Por Carina Bazzoni
Héctor Río
Reclamo. Los carteles exponen la grave situación que atraviesan los equipos de salud.
La imagen es fuerte. Muestra a un joven con su guardapolvo blanco impecable, el estetoscopio colgando del cuello y un ojo morado. La fotografía es parte de la campaña lanzada por el Colegio de Médicos para advertir sobre un problema que les preocupa: las agresiones, verbales y físicas, que sufren los trabajadores de la salud en los hospitales, sanatorios y dispensarios. "Las situaciones son casi diarias", advierte Angela Prigione, presidenta del organismo que nuclea a los profesionales, convencida de que es necesario no sólo sensibilizar a los usuarios de los servicios, sino a las autoridades del sistema de salud sobre un problema que tiene múltiples aristas: un incremento de la violencia social, la saturación de las guardias de los efectores y las malas condiciones edilicias, entre otras. Las consecuencias impactan en la salud de los médicos: la mayoría de quienes recurren a los servicios de asistencia psicológica del Colegio se acercan después de haber sido víctima de una agresión.
"En la facultad nos enseñan cómo tratar a un herido de bala que llega a cirugía, cómo reanimarlo, qué atención brindarle. Pero nada nos dicen sobre cómo hablar con sus familiares, cómo transmitirle la gravedad del cuadro, en qué lugar hacerlo, con qué palabras", señala Prigione y advierte que existe un crecimiento en las agresiones a los profesionales de la salud. "Estamos preocupadísimos", señala.
Esa inquietud fue el motor de la campaña que empapeló de afiches varios sectores de la ciudad con la consigna "no a la violencia a los equipos de salud". En forma paralela, iniciaron una serie de conversaciones con diputados de distintos bloques para reflotar un proyecto de ley para sancionar con mayor dureza las agresiones a los médicos o trabajadores de la salud (ver aparte) y a exigir protocolos en el sector privado para atender estos casos.
El problema no es nuevo ni es exclusivo del sistema de salud de Rosario, pero el aumento de la conflictividad social y también de las disputas por el territorio entre clanes ligados al delito que elevaron este verano el número de muertes violentas y heridos de arma de fuego imprimió una nueva dinámica, sobre todo en las guardias de los hospitales.
"Es la primera puerta que cualquier ciudadano encuentra abierta las 24 horas, donde llega en un estado de mucha vulnerabilidad, y los médicos somos el primer órgano de choque donde descargan lo que le pasa. Y esto también resiente la atención, porque frente a la agresión lo que sucede es que se para el servicio o se cierra el centro de salud", describe Prigione.
Vulnerables
Hace un mes, dos médicas de guardia del Hospital Roque Sáenz Peña trabajaban en su consultorio cuando empezaron a escuchar golpes en la puerta. Ni bien se asomaron, una pareja que esperaba ser atendida las increpó, empezaron a insultarlas y, de repente, la mujer empujó a una de las profesionales y le golpeó la cabeza contra el escritorio. Lo más curioso del caso es que cuando las médicas fueron a la comisaría 15ª a denunciar la situación, quedaron detenidas e incomunicadas cinco horas, porque sus presuntos agresores las habían denunciado por maltrato.
La situación desató una medida de fuerza parcial en la guardia del centro de salud de zona sur. "Fue la gota que colmó el vaso", recuerda Sandra Maiorana, secretaria gremial de la Asociación de Médicos de la República Argentina (Amra) y advierte que el aumento de las agresiones acompañó el retiro de las custodias policiales en algunos centros de salud. "Hay cantidad de situaciones que no siempre se denuncian porque viviríamos en las comisarías, sólo se registran los casos graves. Muchos profesionales tienen miedo de denunciar, porque las familias los conocen y temen represalias. Hay mucha angustia. El otro día una médica me dijo: «Me quedan cinco meses para jubilarme, ojalá pueda hacerlo»".
La referente de Amra explica que las condiciones en que se prestan los servicios de salud son parte del problema. "Debido a la crisis económica, las consultas en la salud pública se incrementaron un 20 por ciento. Ese aumento se sostuvo con la misma cantidad de profesionales o menos y eso hace que las esperas sean más largas, que los servicios estén saturados y las guardias sobrecargadas de trabajo", describe.