Su nombre científico es Pontederia Crassipes, sin embargo en el litoral todos los conocen como camalotes. Estas plantas acuáticas que escaseaban en la región por la prolongada bajante del Paraná, ahora volvieron a atravesar el curso del río con rumbo al sur y a llenar de verde la ribera de la ciudad. Su presencia no siempre es bienvenida: sólo entre noviembre y diciembre desde Aguas Santafesinas tuvieron que invertir unos 4 millones de pesos para la limpieza de las rejas del conducto de ingreso a la planta potabilizadora, atiborradas de restos vegetales. Sin embargo, son una prueba contundente de la capacidad de recuperación de los humedales, después de una prolongada temporada de sequía y feroces incendios.
Los primeros en advertir las espesas matas de camalotales que llegaron a la ribera de la ciudad fueron los pescadores del arroyo Ludueña. Hace un mes pidieron que se retire la extensa población de plantas acuáticas que cubrían la desembocadura del curso de agua, impidiendo la navegación.
Lo mismo sucede en las guarderías náuticas y las playas de la zona norte que tuvieron que redoblar las tareas de limpieza para que sus socios puedan salir a navegar con sus embarcaciones y disfrutar del espejo de agua del Paraná.
"En el sector de La Florida tenemos una barrera flotante, la misma que se usa para impedir la llegada de hidrocarburos, que sirve como una barrera de contención para los camalotes", cuenta Leo Manino, referente de los guardavidas de la costanera norte.
Aún así, "cuando hay mucho viento o tormentas las plantas pasan igual y en ese caso se retiran con lanchas hacia el canal del río, para que sigan su curso", cuenta. En el caso de que las matas de camalotes lleguen mezcladas con residuos, se retiran con bolsas que son retiradas por el servicio de recolección de basura.
Peligros. El río se llenó de camalotes y alimañas con la crecida de los últimos días. (foto: Virginia Benedetto)
Afortunadamente, dice, "hasta ahora a las playas llegan sólo plantas, apenas hemos visto una o dos culebras, nada muy peligroso".
Para los guardavidas que llevan años trabajando en el río, la presencia de camalotes no es una novedad. "Lo que pasa actualmente es que hacía muchas temporadas que no los veíamos, con el río bajo no había camalotes por ningún lado", dice Manino y recuerda que las dos últimas crecidas importantes tienen sus años, sucedieron por 2018 y 2016.
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Una tarea muy delicada
En la planta que la empresa Aguas Santafesinas tiene en el barrio de Arroyito, la presencia de camalotes también se toma con desazón. La proliferación de estas plantas puede afectar la toma de agua de la planta potabilizadora. Para evitarlo, según destacan fuentes de la empresa, entre noviembre y diciembre se invirtieron 4 millones de pesos para tareas de retiro de camalotes, limpieza de las rejas del conducto de ingreso de agua a la planta potabilizadora y de canastos flotantes de bombas.
"Básicamente lo que hacen los camalotes es restar capacidad de captación de las tomas de las plantas potabilizadoras del sistema que está sobre el Paraná. Cuando vienen los camalotes, por el mismo movimiento de la corriente y de la succión de la toma, todo ese elemento, no tanto lo que se ve en la superficie como las raíces, se pegan a las rejas y las obstruyen", señalan desde la empresa.
Elocuente. En uno de los bares que está ubicado sobre la Rambla Catalunya se podía observar ayer cómo el agua y los camalotes ganan terreno.
En esos casos, hay dos métodos de limpieza, uno se hace con lanchas que enganchan con un garfio los camalotes y los arrastran hacia el centro del río para que la corriente los lleve. La otra es una tarea más artesanal y delicada, que realizan buzos especializados en sumergirse en el río y en forma manual extraen los residuos vegetales adheridos a las rejillas. La tarea se realiza por la noche, porque se hace necesario parar la planta para garantizar la seguridad del trabajo.
Un ecosistema vivo
"Perdimos la costumbre de verlos, pero los camalotes son una especia frecuente en esta región", señala Graciela Klekailo, licenciada en Genética, doctora en Ciencias Agrarias y especialista en Ecología y la Biología de la Conservación.
Lo que se ve de este lado del río, explica, "son islas de camalotes flotantes que se desprenden de las lagunas internas de la zona de humedales que están frente a la ciudad. Lo que sucede es que en los últimos tres años todos estos riachos estuvieron prácticamente secos, y sólo en algunos espacios donde quedaba agua alguna vegetación flotante seguía creciendo".
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Con el incremento del caudal del Paraná, el río se mete en los riachos internos y en zonas bien colmadas de sedimentos que, cuando empieza a correr el agua, se van desprendiendo. Así las mazas de camalote empiezan a viajar río abajo y cuando encuentran un lugar quelas retiene, como curvas naturales o construcciones sobre la costas, se acumulan en esos lugares.
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Virginia Benedetto
Estas masas de camalotes, señala, son diferentes a los embalsados, otro tipo de vegetación flotante que se forman a partir de un entretejido de raíces y sostienen más vegetación encima. "Hay embalsados donde podemos encontrar pequeños árboles creciendo o algunas veces, también, traer animales de la zona de islas a tierra firme", señala Klekailo. A diferencia de estas especies, el camalotal no puede sostener mucho peso encima.
"Los camalotes son parte de la dinámica del delta del río, no son algo extraño, no es una especie invasora como en otros lugares donde fue introducida para un uso ornamental. Lo que vemos por esos días, es la dinámica propia del sistema, no son anomalías. El agua marca la dinámica propia de los humedales, marca la vida del humedal y en este punto la presencia de camalotes es una muestra de que el sistema está vivo", destaca.
Después de un largo período de sequía y de un extensos incendios que se calificaron como un "ecocidio", estas plantas dan testimonio de la capacidad de recuperación del ecosistema. Y hay un dato más que la especialista se guarda para el final: "Como especie, los camalotes se muestran como ejemplo de una planta que tiene un crecimiento exponencial, las poblaciones de esta planta se multiplican muy rápido y el número de individuos aumenta rápidamente. Pueden comprarse con las poblaciones de mosquitos, por la capacidad de reproducción que tienen que sólo encuentra límites en relación con el espacio".