Lisandro Martínez es rosarino y tiene 29 años, y acaba de finalizar una serie de pruebas para la
Agencia Espacial Europea. Conozca la increíble historia del primer rosarino con posibilidades de
viajar al espacio como integrante de una misión internacional. Estudió en el Politécnico y es
hincha de Central.
Según publica el sitio ON24, Lisandro Martínez estudió en el Politécnico. Terminó la
secundaria con un marcado gusto por lo aeronaval, con preferencia a lo aeroespacial. A los 17 años
ya volaba en el aeroclub de Alvear. Hizo el curso de piloto privado y tuvo su primera licencia de
piloto antes del carné de conducir: "Me tomaba el colectivo para ir a volar un avión: un aerovuelo
115 en el Aeroclub", bromea Lisandro, un rosarino de 29 años que acaba de finalizar una serie de
pruebas para la Agencia Espacial Europea, que busca formar un plantel de astronautas.
-¿Cómo te comenzaste a involucrar en lo aeroespacial?
-Se me dio la posibilidad de ir a Estados Unidos a hacer la carrera de
aeronavegación allá. En julio de 1997 y en cinco meses hice la carrera: homologué la de acá, saqué
la de piloto aerocomercial americano, piloto multimotor, licencia de instructor y conseguí un
trabajo en la escuela donde yo estudiaba. Sumé quinientas horas, después mil, después seguí y pasé
las 1.300. Volé Cessna 182, Dutchess, aviones chicos para entrenamiento, sin pasajeros. Un año
decidí venir a Argentina para ver si podía entrar en Aerolíneas, que era lo que quería, cerca del
año 2000. Con casi veinte años, era de los más jóvenes pilotos, pero no lograba, junto una camada
de nuevos pilotos, que nos incorporaran. Firmamos un acuerdo, logramos seguir perteneciendo a
Aerolíneas Argentinas pero intenté conseguir trabajo, mientras tanto, en otro lado. Gracias a Dios
me pasó siendo chico, no de grande, si no quedaba en la calle. Volví a Estados Unidos a trabajar y
a estudiar ingeniería a la universidad de Embry-Riddle, ingresé para ingeniero físico y la terminé
en menos de cuatro años, unos meses antes de lo que normalmente se tarda.
-Ahí empezo la idea de estudiar de cerca fenónemos relacionados...
-Estaba muy relacionado con la física espacial, teníamos sistemas, dinámica
espacial, todo se relacionaba con el espacio. Entré en un laboratorio para trabajar en algunos
proyectos subvencionados por el National Science Foundation y la Nasa. El primero es como el
Conicet. Trabajé como secretario del Departamento y trabajé a prueba para un profesor, que cuatro
meses después me llevó a Resolut Bay, una base en el Polo Norte, donde desarrollaban proyectos
relacionados con la materia. Ahí estudiamos emisiones de luz en la alta atmósfera, con instrumentos
recogemos datos, mantenemos los sistemas, calibramos instrumentos. Ese primer año, como vieron que
era interesado, me hicieron aprendiz de un especialista que ya terminaba la carrera. Estuve en
Groenlandia, en el Polo Norte y finalmente en la base estadounidense de Amundsen-Scott, a -45
grados de temperatura. Mi vida es un invierno. Allí me dieron una medalla del Congreso de los
Estados Unidos, por haber participado del proyecto. La medalla tiene tonos oscuros que hacia el
centro se van degradando. Simbolizan los meses de oscuridad y los de luz y los estados intermedios
que tiene la Antártida. Yo seguí estudiando las carreras. Hasta entonces, estaba más abocado a los
estudios de luz en alta atmósfera, a lo que tiene que ver con la dinámica de la atmósfera. Era más
en la parte científica, más relacionado a la aeronomía. Después hice un proyecto de investigación
para desarrollar un proyecto relacionado con el diseño de una misión a Urano, como un satélite que
iba a hacer mediciones a la atmósfera, que incluyó el estudio de propulsores nucleares.
-¿Cuándo notaste el quiebre, la posibilidad real de trabajar en proyectos astronáuticos?
