"Hoy vamos a hablar de inseguridad", dicen los chicos de 7º grado con voz clara, y en algo más de un minuto y 20 segundos condensan lo que atravesaron en los últimos meses en la escuela Nº 1.254 Tomás Espora. Lo que significa "tener inseguridad", los "tipos de inseguridad" y las tres amenazas anónimas que recibieron en la institución a la que concurren todos los días, y que los obligó a suspender las clases primero y a asistir con jornadas reducidas después. El micro de radio que armaron con docentes de Alfabetización fue una forma, justamente, de decir eso que les pasa, además de dejar en claro un pedido: "No queremos tener miedo de venir a la escuela. Queremos que nos escuchen y nos protejan".
Es que, además del miedo, después de cada amenaza, de los disparos contra los edificios escolares y de las balaceras que pican cerca en el horario de entrada y de salida, en las escuelas pasan muchas otras cosas, esas que les permiten a chicos y adultos seguir adelante.
En la Nº 1.254, una de las primeras en recibir amenazas, están convencidos que el decir y, sobre todo, el decir colectivo es uno de los principales desafíos que tienen directivos, docentes y no docentes después de cada hecho para enfrentar eso que resultaba "impensado".
Y como les dijeron que había que decir, de la mano de la docente de Alfabetización, Mariela Ramírez, los chicos de 7º grado tomaron la palabra y lo hicieron en un micro radial. Hablaron de inseguridad, de sus temores, escribieron y produjeron un guion, lo grabaron en el estudio de radio del edificio de Superí 2439 y lo compartieron con sus compañeros.
Un escenario de violencia
El escenario de violencia que enfrentan las escuelas obliga a los equipos a "reinventar" herramientas de trabajo con los chicos todo el tiempo, un desafío que llevan adelante hacia el interior de cada uno de los establecimientos, pero también con los equipos socioeducativos del Ministerio de Educación que vieron desbordada la demanda de su capacidad de trabajo en un año donde 36 escuelas debieron suspender sus actividades ante diferentes tipos de incidentes.
En la zona norte, la Tomás Espora, en el inicio del año, fue de las primeras en recibir amenazas. "Al principio fue una inscripción en el suelo, frente la escuela, pero esto fue decantando de menor a mayor", contó a La Capital Ramírez, también a cargo del proyecto de radio que se lleva adelante en el establecimiento.
Ya un segundo hecho de amenaza obligó a desalojar el edificio que aloja todos los días a más de 500 alumnos de nivel primario en plena actividad. Eso encendió otras alarmas, así como otro miedos entre los chicos y sus familias.
"El miedo a que en ese momento de alegría que es la salida de la escuela, alguien pase y dispare o algo malo suceda, fue lo que apareció como una problemática nueva. Era un miedo que nunca habían tenido y que había que abordar y, para eso, ver cómo generar nuevas herramientas", señaló la docente.
Si bien reconoció que los chicos "provienen de contextos de mucha vulnerabilidad e incluso violencia, la posibilidad de que algo pasara en la escuela hasta ahí no era uno de sus temores", lo que quedó evidenciado en el hecho es que la asistencia de los chicos a las aulas tardó varias semanas en regularizarse.
Un pedido por radio
"Dialogamos mucho", dice Ramírez sobre los días posteriores, pero ese circular de las palabras no sólo fue en las aulas. Mejor dicho, comenzó en las aulas y terminó en el estudio de radio que tiene la escuela donde los chicos llevaron eso que lograron decir en relación a sus miedos, a la seguridad y la inseguridad, a la violencia y a lo que les pasa a ellos y a otros chicos de la ciudad.
La radio está instalada -contó la docente- con parlantes en cada uno de los salones, de modo que una vez realizadas las grabaciones, lo hecho puede retransmitirse al resto de los alumnos.
"El objetivo es que todos puedan participar y expresarse, incluso de diferentes maneras y con diferentes roles en el proceso", explicó la docente, convencida de que así como los chistes que se hacen entre ellos sobre las situaciones que viven o los juegos donde ponen en escena eso que les paso, la radio fue "una herramienta valiosa para hacer más fácil transitar esta situación en la que estamos viviendo, procesarlo y poder seguir adelante".
Primero charlaron en el salón, dieron sus opiniones, conversaron en grupos e hicieron propuestas de guion acompañados por la docente. "Van hablando de las cosas que les pasan, en la escuela, pero también en el barrio, a ellos mismos, pero también a sus familias, sus miedos y sus preocupaciones", detalló.
Armar el guion, definir qué de todo eso que se piensa y se dice va a ser parte del micro, es un trabajo de varios días que se lleva adelante en las aulas. Ahí surgieron algunas de las preguntas que se hacen y responden en el micro: "¿Qué significa tener inseguridad? ¿Cuáles son los tipos de inseguridad? ¿Cómo nos afecta la inseguridad?".
Sobre cómo los afecta, responden con su propias sensaciones. "No se puede salir a ningún lado sin miedo a que pase algo", dicen, a lo que agregan los sucedido en las aulas: "Nuestra escuela fue amenazada tres veces seguidas por personas anónimas que generaron caos y miedo. No tuvimos clases y vinimos a la escuela con horario reducido".
A eso, suman una lista clara que termina con un pedido contundente: "No queremos tener miedo de venir a la escuela. Esto no tendría que pasar en ninguna escuela ni en ningún lado. Queremos que nos escuchen y que nos protejan. Queremos venir a la escuela tranquilos".