A partir de un socavón, la historia y los vestigios del pasado comenzaron a florecer en el patio de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). El departamento de arqueología encontró restos de diversos materiales y una de las hipótesis que manejan es que pueden formar parte de la colección que la Escuela de Antropología tenía antes de su cierre, en la última dictadura militar. A su vez, los arqueólogos encontraron otra tanda de piezas que poseen características de objetos propios de finales del siglo XIX y principios del XX. Aún están en etapa de investigación y quedan espacios del patio por explorar.
La historia comenzó a fines del año pasado, cuando se produjo un socavón en el icónico patio de la facultad. A la par del comienzo de obras para refaccionar el lugar, la cátedra de arqueología americana y argentina intervino y encontró una gran variedad de elementos que arrojan, momentáneamente, diversas hipótesis.
Se encontraron restos de botellas y cerámica, entre otros elementos, que corresponderían al período de finales del siglo XIX y principios del XX. El hecho de que la cerámica esté siglada (que presente números y letras) les indicó a los arqueólogos de la UNR que esas piezas formaban parte de un museo o colección; posiblemente, de la misma que fue destruida en la época de la dictadura.
"Pueden ser del museo de antropología que estaba funcionando en la facultad. Se ve que a los materiales chiquitos los tiraban. De hecho, hay personas que estuvieron en la época de la última dictadura militar y dijeron que los materiales, en ese momento, se tiraban y que a muchos de ellos los arrojaban por la alcantarilla; otros se tiraban por la ventana. Son algunas de las posibilidades", contó la arqueóloga y profesora Mariana Algrain a LaCapital.
Para borrar el pasado o reescribir el futuro, la hipótesis de estas prácticas sobrevuela los pasillos de la facultad: en la última dictadura militar, junto al cierre de la escuela de antropología, se descartaron muchos de los elementos que conformaron la colección de hallazgos arqueológicos de la institución.
Sobre ese pequeño museo, el arqueólogo Fernando Oliva, también a cargo de la investigación, dijo: "En realidad, era un reservorio de materiales donde se depositaron las primeras investigaciones, que se hicieron en el noroeste argentino. La interpretación, que estamos testeando y aún es una hipótesis, es que en la época de la dictadura intentaron enterrar el pasado".
Oliva remarcó que además de tener conocimiento de la versión sobre los descartes de materiales arqueológicos durante la dictadura, otras personas pudieron salvar elementos de los que se deshacían los interventores de esa época: "Hay empleados que rescataron piezas. Por ahí te encontrás con gente en distintos encuentros que te comenta que tiene algún fragmento de aquella época".
Reconstrucción
El hallazgo de los elementos requiere, de ahora en más, un análisis que determine su origen específico para que las hipótesis se materialicen en conceptos concretos.
Para eso, hay una serie de pasos a seguir ya que los fragmentos que contienen una numeración o una sigla deben corroborarse con distintos registros que, en algunas ocasiones, no se encuentran.
Los arqueólogos coincidieron en que el problema no es sólo los elementos que se pudieron haber descartado durante la dictadura, sino que se mezclaron con basura que se tiró a principios del siglo XX. De ahora en más, el trabajo es "muy intenso, de ver las secuencias de los tiestos rotulados con los tiestos que están en los registros. Sin esos registros, es muy difícil".
"El tema en arqueología es que se hace la reconstrucción del relato en base a las evidencias que se tienen. Hay bastante verosimilitud con las hipótesis que manejamos porque, en algún momento, el patio fue un lugar donde se tiró basura”, explicó Oliva.
Arqueología urbana
Junto a los fragmentos del reservorio que mencionó Oliva, también se encontraron materiales de principios del siglo pasado. Son botellas y restos de cerámica que, como las piezas mencionadas, buscan determinar su origen y la relación que tuvieron con la sociedad de ese entonces.
“Para nosotros, esto es un montón de información: cómo era la vasija, el diámetro, la abertura que tiene la boca, con qué estaba hecho”, indicó Algrain mientras tomó entre sus manos uno de los elementos encontrados, y agrega: “Esto sería arqueología histórica y, dentro de ese grupo, arqueología urbana”.
Una de las hipótesis sobre estas piezas encontradas es que una parte del patio se haya usado como basurero. Pero más allá de determinar esa cuestión, Oliva afirmó que la importancia de conocer ese origen es poder explicarlo “en términos sociales”.
