Horacio Rodríguez Larreta quiere entonar como Ricardo Soulé y cantarle a Mauricio Macri: “Todo tiene un final, todo termina”. Necesita demostrar que ahora él es el jefe. En Santa Fe no hay más jefes porafuera delos que gobiernan. Falta casi un mes exacto para el cierre de listas nacionales, pero el 9 de julio es el momento del cierre provincial.
Aquella idea respecto de que la pandemia haría invisibles e inaudibles las disputas preelectorales han caído en saco roto. El ruido que viene desde la interna de Juntos por el Cambio es ensordecedor. En el Frente de Todos, por necesidad y no por amor, Alberto Fernández tuvo que caminar con Omar Perotti bajo los árboles de Olivos e ir a Córdoba a sacarse una foto con Juan Schiaretti.
En Santa Fe, el despacho de Pablo Javkin parece la Meca de los radicales y los muchachos y muchachas de Juntos por el Cambio. Todo por una foto.
Nadie tiene un plan, nadie sabe otra cosa que criticar al gobierno nacional en la oposición, o a la Casa Gris en Santa Fe. No parece caerse una idea. Salvo la excelente decisión de legisladores opositores de avanzar el proceso contra alguien que le hizo mucho daño a la convivencia santafesina: Marcelo Sain.
Todo lo que se haga de ahora en más –salvo lo de Sain, que es un tema institucional– estará fundamentado en la cuestión electoral. No está mal ni bien: es así.
Créase o no, el que tiene la llave para terminar con el bochinche provincial en Juntos por el Cambio se llama Miguel Del Sel. El cardenal Samore conjetural ya les dijo a Macri y a Larreta que no quiere ser candidato a senador nacional. Pero esa negativa hace proliferar como hongos las postulaciones, la falta de disciplina a un liderazgo
“Es impresentable lo que pasa en Santa Fe. No puede ser candidato o candidata todo aquel al que se le ocurra. Por eso, Horacio le pidió a Del Sel disciplinar la tropa, pero fue solo una foto, no sirvió para nada”, le dijo una fuente porteña a La Capital. Ya hay varios autoproclamados y habrá muchos más.
En el Frente Progresista hay dos nombres instalados con los suficientes pergaminos para ser candidatos: Antonio Bonfatti y Mónica Fein. Pero Bonfatti se recluyó, tal vez esperando un pedido unánime de los diferentes sectores. Algunos en el socialismo quieren apostar a candidatos poco conocidos pero de otra generación, buscando “renovación”. No es este el momento. La pandemia impide la instalación de nuevos nombres. Pero cada uno es dueño de su futuro.
En el PJ Santa Fe, no pasa nada por afuera de Perotti. Aunque lo vivan criticando sus propios compañeros, el gobernador creó su propia carpa, le puso nombre y tiene su candidato: Roberto Mirabella. Por afuera de esa estructura no asoma nadie golpeándose el pecho. ¿Será una cuestión de tiempo?
Hábil, Perotti desactivó cualquier interna con Agustín Rossi (el otro cacique) al nombrar a Roberto Sukerman en el Ministerio de Gobierno. Sukerman dijo esta semana en un programa político que es un agradecido a Perotti y que le gustaría acompañarlo hasta el fin de su mandato.
El que podía mover el agua del estanque peronista era Marcelo Lewandowski, con una candidatura a concejal que nucleara detrás suyo a todo el peronismo. Una victoria peronista en Rosario daría mucho que hablar. No está demás recordar que perdió la general a intendente por solo 7 puntos. Pero el ex comentarista deportivo se quedará en el Senado, una especie de Disneylandia, como le dijo una vez Emilio Jaton.
Mientras, Javkin los recibe de a uno y de a una. Pasaron radicales de toda laya, símbolos del PRO, entre otros. “A nosotros todavía no nos invitó”, dicen desde el sector lifschizta, aunque Fein lo elogió mucho al intendente en las últimas horas. El acortamiento de los plazos parece haber golpeado la puerta de Javkin, quien podría disputar una candidatura a gobernador.
María Eugenia Schmuck esta haciendo bien las cosas como para seguir ganando boletos, camino a una candidatura a intendenta de ese sector político, el mismo de Javkin, al menos en la campaña pasada a intendente.
Por afuera de los frentes mainstream aparecen una multitud de vectores, muchos progresistas, que dicen lo mismo, piensan lo mismo, pero van separados. Ciudad Futura tiene en su interior a una dirigenta con muchas potencialidades, de las que no abundan en la política local: Caren Tepp.
Pero antes, Ciudad Futura, el partido de Rubén Giustiniani, Carlos del Frade deberían intentar converger hacia una síntesis que también sea convocante del socialismo, que no quiere saber nada ni con la pasta (Frente de todos) ni con el pollo (Juntos por el Cambio). Aunque el menú principal parece tener esos dos platos. Se verá.
Por encima de todo, hay un dato sobresaliente: Cristina Kirchner está mejor en las encuestas de imagen que Fernández. Se trata de una empírica consecuencia del mal gobierno del porteño de Puerto Madero. Cuesta identificar qué le pasa al presidente, que no solo gobierna mal: declara peor.
Hay un presidente con cada vez menos liderazgo, y el peronismo ya es kirchnerismo. Como alguna vez fue menemismo. Solo queda Sergio Massa intentado diferenciarse cuando puede.
Lo peor que puede hacer el periodismo de análisis es subestimar al kirchnerismo, a Cristina y al propio Massa, cuando en la vereda de enfrente lo único que hay es zafarrancho.