En medio del dolor, la mamá de Julieta, Fabiana Morón, no se cansó de repetir que su hija “nunca fue pareja” de Cristian Romero. Con entereza, pese al momento que atravesaba, la mujer recibió a La Capital en su domicilio ayer por la mañana, acompañada por el esposo, Adrián, y uno de los hermanos de la víctima, Jonatan Javier.
La casa de la familia de Julieta se encuentra ubicada en un barrio de viviendas tipo Fonavi. En el interior se destaca una gigantografia de la joven, como si fuera un telón de fondo de los padres mientras atendían a la prensa.
Fabiana dijo que a Romero “lo conocíamos, como nos conocemos todos en el pueblo. Era compañero de mi hijo. Quiero dejar en claro que él no era su pareja. Nunca fue pareja de ella. Nunca tuvo relación sentimental. El le mandaba mensajes, como que estaba obsesionado con ella. Ahora nos enteramos que a otra chica del pueblo también le manda mensajes”.
“Julieta decía que era cargoso, que lo bloqueaba y listo”, contó la madre, quien nunca imaginó que una persona con la que tenían contacto frecuente podía llegar a cometer tal atrocidad. “El ha estado tomando mate acá, con mi hija y conmigo, porque era compañero de trabajo de mi hijo. Ha venido un montón de veces a casa. Nunca pensamos que en un pueblo podía pasar esto, que de los mensajes podía llegar a pasar esto”, dijo.
La mujer manifestó que todos sabían que el acusado de matar a Julieta “era un golpeador. Este es un pueblo de 2 mil personas y todos sabemos de todos”.
“En los pueblos somos gente confiada. Nunca pensás que alguien te va a hacer algo. Cuando Julieta no aparecía pensamos que se la podría haber llevado alguien de afuera”, dijo.
La madre repasó la última charla con Julieta. “Antes de irse a trabajar me dijo que cuando empiece a limpiar para cerrar el kiosco me mandaba un mensajito para que le caliente la comida. Así lo hacía siempre. Me mandó el mensaje a las 23.20 y nunca llegó”, dijo con la voz entrecortada.
Ante pregunta de cuándo sospechó lo peor, dijo: “Al pasar las horas y el teléfono seguía apagado”.
En una de las pocas intervención de Adrián, papá de Julieta, definió a la joven como “una hija espectacular, muy compañera de ella (señalando a la mujer). Era la una para la otra”.
“Era todo para mí. Sé que ella es la que me da fuerza para que pida justicia. Necesito que no se olviden de ella. Si fue él solo (por Romero), que pague. Y si hubo otros, que los encuentren y paguen”, dijo Fabiana.
Antes del velorio, la madre confió: “Ahora me van a entregar el cuerpo y no la voy a ver. La voy a enterrar, y quedarme con el recuerdo de cuando la acompañé al kiosco”.
El hermano, Jonatan Javier, dijo que a Romero lo conoce “desde hace años. Somos albañiles y compartíamos todo el día. Cuando buscábamos a Julieta fue a la comisaría conmigo y me dijo que vayamos a buscarla por los campos”.
Fabiana contó que ese mismo sábado, Romero le dijo al hijo que le iba a pedir al patrón salir antes del trabajo “para ayudarlo a buscarla. Hablaba con el hermano con una frialdad...”
W. Barbarich y G. Orellano