“Esta hipótesis nos permite inferir de dónde vienen estos elementos, cuál era el circuito de comercio, el intercambio, cuál era la red de relaciones sociales. A partir de todo eso se pueden interpretar el comercio, los vínculos sociales, el status, qué se consumía en esa época. Todo significa el análisis de cada uno de los fragmentos”, manifestó.
El arqueólogo dejó muy en claro que el objeto que se encuentra no es interesante por sí mismo, sino por lo que se puede desprender de él: “El material te habla de las relaciones que uno saca de él”.
De ello se desprende la curiosidad por el trabajo que realizan Oliva, Algrain y los estudiantes de arqueología de la UNR. El título es una orientación de la carrera de antropología y ellos pertenecen a la cátedra de arqueología americana y argentina.
El trabajo de acompañamiento de obra sirvió para que los alumnos de la carrera hicieran trabajos de campo como prácticas, que realizan todos los años en Sierra de la Ventana.
Sobre esas experiencias al interior de la provincia de Buenos Aires, Oliva contó: “Hace siete años hacemos los viajes con la cátedra. El estudiante, lo que no aprende en el campo, no lo aprende en ningún lado”. Además, afirmó que no hay lugares predilectos para realizar investigaciones, sino que dependen de cada profesional.
“Cuando hay proyectos de investigación, se invita a los alumnos a participar”, contó Algrain, luego de ser consultada sobre el promedio de graduados por año: “Este año hubo como cuatro graduados, bastantes. Pero, en general, son menos”.
Cada elemento o pieza que se encuentra debe registrarse, ya que es patrimonio nacional. “Cada cosa que encontramos la metemos en una bolsita, anotamos de dónde la sacamos, a qué profundidad estaba, en qué orientación estaba y demás. Son un montón de rasgos que se encuentran en el lugar”, describió Oliva.
El paso siguiente es llevarlas al laboratorio para su estudio y declararlas en el marco de la ley 25.743 (ver página 6): “Una vez que se registra la pieza, se incorpora a la colección perteneciente de una institución determinada. Pero todo es patrimonio de la Nación”.
Junto a ello, quien desee buscar elementos o piezas arqueológicas debe estar recibido y obtener un permiso habilitante para investigar.
Las obras
El decano de la Facultad de Humanidades y Artes, Alejandro Vila, indicó que las refacciones se encuentran en la segunda etapa, que comprende la restauración y puesta en valor del patio.
Estas obras y mejoras, para que el icónico espacio pueda volver a utilizarse, incluye el diseño de espacios verdes, un nuevo revestimiento del piso y la recuperación de parte de las galerías que rodean al patio.
Aún quedan distintas secciones del patio central de la facultad por revisar, por lo que los trabajos del departamento de arqueología, con la ayuda de profesores y estudiantes, continuará en búsqueda de diversas huellas y vestigios de un pasado que, tal vez, algunos pocos no pudieron borrar.
Legislación vigente
El arqueólogo y profesor Fernando Oliva remarcó la importancia de que exista una legislación nacional que proteja la actividad arqueológica en el país.
“El país tuvo dos leyes de protección del patrimonio arqueológico y paleontológico: la 9.080, de 1912, y la 25.743, que se sancionó en 2003. Pasaron 92 años sin una ley que adecuara las normativas para la práctica profesional”, explicó Oliva, a lo que añadió que es por eso que “a partir de 2003, estamos reorganizando catálogos y colecciones”. Contar con leyes que protejan el patrimonio nacional “es fundamental”, consideró Oliva: “Los elementos encontrados entran, a su vez, en un código internacional de cuidado de registro de colecciones. Si alguien quiere vender por internet una pieza declarada, puede ir preso”.
El arqueólogo aseguró que con la ley 25.743 se tiene que declarar “absolutamente todo” lo que encuentre un profesional recibido ya que no cualquiera puede realizar la actividad.
“Los privados no pueden buscar material arqueológico porque, así, infringen la ley. A su vez, las instituciones tienen que declarar todos los fragmentos y elementos que encuentren para que se integren al patrimonio de la República Argentina”, enfatizó.
Por último, indicó: “Todos los registros provinciales van a una base de datos del registro nacional. Si cualquiera, hoy por hoy, se roba una pieza o un fragmento, puede ir la Interpol a buscarla y la institución puede recuperar lo robado, además de que se sancione a la persona o grupo que lo haga”.