El rastreo, avistamiento y fotografiado de ómnibus es una práctica derivada de la busología, es decir, el interés por los buses, los colectivos, los bondis, es decir, unidades de los servicios colectivos de pasajeros. Sus seguidores no hallan explicación a la atracción ejercida por su objeto de deseo, aunque si hay fanáticos de los aviones, los trenes, los barcos, los camiones, por qué no de los ómnibus.
Cuando los busólogos rosarinos se agruparon ni siquiera sabían que eran busólogos y 20 años después, hoy como aquel primer día en un bar frente a la Terminal de Ómnibus, volverán a encontrarse para sanar las ausencias de la pandemia y surcar imaginariamente las calles y las rutas a bordo de sus unidades motorizadas.
Adrián Yodice creó en mayo de 2000 una página web llamada Buses Rosarinos con la intención de abocarse a difundir información sobre el transporte urbano de pasajeros de Rosario y rápidamente se le unieron otros fascinados por la cuestión. “Me empezó a escribir un montón de gente de Rosario y del país. La página fue como un mojón para darnos cuenta que si parecíamos bichos raros, éramos varios”.
Adrián Yodice creó una página web y en 2001 juntó a los apasionados de los ómnibus, hace este miércoles 20 años / Gentileza: Adrián Yodice.
Fue entonces que el 29 de septiembre de 2001 en un bar frente a la terminal de Ómnibus Mariano Moreno se realizó la primera reunión de los busólogos rosarinos, fecha que funciona como fundante y cumpleaños de la agrupación. Desde hace 20 años, los amantes de los colectivos se encuentran los últimos sábados de mes, agenda sólo interrumpida por la pandemia.
Las nuevas tecnologías fueron ayudando a la circulación de su hasta aquí pasión local por los bondis. En tiempos en que no había redes sociales, un miembro del grupo creó una sala de debate en el correo Yahoo, inventando casi sin quererlo la primera comunidad virtual de busólogos argentinos. “Llegamos a todo el país y empezamos a juntar a colegas de otros lugares. Fue muy importante para organizar la afición a nivel nacional y la creación de grupos en diferentes ciudades”, explica Yodice de 54 años.
Uno de los originales ómnibus urbanos rosarinos que circuló en la década del 20 del siglo XX / Gentileza: Colección Silvia Bravo.
La agrupación resultó una sorpresa ya que, según el organizador, “íbamos con expectativas limitadas. Yo por ejemplo, acotada a las experiencias urbanas. Pero crecimos y vimos que había otras cosas que ignorábamos o no le prestábamos atención”, reflexiona el hoy vecino del barrio Echesortu.
Los personajes que frecuentan la busología focalizan su interés en distintas temáticas, como la industria metalmecánica, la maquetación, el coleccionismo de infinidad de objetos, como boletos, horarios, ornamentaciones, herramientas, etc. “La unión fue dándole nuevas formas a la afición”, configura Yodice.
Silencioso y sin combustibles fósiles, uno de los primeros trolebuses MAN de la Línea H rueda por Rosario en 1960 / Gentileza: Hugo Almirón.
Ruidos, diagnóstico y música
En ese enorme mundo de la busología se desarrolla en Rosario desde 2007 una práctica inusual atravesada por la particularidad de los ruidos de los colectivos. Juan José Anghilante se crió en el distrito Sur, en Oroño y Gutiérrez, y desde chico aprendió a diferenciar los sonidos que producían las unidades de la línea 112. De adolescente empezó a tomar registro de ese alboroto que, para el ahora maestro de música, era mucho más que chirridos y crujidos acompasados o no.
En junio de 2008 Anghilante y dos de sus amigos abrieron el canal de Youtube Sonibus, donde comenzaron a compilarse las grabaciones realizadas a los colectivos y a las que finalmente había que ponerle imágenes para que sean más atractivas. “Debí proveerme de la busología, recrear los sonidos” y “un tío me puso en contacto con Adrián Yodice”.
Para los sonibusólogos, en el plano sonoro, los colectivos de la ciudad "tienen vida propia” y ellos las auscultan / Gentileza: Juan José Anghilante.
Así los sonibusólogos comparten la confraternidad de los busólogos, aunque a veces no concuerden exactamente sus intereses debido a la amplitud temática. También se creó un grupo de Whatsapp con sonibusólogos y la página Sonibus se ha monetizado.
Anghilante reconoce que ha trabajado sobre el diagnóstico vehicular a través del ruido, “ya que de diez ómnibus iguales podríamos detectar seis por sus variedades sonoras, porque en el plano sonoro tienen vida propia”, y que ha utilizado los ruidos de los colectivos para hacer música, sampleando o loopeando los ruidos.
Nostalgia, pasión y mística
Los sonibusólogos son una pequeña parte de la amplia variedad de temas de interés "colectivo" y de personajes que la representan. Yodice refiere a la satisfacción de "haber ido formando nuevas generaciones" y recuerda a uno de los busólogos de solamente ocho años que iba a las reuniones con su padre y hoy se ha recibido de abogado.
Coches del servicio interurbano de pasajeros Tirsa en una Estación Terminal de finales de los años 70 / Gentileza: Adrián Yodice.
También menciona a otro compañero que hacía maquetas y su sueño era ser chofer de ómnibus. Hoy trabaja en la línea 120. Y uno más que es un profesional de la carrocera Saldivia, y puede amalgamar trabajo y hobby.
Aunque reconoce que hay algo de "melancolía" en el rescate de las historias y las vivencias, "hay mucha pasión en el trabajo que se hace, hay una mística en todo esto", sintetiza Yodice para enumerar otras actividades que organizan los busólogos rosarinos, como un programa de radio FM Gran Rosario, viajes grupales y exposiciones. Sobre todo en el sur de las provincias de Santa Fe y Córdoba, una región carrocera por excelencia. Y organizar en Rosario el Encuentro Nacional de Busólogos en 2016.
Ómnibus de la línea 5 de la Empresa Las Delicias del transporte urbano en 1983 que iba del sur de la ciudad a la Terminal / Gentileza: Aníbal Trasmonte.
Fueron 20 años de reuniones que se cortaron con la crisis sanitaria pero que tendrán su reinicio presencial. Será esta noche cuando la treintena de busólogos rosarinos vuelva a verse las caras, barbijo mediante, para mirar por el espejo retrovisor, poner primera nuevamente y seguir desandando su pasión sobre ruedas.