Mujeres jóvenes, la gran mayoría que no pudieron terminar la escuela secundaria obligatoria -casi el 70%- y que están a cargo en gran medida de las tareas de cuidado que sostienen sus hogares conforman mayoritariamente el universo de quienes llevan adelante las 61 unidades productivas sociales de Rosario. Las más jóvenes son incluso las que sin mayores temores sostienen los proyectos desde el principio, mucho más que las adultas y que los varones. Estas son algunas de las claves que arrojó el estudio que la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) realizaron sobre 28 de los emprendimientos ue funcionan en la ciudad en el marco de la Dirección Nueva Oportunidad y, más específicamente, su Área de Inclusión Socio Productiva.
Según el estudio, la mayor parte de los proyectos (35% de ellos) están radicados en la zona norte; aunque el resto de los distritos de la ciudad tiene una distribución pareja de emprendimientos: noroeste (15,3%), oeste (15,3%), sudoeste (13,9%) y centro (13,2%), aunque en menor medida el sur (6,9%). Y más de la mitad es de panificación y pastelería, donde se insertan mayoritariamente chicas y mujeres, así como los de costura, donde están las de más edad. En tanto, carpintería y barberías son los espacios donde logran hacer pie los varones -en el segundo caso, sobre todo, los más jóvenes-.
Erica Beckmann, coordinadora del Área de Inclusión Socio Productiva de la dirección municipal, aclara desde el principio que siempre que se lleva adelante una caracterización social básica de quienes participan de los espacios.
"Hay una certeza, y es que los indicadores con los que nos vamos a encontrar son peores que en la misma franja poblacional, porque estamos hablando de un sector de mucha mayor vulnerabilidad". Eso explica que en términos generales siete de cada diez participantes de las unidades productivas no terminaron la escuela obligatoria. "Ese es un número que veníamos viendo en general, que estaba entre el 70 y el 75 por ciento, y que ahora el estudio nos viene a refrendar, lo que nos obliga a pensar para esta población en trayectorias educativas diferentes y más flexibles", explicó la coordinadora.
Lo cierto es que el trabajo específico sobre las unidades productivas se llevó adelante sobre 28 de las 60 que funcionan en la ciudad y allí fueron más de 150 participantes, varones y mujeres de entre 13 y 62 años (el 82% tiene menos de 35), respondieron al relevamiento.
Pluriactividades y cuidados
La radiografía mostró una vez más que en los emprendimientos territoriales las mujeres son altísima mayoría (70,8%); en tanto, los varones no alcanzan el 30% (27,8 %) y 1,4% son personas no binarias. En el cruce entre género y franja etaria, además, prevalecen las mujeres jóvenes que alcanzan el 60% del total, sumadas al 11% de las adultas.
A la hora de explicar esa preminencia femenina, Beckmann apunta varios factores, pero fundamentalmente "la dificultades que encuentran las mujeres para sostener otros espacios laborales de exigencia diaria y de muchas horas fuera de su casa y de sus barrios", lo que ató inmediatamente a "necesidades de cuidado no resueltas".
De hecho, no solo casi todas las mujeres se representan como cuidadoras de sus convivientes, sino que además, son muchas más las mujeres a cargo de hijos e hijas en hogares monomarentales.
"Las unidades productivas, a diferencia de otros empleo, demandan menos horas y se organizan generalmente con una presencia de tres veces a la semana -continúa-. Eso, como se ve en el estudio, hace que las pibas y mujeres puedan sostener la participación que les permite la generación de ingresos que en la mayoría de los casos se combina con otros ingresos que logran en inserciones laborales muy desprotegidas, pero que también les permiten atender sus necesidades de cuidado".
El hecho de que sean espacios asociativos y no emprendimientos individuales, para Beckmann, es otro punto a tener en cuenta. "Eso también permite flexibilidades: salir a buscar comida, quedarse durante una jornada para cuidar a un niño y todo eso sin que la producción se vea afectada", agregó la coordinadora, y señaló otra cuestión: "Mayoritariamente, ellas trabajan en proyectos de panificación y gastronómicos, lo que permite que si la producción no se vende, la llevan a sus casas para sus propias familias e hijos".
En ese contexto, la necesidad de generar en estos dispositivos y políticas públicas espacios de cuidado "aparece como una necesidad, algo que también se ve en los espacios educativos, y así mismo lo señala el estudio de Flacso", indicó Beckmann a La Capital.
"Hay un déficit en los cuidados, lo dice toda la literatura de género, lo que sucede en estas poblaciones es que no hay forma de mercantilizar el cuidado y siempre son otras mujeres, madres, hermanas, vecinas, más precarizadas aún, las que quedan a cargo de esa tarea", finalizó.
Las Unidades Productivas
¿Qué hay después de las capacitaciones y la formación? Esa fue la pregunta a partir de la cual entre 2017 y 2018 surgieron las propuestas de inclusión productiva dentro de lo que por entonces se llamaba Programa Nueva Oportunidad y que con alcance provincial llegaba a más de 28 mil jóvenes de 28 localidades. Así, la demanda surgía de las propias organizaciones que encontraban un "techo" una vez finalizada la formación, además de la inquietud de los propios participantes por obtener ingresos.
En ese marco, en Rosario comenzaron funcionando en esos años 40 unidades productivas asociativas, un número que por estos días creció a 61, de las cuales 28 y más de 150 de sus participantes respondieron al estudio que la Universidad y la Facultad llevaron adelante en octubre pasado como radiografía de la pospandemia.
El Área de Inclusión Productiva se estructura sobre los diferentes rubros de formación, que van de huerta, panadería, herrería, textil, vivero, producción de juegos y reciclado hasta carpintería, producción de baldosas, albañilería, reparación de aire acondicionado, peluquería, estética, fotografía y video, y catering, entre algunos otros.
Lo cierto es que casi el 80 por ciento de los 61 espacios de trabajo funcionando hoy en la ciudad, se desarrollan en el marco de organizaciones de la sociedad civil (47 espacios), otros 13 grupos (21%) se conformaron en el marco de instituciones municipales o a partir del trabajo de los propios equipos de la Dirección Nueva Oportunidad, y sólo un espacio recibe acompañamiento mixto.