Seles la jornada en la que se enfrentaba a la búlgara Magdalena Maleeva por los cuartos de final del torneo de Hamburgo. Ella tenía apenas 19 años pero venía de ganar su tercer Abierto de Australia tras obtener la victoria en la final ante la alemana Steffi Graf, a quien había desbancado del puesto de número 1 del mundo en el ránking WTA en el 91.
Seles había nacido el 2 de diciembre de 1973 en lo que era Yugoslavia pero luego se nacionalizó estadounidense ya que viajó a cumplir "el sueño americano" de poder dedicarse al tenis de manera profesional. No había dudas de que se encontraba en su mejor momento: para 1993 ya había conquistado 8 Grand Slams en apenas tres años de carrera profesional aunque todavía le quedaban muchos torneos que ganar. Sin embargo, un episodio que cambiaría la historia del tenis mundial la tuvo como protagonista aquel viernes de abril en tierras alemanas.
Eran las 18.50 cuando el partido entre Seles y Maleeva se detuvo para un descanso. La serbia venía ganando 6-4 y 4-3 y con tan solo un set más pasaría a las semifinales del torneo. Se sentó en su silla para descansar, tomó la botella de agua y al posarla sobre sus labios sintió intempestivamente un fuerte dolor en su espalda que pronto se apoderó de todo el cuerpo. Lo primero que hizo fue girar sobre sí misma para ver de qué se trataba tal molestia y ahí estaba él: Günter Parche.
Parche atras de seles.jpg
El alemán, de 38 años, tenía en sus manos tenía un cuchillo de 22 centímetros. Era el arma que había clavado en la espalda de la entonces jugadora, quien sufrió una herida de unos 4 centímetros de profundidad. Podría haber sido peor. Parche estaba calculando el segundo ataque cuando guardias y espectadores lo tomaron de los brazos para inmovilizarlo primero y luego alejarlo del lugar.
El alemán era una de las 10.000 personas que formaban parte de la audiencia que esa tarde miraba el encuentro de tenis. Asistió con un objetivo claro: lastimar a Seles. ¿El motivo? Estaba obsesionado con la alemana Steffi Graf y no podía soportar que Seles le hubiera "arrebatado" el primer lugar del ranking mundial. Su plan era lastimarla para mantenerla fuera de las canchas por un tiempo y esto le permitiría a la alemana volver al puesto más alto.
Monica Seles stabbing tennis
“Me caí de la silla, retrocedí un par de pasos y me desplomé en las manos de un hombre que había entrado en la pista para ayudarme”, recuerda Seles en su autobiografía. Quedó en estado de shock. Su hermano y una entrenadora estuvieron a su lado. Él la acompañó de camino al hospital en la ambulancia que la trasladaba. El dolor le molestaba tanto que demoró tiempo en dimensionar lo trágico que podría haber sido aquel episodio.
Luego de dos días, Graf fue a visitar a su colega aunque nunca se supo qué fue lo que hablaron. Luego la serbia reveló que le sorprendió la naturalidad con la cual siguió el torneo que se estaba disputando aún después de semejante episodio.
Vuelta a casa, rehabilitación y malas noticias
Tras el encuentro con la alemana, Seles emprendió la vuelta a Colorado, en Estados Unidos, lugar en el que se instaló para profesionalizarse en el tenis cuando era apenas una niña. En aquella ciudad empezó su recuperación en una clínica que ya la había atendido por lesiones en 1991. Le dieron instrucciones clave, aunque la principal era mantener el hombro izquierdo, que había recibido la agresión, inmovilizado por cinco semanas.
Mientras la tenista trabajaba en su puesta a punto, 17 de las 25 mejores jugadoras del circuito se reunieron para decidir sobre el futuro del ranking de Mónica por el indefinido tiempo que demoraría en volver a las canchas. Sólo Gabriela Sabatini se abstuvo de decidir: las demás eligieron que no se congelara su puesto.
