Pero JxC termina implotando por una crisis que comenzó cuando Macri se alejó de la Casa Rosada. Y que nunca se saldó puertas adentro. En ese punto radica una clave del triunfo de Sergio Massa (Unión por la Patria, UP), quien capitalizó esa división para compensar la pérdida de cerca de 4 millones de votos oficialistas desde 2019.
Así como pescó en la grieta opositora antes de la primera vuelta, los días por venir tendrán al ministro de Economía acicateando esa fractura. El domingo, desde el escenario, activó el juego de seducción al radicalismo y ligó al PRO a ese Milei tan proclive a transitar los bordes de la democracia como nuevo dueño del refugio del antikirchnerismo sin concesiones.
Convicciones y deseos, y la sombra del voto táctico, son factores que ya comienzan a tallar en lo más profundo de cada argentino" Convicciones y deseos, y la sombra del voto táctico, son factores que ya comienzan a tallar en lo más profundo de cada argentino"
Macri, quien meses atrás había ajustado la sintonía con Milei, apuró la búsqueda de un nuevo bloque competitivo al peronismo. Y justificó el apoyo al ultraliberal, pero sin autocrítica ni poniendo sobre la mesa un acuerdo interno en Juntos. Otro enigma es si con Bullrich podrán amansar al león, más allá de la viralización de memes para alimentar militancias virtuales. Cuatro días después de la votación, el paso del líder de LLA por un estudio de televisión, envuelto en una polémica por sus intempestivas reacciones y enojos durante una entrevista, amplificó las dudas. Por lo pronto, dejó la motosierra en un rincón y arrancó con recorridas de bajo perfil por comercios y fábricas.
Si bien resta pulir la letra fina del pacto sobre una eventual gobernabilidad y unidad para acrecentar la masa legislativa, el ex presidente y la otrora candidata procurarán tonificar la campaña de La Libertad Avanza. La apuesta redundará en el corrimiento de ciertas referencias sin filtro —y por momentos autodestructivas— del espacio de Milei, que también empezó a pagar un costo por acercarse a la misma “casta” que, con tanta vehemencia, combatió hasta el 22 de octubre.
Las deserciones llaman a la puerta: Luis Barrionuevo le retiró el apoyo a Milei tras el acuerdo con Macri, quien a su vez había pedido dejar de lado al gastronómico. Cerca del economista aluden a un quiebre cuando el gremialista no cumplió con la cantidad de fiscales prometidos para el domingo (y que ahora aportaría el PRO para el balotaje). Un acuerdo de cúpulas no garantiza la transferencia de votos, motivo por el cual las chances de LLA dependerán, entre otras variables, del modo en que el macrismo y sectores de JxC sustenten al diputado.
Milei viene de cosechar el 30 por ciento de los votos y Bullrich, 24%. Ambos totalizan 54%, pero hasta el domingo estaban divididos. Pese a que Macri recupera su ansiada centralidad, la flamante unión con LLA minó de rencores a Juntos: Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal propusieron la abstención, aunque barruntando rechazo al libertario. Lo mismo Elisa Carrió (Coalición Cívica, CC).
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Parece quedar en manos de la UCR y sus gobernadores la responsabilidad de erigir un nuevo espacio de centro. Su musculatura es mayor que en 2015. La ruptura con Macri (a quien el radicalismo le endilgó la responsabilidad de la derrota electoral) no deja de generar incertidumbre, pero en el centenario partido impera el convencimiento de que Milei es el límite de todo. El recelo crece entre los que piensan que se trata de un sí a Massa con silenciador.
“Para acercarse a la gente, (el ex vicepresidente) Carlos Chacho Alvarez iba en subte. Ahora, para acercarse a la gente, hay que expresar ira y violencia”, deslizó a La Capital un joven —pero experimentado— dirigente opositor, al aventurar los detonantes del pacto Milei-Macri.
Surfeando por ahora la crisis política, el radical Maximiliano Pullaro, gobernador electo, instó desde Estados Unidos (fue por financiamiento para su próxima gestión) a cuidar Unidos para Cambiar Santa Fe, la exitosa alianza que tiene a JxC como uno de sus pilares, mientras sus espadas siguen armando el futuro gabinete, que incluiría a halcones del PRO. Felipe Michlig, jefe de la UCR, se acopló al mandato nacional de la fuerza de no acompañar a ninguno de los dos candidatos.
