Más usos
Esas acciones de la Intendencia, que pretende promover la diversidad de usos y espacios para el encuentro y la vida social, revelan el nivel de atención que está generando la zona norte de la ciudad, y también exponen un proceso que se venía dando, impulsado por las nuevas costumbres de vida de los rosarinos, que se enfatizaron con la irrupción de la pandemia por el coronavirus en relación al éxito de los centros barriales.
En ese sentido, vale remarcar que para las autoridades locales, una de las banderas de esas pretensiones urbanas es mantener, extender y acentuar el carácter comercial de avenida Alberdi.
Esas características residenciales y comerciales consiguieron sobrevivir a pesar de la aparición del shopping. La irrupción hace 18 años en las inmediaciones de ese gran centro comercial, que respondió a los cambios en las maneras de consumo y que le otorgó un movimiento muy diferente a la zona norte, no logró empalidecer el desarrollo de Arroyito. Todo lo contrario. Realzó otro tipo de virtudes y fortalezas de su perfil urbano.
Esas singularidades también se distancian de las torres, los emprendimientos y los modelos de vivienda de Puerto Norte.
Según destacó la Intendencia, los ajustes propuestos de los indicadores urbanísticos y que se están discutiendo en el Concejo, buscan adaptarse a las modificaciones en los hábitos urbanos y sostener una relación armónica con el tejido residencial del barrio. Desde allí, la intención es atraer a los jóvenes que buscan otras opciones de vivienda dentro del barrio para quedarse cerca de sus familias y de todos los requerimientos de sus actividades cotidianas.
Arroyito y su zona de influencia, están cobijando nuevos desarrollos. Y esas apuestas están elevando de condición el rol de bulevar Avellaneda, que está adquiriendo características de corredor urbano.
Torres
En ese escenario, a medida que se va acercando al río y al parque Alem están surgiendo cada vez más edificios y torres miradores que permiten impactantes vistas que se incorporan en la vida cotidiana de los vecinos desde esas nuevas unidades.
Otras de las grandes pasiones de los rosarinos son las prácticas deportivas. Y Arroyito ofrece una de las mayores concentraciones de clubes de la ciudad, la gran mayoría vinculados a las actividades de río.
Enmarcada dentro de esa intensa vida social, también se destaca la presencia de Rosario Central, el estadio Gigante de Arroyito y una gran cantidad de actividades deportivas. Su poder de ascendencia, viste cada jornada de partido en ceremonia, en recorrido, en colorido por los ritos futboleros que tanto identifican y apasionan a esta ciudad.
De esta manera, en cada gesto, en cada paso adelante, Arroyito nunca pierde su escala barrial, y sus aspiraciones con vida, nombre y rasgos propios.
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El Paraná es un elemento clave que bordea el histórico barrio rosarino. Hoy se suman grandes torres a sus márgenes.
Un pequeña barriada, pero con grandes historias
Si bien es uno de los barrios más pequeños de la ciudad, su espesor cultural, sus añoranzas y su vida cotidiana vinculada al río, le permitieron a Arroyito traspasar sus propios límites, sobre todo a través los corredores Alberdi, Avellaneda y con ese contacto franco —cada vez más activo— al Paraná.
El arroyo Ludueña recorre ese sector de la zona norte, cuyos orígenes mezclan historias ligadas al desarrollo ferroviario, la organización de trabajadores y la exaltación de la pasión futbolera, un sello identificatorio de los rosarinos.
En la nomenclatura oficial rinde homenaje a Lisandro de la Torre, un legislador que fundó la Liga del Sur y el Partido Demócrata Progresista. Pero fue la propia identificación de los vecinos y los dueños de los comercios, la que derivó en el uso del nombre de Arroyito. Con esa denominación el barrio se popularizó, y hasta ahora se conserva esa costumbre, pese a las disposiciones formales municipales.
En sus inicios, las tareas relacionadas a la actividad fluvial representaron el comienzo de las experiencias barriales, con las pulperías como principales motores económicos.
Esa zona fue testigo de episodios claves de la historia argentina, como el cruce del arroyo Ludueña con el antiguo Camino al Norte (actual avenida Alberdi), y en sus cercanías se concentraron y organizaron las tropas del general Justo José de Urquiza, que combatieron en las batallas de Caseros (1852), Cepeda (1859) y Pavón (1861), contra el dominio rosista.
En ese sitio conferenció el 3 de octubre de 1859 el general paraguayo, Francisco Solano López, con su colega Urquiza, buscando encauzar a través de una vía pacífica el conflicto entre la Confederación Argentina y Buenos Aires.