Sumida en la gran incertidumbre sobre su estado físico, una noticia cayó como un baldazo de agua fría en la familia Seles. A dos semanas del episodio, la salud de su padre comenzó a decaer y después de hacerse estudios el diagnóstico fue cáncer de próstata. La noticia, sumada a su compleja recuperación tras la cuchillada del fan alemán, derivó en un declive de la serbia que comenzó una etapa de ansiedad y trastornos alimenticios.
Mónica Seles tocó fondo, las ganas de volver a jugar eran cada vez menos y las victorias de Graf más, lo que también afectaba su cabeza. Fue cuando decidió comenzar un tratamiento psicológico que la ayudaría a salir a flote. Por el tenis había abandonado su ciudad natal y era lo único que había hecho toda su vida. “¿Quién sería yo sin el tenis?”, era la pregunta que rondaba en su mente todo el tiempo.
El retorno a las canchas y la vuelta a la vida
Tras un año y medio de rehabilitación, tanto física como psicológica, el día tan ansiado llegó. El Masters de Canadá se disputaba en Montreal y comenzó el 24 de julio de 1995. Seles no iba a aceptar perder en la primera ronda y la superó. Y así siguió en todas las instancias. El resultado final sorprendió a muchos: el 31 de julio se enfrentó a la sudafricana Amanda Coetzer y por 6-0 y 6-1 se consagró campeona del torneo. Se llevó todos los aplausos. No sólo se aplaudía su tenis, se aplaudía su esfuerzo, su tenacidad, su vuelta a las canchas y a la vida.
Hasta su retiro en 2008, la zurda sumó un Grand Slam más a su vitrina, el Abierto de Australia en 1996. El mismo año logró llegar a la final del Abierto de Estados Unidos y dos años después logró el subcampeonato de Roland Garros, semanas después del fallecimiento de su padre.
Con respecto a Parche, se supo que la justicia lo dejó en libertad aunque lo sometió a un largo proceso de rehabilitación psicológica por trastornos mentales. Insatisfecha con la decisión, Seles criticó el accionar de los jueces y dejó en claro que nunca más pisaría suelo alemán para competir.
A pesar de todo el esfuerzo realizado, Seles nunca volvió a poseer la magia que tenía antes de los 20 años. Sin embargo hasta la actualidad es considerada como una de las mejores tenistas de la historia. Además de su manera de jugar, el accidente cambió su vida y aumentó la seguridad en los torneos de tenis, ya que desde aquel momento hay personal de custodia que se dedica a observar al público mientras se disputan los encuentros.
”La muestra de que una fracción de segundo puede cambiarte como persona para siempre”, analiza Seles en su libro On My Body, My Mind, My Self el relato del episodio sucedido hace 28 años.
Una carrera multipremiada y jamás olvidada
Cuando tenía 16 años, Seles se convirtió en la tenista más joven de la historia en ganar un campeonato al conquistar su primer Roland Garros en 1990 al vencer, casualmente, a Steffi Graf. El mismo año logró ganar el WTA Tour Championship, torneo que juegan las mejores posicionadas de la temporada, enfrentándose a Gabriela Sabatini en la final. A partir de aquel momento, los triunfos no pararían de llegar.
Entre los años 91 y 93 se consagró campeona de 6 Grand Slams al obtener tres veces el Abierto de Australia, dos veces Roland Garros y dos el Abierto de Estados Unidos, mientras que en 1996 ganaría el último de su carrera alcanzando un total de nueve.
Por otro lado, desde su debut como profesional en 1989 hasta antes del suceso en Alemania, había sumado 31 títulos individuales entre Grand Slam, WTA Championships, Tier I y WTA Tour, y 4 en dobles. No obstante, en la era que le siguió pudo obtener 31 en individuales y 2 en dobles.
Como deportista ya nacionalizada estadounidense, consiguió la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, torneo en el que la plateada fue para la rusa Yelena Dementieva y la dorada para su compatriota Venus Williams.
Tres años después se perjudicó con una lesión en una competencia y nunca más volvió a disputar partidos oficiales. En el 2009 ingresó al Salón de la Fama del Tenis, un año después de que el 15 de febrero del año 2008 anunció finalmente su retiro, dejando una marca imposible de olvidar para los fanáticos del deporte.