Todo lo que pasó el 26 de octubre obliga a revisar muchos supuestos respecto a cómo procesa la opinión pública todo lo que acontece en la previa y cuál es el contexto preciso en dónde ocurren los acontecimientos. No importaron los casos de corrupción, ni la falta de empatía con causas sensibles, ni el fastidio con el liderazgo confrontativo, ni cierta falta de enfoque del presidente en los temas más importantes, ni la recesión económica. Todo se resume en una expresión: “quiero calma”. Una sociedad que viene muy golpeada durante muchos años por una crisis sin fin pidió una tregua. Cualquier atisbo de mayor incertidumbre, le resultó perjudicial. Así, le extendió el crédito a Javier Milei, crédito que no es un cheque en blanco.
Erraría el gobierno si creyese que lo sucedido es un aval a todo lo que vino haciendo y cómo lo hizo. El miedo a un regreso de los K operó, sin duda, sumado al mencionado temor a la incertidumbre, la eventual falta de gobernabilidad con todas las consecuencias económicas que eso pudiese traer. Pero las demandas preexistentes no cambian por un éxito electoral. Muchas veces se potencian precisamente por el crédito otorgado. Puede implicar una sociedad que le ponga una vara más alta, y que ya no se conforme con la baja de inflación y la perspectiva de mayores inversiones, etc.
El presidente está haciendo lo razonable. El resultado fue mejor de lo esperado, por lo tanto, hay que administrar el capital ganado con sabiduría. El domingo a la noche estuvo a la altura de las circunstancias, con un estilo y discurso más institucional, se abrió al diálogo -aunque no con todos- y marcó agenda hacia adelante. Y avanzó con algunos cambios de gabinete. Ya había anticipado los días previos a los comicios que primero evaluaría los resultados y luego decidiría qué le convenía para encarar la segunda parte del mandato.
Los triunfos calman internas y ansiedades, pero no las evitan. Tarde o temprano vuelven a la superficie. En la puja entre Santiago Caputo y Karina Milei, ésta sacó ventaja ya que el esquema político de ir a la guerra con ejército propio, no prestado, dio resultado. Ahora LLA tiene soldados en todos los rincones, al servicio de la causa, y seguramente con aspiraciones personales. No significa que sea una buena milicia, ni que no tenga infiltrados, pero serán huestes entusiasmadas.
Este aspecto es muy relevante porque, aun con todas las innovaciones tecnológicas que están afectando a la política, ningún proyecto político se puede consolidar en el tiempo sin una estructura territorial bien aceitada. Las redes sociales son claves, pero no reemplazan a lo tradicional, sino que deben convivir.
Mercados aliviados
Los mercados reaccionaron como era de esperarse, pese a las oscilaciones del dólar. Más allá de los cálculos económicos, creen en la solidez de la gobernabilidad para hacer sus proyecciones. Lo mismo que el empresariado y el propio Donald Trump. En ese sentido, el presidente tiene ahora menos margen de maniobra para desconfiar de la casta si quiere cumplir con su parte de concretar las reformas estructurales que profesa: todos los actores internos y externos se lo piden.
Todos los que apostaron contra Milei salieron perdiendo, sobre todo los gobernadores de Provincias Unidas. Con las características del resultado electoral les será mucho más difícil, sino imposible, contrariar al gobierno en el corto plazo. Se habrá cumplido así una profecía del primer mandatario: que el apoyo de los votos iba a disciplinar al sistema político para no obstaculizar su agenda del segundo tiempo. Dado el shock de la ola violeta, lo más probable es que los mandamases provinciales traten de frenar un poco el ímpetu libertario para no quedar “pintados” en este nuevo escenario, lentificando los debates en el Congreso. Ya se sabe que el presidente tratará de acelerar a fondo.
¿Cómo quedan Mauricio Macri y el PRO? En el medio del río porque no pueden no apoyar al gobierno con este resultado contundente, y al mismo tiempo no tendrá el expresidente mucho margen para presionar a Milei para que cambie estilos, políticas y funcionarios. El bilardismo oficialista le juega en contra a los amarillos.
Por supuesto que quedan muchos interrogantes por el camino. La pelota está ahora en el campo de LLA, porque el aval fue lo suficientemente fuerte como para que la expectativa se centre en qué hará con el capital político acumulado. Salvo que cometa errores muy groseros, tanto la sociedad como el poder económico difícilmente le presten mucha atención a las críticas. Opositores al freezer.