Este miércoles, a las 19, volverán a abrirse las puertas del Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estevez en su ingreso por calle Santa Fe 748, frente a la plaza 25 de mayo, tras la finalización de los primeros trabajos de remodelación y restauración integral.
Actores ataviados a la usanza de los antiguos habitantes de la casa y de sus trabajadores domésticos de comienzos del siglo pasado (ama de llaves, cocinero, dama de compañía) recibirán amablemente a las nuevas visitas. El coro Pro Música dará un concierto en el museo y la Jazz Band, en la plaza. Ese día se habilitará, además, la tienda oficial del Estevez, que forma parte del proyecto municipal de Tiendas de Museos, a cargo de Mauro Guzmán.
El proceso de restauración acaba de cerrar una primera etapa. Lo que se verá es una ventana abierta al pasado de la ciudad, a un estrato sepultado que estaba en la memoria de los relatos orales y que ahora se podrá contemplar como materialidad presente.
La ventana al pasado es literal: se trata de un piso transparente transitable en el hall central, realizado como parte de un emprendimiento público-privado con la empresa constructora MSR. El piso transparente permitirá ver el yacimiento excavado e investigado por el Centro de Estudios Arqueológicos de Rosario.
Este portal conectará el presente de desarrollo con los orígenes de la ciudad, cuando era una villa (aldea colonial) en el Pago de los Arroyos. La obra expone las acequias y el pozo que no solo pertenecieron a los propietarios anteriores a la familia Estevez, sino que existen posiblemente desde fines del siglo XVIII.
Poco se sabía en el museo de las vidas anteriores del lugar. Salvo por los rumores que a oídos de la guía del museo, Amelia Sánchez de Vinacua, llegaban desde el ama de llaves, Elena, y la ex dama de compañía, Cecilia Anfuso. “Amelia sabía todo. Era documentalista, conservadora y guía. Ella contó que en el hall, antes, había patio y ahí un aljibe”, recuerda Analía García, actual directora. “Este museo es una joya patrimonial de Rosario, de Argentina y de América latina”, expresó.
Hace un siglo, los arquitectos Gerbino y Schwarz elaboraron para los Estevez el proyecto por el cual el patio central de la tradicional casa fue reconvertido en lo que hoy es el hall central. Se techó el antiguo patio, y para permitir el ingreso de luz natural, se encomendaron los vitrales al taller de Salvador Buxadera. Se instaló un hermoso piso de roble de Eslavonia, traído desde Bovisio (Milán, Italia), donde había sido manufacturado por la firma Fratelli Sari.
Para prevenir la humedad, se pusieron desagües pero estos no resistieron el paso del tiempo y la bella casona comenzó a deteriorarse. “Había que trabajar sobre los desagües. Eso fue lo que hicimos por años, llamando al plomero Manuel Hernández y luego a su hijo”, recuerda García. Se hicieron filmaciones de los caños de cerámica y se descubrió que estaban fragmentados, con piezas faltantes. Allí estaba la causa de las filtraciones de agua. Era preciso fortalecer los cielos rasos. Así, se encaró una gran restauración integral.