En 1858, Urquiza estableció el saladero “Once de septiembre”, con un muelle sobre el Paraná, exportando productos hacia Cuba, Brasil y mercados de ultramar. Así, la zona empezó a poblarse de artesanos y trabajadores.
A esa mano de obra se le encomendó la iniciativa de conectar Rosario con San Lorenzo, construyendo un puente sobre el arroyo Ludueña. Esa línea fue el antecedente a la inauguración del “tramway” (tranvía), que en 1886 partía de la plaza 25 de Mayo y llegaba hasta el Pueblo Alberdi.
Así, fue el tren el elemento de vinculación y que otorgó vida social a toda esa zona. Unió a empleados y funcionarios del Ferrocarril Central Argentino, que aprovechaban sus ratos libres para jugar al fútbol. Esa pasión compartida los llevó a crear en la Nochebuena de 1889 el Central Argentine Railways Athletic Club, que originalmente jugaba con camiseta roja y blanca a cuadros, hasta que cambió su nombre a Club Atlético Rosario Central, y en 1903 eligió colores actuales. Con la construcción de su estadio, y posteriores ampliaciones, se convirtió en uno de los grandes clubes que tiene la ciudad.
Junto a Central, Náutico Sportivo Avellaneda se destacó por su escuela y práctica de natación, fruto de su fusión entre dos clubes en 1932. Por su parte, Regatas siempre resaltó por sus remeros.
Actividad social y comercial
Con el correr de los años, el barrio fue creciendo demográficamente, recibiendo una intensa actividad social y comercial, principalmente en la avenida Alberdi. Almafuerte y French eran las calles estrellas de paseos recreativos de los domingos; los bares tomaban ventaja de sus veredas y exhibían espectáculos musicales; el Royal Park era el punto de encuentro, con gran cantidad de juegos, incluyendo concursos de canto para aficionados.
En 1920, Rosario había duplicado su población en menos de 10 años, registrando 400 mil habitantes y su planta urbana se extendió considerablemente debido a la anexión de Pueblo Alberdi, Sorrento, Unión y La Florida.
La consigna de “ciudad fenicia” empezó a ser reemplazada por consignas como “la reconquista de la barranca”, y la de generar “balcones al río” que alienten transformaciones urbanas que habiliten creación de espacios para la recreación y el disfrute del paisaje ribereño.
Durante muchos años, toda el área central de la ciudad estaba cerrada por el ferrocarril, los puertos e incomprensibles paredones. Por eso, se comienza a planificar un sistema de parques y balnearios en la zona norte y sur de la ciudad, como una sucesión de espacios públicos, hacia una nueva relación entre la ciudad y la ribera.
El parque Alem
En el año 1939 se finaliza la construcción del parque Balneario Ludueña, (hoy parque Alem), una verdadera transformación para el barrio, un gran pulmón verde que fue el primer gran espacio público que permitiría acercarse al río. Se construyeron las piletas y quedó pendiente hasta estos días la concreción de una verdadera conexión ribereña en ese tramo, que en ese entonces no llegaba a la costa: un paseo, parque y balneario sobre el arroyo Ludueña en su desembocadura era la última etapa de ese proyecto que no se concretó, obra que recién ahora, 80 años después ha sido incorporada entre las acciones públicas ejecutadas por la concesión municipal del Parque Náutico Ludueña.
Las inundaciones por los desbordes del arroyo Ludueña, que en ese entonces serpenteaba entre agrupaciones de viviendas, marcaron dramáticamente los tiempos de Arroyito con hitos catastróficos. A partir de los 40?, se iniciaron tareas de entubamiento en varias etapas, luego la represa aguas arriba, conductos aliviadores más recientemente, lo que ahora ha cambiado radicalmente la fisonomía, desterrando el drama de las inundaciones. Hoy el arroyo solo se ve en su desembocadura, escoltado por clubes náuticos, en el resto de su recorrido por el barrio está entubado.
Otra obra vial de envergadura que también transformó el barrio y su accesibilidad fue la apertura del viaducto Emigdio Pinasco (Avellaneda) en 1972. Estableció un cambio de era para el barrio, que lo integró a la zona céntrica.
Con el Mundial de fútbol 78, la construcción de la avenid conocida como Paseo Ribereño transformó para siempre la fisonomía de barrio, dividió el parque Alem, y clubes de río, y aunque —en su momento— generó mucha polémica, sumó una extraordinaria accesibilidad a toda la zona norte, acentuó la apertura al río y continúa siendo una de las arterias más atractivas de la ciudad por su diseño y calidad constructiva.
El cambio de milenio llegó, y por su estratégica ubicación se vino el cambio de escala comercial con la instalación del Portal Rosario Shopping, que transformó el funcionamiento comercial y sumó afluencia de público de toda la ciudad y la región hacia esa zona.