-Con el trabajo, en el último año entré a una competencia de la AIAA (American
Institute of Aeronautics and Astronautics). Ellos todos los años te dan consignas, cada universidad
se presenta. Nosotros decidimos diseñar un vehículo reusable para sustituir, en un transbordador en
uso como el Discovery, para llevar cuatro astronautas y 250 kg de carga o 2500 kg. de carga
solamente. Para una nueva generación de transbordadores. Por ejemplo, el del tipo de Columbia, se
diseñó en los ‘60 y ‘70 y se usó en los ’80. Es para llevar cargas grandes en el
espacio, lo que se necesita es llevar gente y que no tenga un costo tan alto. Quedamos terceros en
el certamen. De esa forma, me involucré mucho más con el tema. En ese momento, me recibí de
ingeniero físico a los 26 años y de ahí decidí volver después del 11-S, porque lo espacial depende
de National Security y los trabajos para un extranjero se restringen mucho. Me quería quedar, pero
tenía visa de estudiante y tenía que aguantar allá hasta conseguir la green card. Cuando llegué,
hubo un llamado para entrar a Aerolíneas, rendí y me quedé, pero antes tuve que irme a Denver a
hacer otro curso, el de copiloto de relevo de cruceros de Jumbo. Volví a hacer la capacitación de
Boeing 737-200 y estuve hasta el año pasado trabajando como copiloto. Tengo una licencia sin goce
de sueldo de Aerolíneas.
-¿Hasta cuándo volaste con Aerolíneas?
El año pasado me surgió una posibilidad de hacer una beca doble, llamada Erasmus
Mundus, es un master doble en ciencia y tecnología espacial, cuya primera etapa ya terminé. Ahora
arranco la etapa de astronáutica e ingeniería espacial. Es un programa itinerante, por lo que se
hace en diferentes universidades. La primera etapa fue en Alemania, la segunda es en Inglaterra. En
esa primera parte, estuve en Kiruna, una ciudad del circulo polar artico. Estudié la aurora boreal,
una de las más grandes experiencias, con días de 23 horas de luz y 23 de oscuridad, con todo lo que
implica para el cuerpo. Volví a Europa, a fines del año pasado surgió la posibilidad de presentar
un proyecto en la Agencia Espacial Europea, un dispositivo para que los astronautas pudieran
utilizar en el espacio. En mi caso, un vehículo pequeño, que se pueda manejar y estacionar para
utilizar dentro de la estación espacial, para que los astronautas no tengan que estar en contacto
con un área de riesgo: una despresurización rápida, una zona con fuego, despresurización explosiva.
Que se pueda utilizar este aparatito de minipropulsores por control remoto para que los astronautas
no tengan que estar ahí.
-¿Cómo te fue con eso?
Me fue bien, ahora tengo que diseñarlo. Tuve la oportunidad de hablar con un
astronauta para sacarme dudas sobre situaciones de emergencia, y tengo que hacer la presentación
final en noviembre. Hay un concurso, el primer premio es para construirlo en la Agencia Espacial
Europea como un trabajo, durante un año. En medio de eso, salió un llamado para formar un
miniplantel de astronautas para Europa y pude acceder porque soy ciudadano italiano. Cuando salió
la posibilidad, pensé: soy piloto, hice un master, estudié aeronomía en el Polo Sur y en el Polo
Norte. Todo esto tiene que sumar. De chico siempre me preguntaban qué quería ser y yo siempre dije
astronauta.
-¿Cómo fue lo del examen?
-De 8.600 candidatos, tras llenar diez páginas de información, estudios médicos
como para un piloto, llenar formularios, escribir exámenes durante un día entero, quedé entre los
700 posibles candidatos. Cuando quedé seleccionado, nos invitaron a hacer una serie de exámenes en
Hamburgo durante quince días, llegando a catorce en un día y diez minutos durante uno y otro, esto
fue lo último que hice. Está por llegar el momento de ir a Inglaterra en la universidad de
Kramfields y me queda la sensación de que todo lo que me perdí valió la pena, tengo la posibilidad
de competir con 700 cráneos de todas partes. De ellas, no sé, unas quinientas deben tener todas las
condiciones. Y todo para cuatro astronautas titulares y cuatro suplentes. Haber participado en un
llamado para el que hacía 16 años que no se llamaba es un honor. Buscan biólogos, ingenieros,
ingenieros civiles, con el objetivo de llevar gente a una misión en Marte o la Luna. No es que haya
que ser ingeniero físico, no es excluyente.
-¿Sentís que sacrificaste todo por tu sueño de ser astronauta? ¿Te quedó algo por hacer?
-Los sacrificios que hice, pasar dos cumpleaños en la Antártida y dos navidades y
año nuevo en el Polo Norte. Con esto tenés pilas para salir adelante. Mi familia, mi novia, todo el
mundo me banca, están siempre. Soy hincha de Central, voy a la cancha, cuando vengo mis amigos me
llevan a comer, a bailar. Es lindo venir y tomar contacto con todo eso. Son ellos con quienes hoy
sigo compartiendo todo: lo que soy y lo que me gusta ser.