En el PRO santafesino, por el momento, hay mayor efervescencia. Gisela Scaglia, vicegobernadora electa, viajó a Arabia Saudita y Qatar (invitada por el mandatario saliente Omar Perotti) y no se manifestó a favor de Massa ni de Milei. Federico Angelini, quien lidera otro sector halcón del espacio en Santa Fe, y Cristian Cunha, jefe del partido en la provincia, apoyaron con firmeza la jugada de Macri.
Otra pieza de Unidos, el socialismo provincial —que acompañó la postulación del cordobés Juan Schiaretti—, se reunirá sobre el cierre de la semana para definir su posición de cara al balotaje. El no a Milei está certificado. Un sector interno del PS, Bases, ya fichó con Massa (al igual que el Frente Amplio por la Soberanía, que también integra).
En Creo, que conduce el intendente de Rosario, Pablo Javkin, estirarán la decisión al menos hasta que los dos candidatos presidenciales expliciten sus propuestas para la segunda vuelta. Incluso, desestimaron a La Capital que el haber compartido días atrás un actividad oficial con referencias del oficialismo nacional signifique un aval abierto a Massa. “Fue una convocatoria que unió a funcionarios con responsabilidad ejecutiva en distintos niveles”, se atajaron.
En Santa Fe, si bien el ganador fue Milei, el ministro de Economía mejoró significativamente su performance. Por eso el PJ provincial ya reforzó una estrategia basada en un trabajo conjunto para el balotaje. Todo un logro tras la paliza histórica que lo acaba de desalojar de la Casa Gris.
Para Massa fue decisivo poner en marcha la militancia territorial, como también encuadrar a tribus internas muy críticas a su persona. Y se erigió en conductor provisional del justicialismo, diferenciándose incluso de sus rivales directos de la oposición. Si el candidato de UP alcanzó el límite que hoy impone el peronismo, es el dato que todavía provoca titubeos. En un balotaje los electores suelen hacer uso de más atribuciones en contraste con las Paso o una primera vuelta.
El desempeño de Massa también refleja la ligazón que, pese al distanciamiento de toda liturgia kirchnerista, mantiene con Cristina Fernández. La vicepresidenta sigue imantando respaldos en el conurbano de Buenos Aires (pese a la pérdida de votos respecto de 2019), a su vez, pieza clave de la victoria del tigrense. Superada la campaña, el vínculo entre ambos deberá quedar en claro. Si el ministro gana el 19 de noviembre, habrá nuevo jefe en el peronismo.
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A Massa, inmerso en un prudente silencio frente al cambalache opositor y en un demandante doble rol (ministro-candidato), la agenda inmediata lo llevó a concentrar la atención en el problema de la falta de combustibles. Afinar la estrategia para que no quede margen de error, es la tarea. Ya piloteó, con profesionalidad, la campaña previa con las herramientas (ayudas estatales) de un gobierno reprochable en varios frentes y con un récord de inflación del 140 por ciento. La apuesta sube su valor en un contexto económico adverso.
A su vez, el jefe del Palacio de Hacienda continuará apuntando al centro para atraer un voto no kirchnerista (radicales y larretistas), haciendo foco también en Hacemos por Nuestro País —Schiaretti y aliados—, que duplicó el respaldo que obtuvo en las Paso. Y vendrán nuevos desembarcos en el interior del país. Seguridad, obras y coparticipación destacan como prioridades anotadas para Santa Fe, según lo conversado en la última cumbre con gobernadores.
A la par del conflictivo rearmado que experimenta el arco opositor tras la primera vuelta, la propuesta massista de “un gobierno de unidad nacional en base a proyectos” va hacia una nueva confluencia de partidos.
Convicciones y deseos, y la sombra del voto táctico, son factores que ya comienzan a tallar en lo más profundo de cada argentino. Y para no pocos resultará una elección difícil, en la que retornara, dado el formato duelo en las urnas, una ola de miedos sin distinción de candidatos.