De todos los balnearios que tiene Rosario, sólo los oficiales —pagos o gratuitos— y
tres paradores en las islas cuentan con guardavidas. Eso no es todo: según denunció ayer el titular
del sindicato que los agrupa, Rogelio Bramajo, en casi el 30 % de las piletas de la ciudad (y en el
40 % del sur provincial) no se contrata a esos profesionales, o al menos no en la cantidad
necesaria. Y tampoco se cumple, dijo, la ordenanza que obliga a apostar guardavidas en sectores
deportivos náuticos, muelles y embarcaderos.
También coincidió con el diagnóstico el director de la Escuela de
Guardavidas de la Cruz Roja, Marcelo Molina, y recordó que apenas tres paradores isleños (Vladimir
y Déjà Vu, en el Banquito, e Isla Verde) cuentan con ese personal.
Según el dueño de Déjà Vu, Pablo Gesrik Azar, no sólo es una
“cuestión de conciencia”, ya que, al menos en el Banquito, los balnearios reciben
controles de Entre Ríos.
Si bien los espacios municipales de La Florida, la Rambla Catalunya y el
complejo de piletas Alem cuentan con un equipo nutrido de guardavidas, el resto es tierra de nadie.
La situación quedó clara en una recorrida que el propio titular de ese equipo, Leo Manino, hizo
hace unos días por los paradores isleños de zona norte. Allí comprobó que al menos cinco no estaban
legalmente habilitados y carecían de boyas y guardavidas, pese a ofrecer servicio de restaurante y
reposeras.
Bramajo recordó que la ordenanza (con jurisdicción sobre Rosario, pero
no sobre Entre Ríos) es clara: debe haber un profesional por cada 100 personas en piletas,
balnearios y cada 40 metros de playa. Pero eso raramente se cumple. No sólo porque muchos paradores
y cabañas de las islas, así como playas de clubes, ni siquiera tienen uno, sino también porque en
las piletas privadas suelen tomar a personal no capacitado y en mucho menor número que el
reglamentario.
“Estudiantes, bañeros que no son guardavidas, pintones tostados a
los que les queda bien el silbato, pero que no tienen capacitación suficiente”, graficó
Bramajo. Como si fuera poco, rara vez disponen de elementos de seguridad. “Sólo el equipo de
La Florida, y después de pedirlo mucho tiempo, logró tener lo que corresponde: botiquín, collar
cervical y tabla espinal”, detalló Molina.
En rigor, el convenio colectivo de los guardavidas estipula una
contratación por seis horas diarias, seis días a la semana. De modo que si a una pileta asisten
2.000 personas, el club no puede emplear a un solo profesional ni por la cantidad de bañistas, ni
por las horas de pileta. El problema es que eso ocurre y su peligro sólo se advierte, recuerdan los
guardavidas, cuando ya es demasiado tarde.