Nadar es una práctica cotidiana para quienes viven en la isla. Desde muy temprana edad, los chicos se mueven con naturalidad en el río, se refrescan, se trepan, se zambullen, reman y habitan el Paraná. Es su propio patio de juegos. Por eso, es importante que sean conscientes de los riesgos y que la seguridad esté garantizada al máximo.
Las profesoras Vanina Pons y Paula Aguirre tomaron nota del vínculo tan especial que tienen los niños de El Espinillo con el río. En primera instancia se maravillaron con las "capacidades naturales que tienen para moverse en el agua" y luego comenzaron a pensar cómo acompañarlos para que este momento de placer y disfrute se dé en un entorno cuidado y seguro.
Como respuesta nació Nadar Sus Aguas, un proyecto educativo, de prevención y cuidado para las infancias, adolescencias y juventudes de la comunidad isleña, a través de la práctica acuática deportiva. Ahí aprenden a nadar y también generan los recursos necesarios para su seguridad en el entorno donde viven.
La idea se dio a partir de la iniciativa de las dos profesoras junto a vecinas y vecinos de la isla, agrupados en la Cooperadora de la Escuela Nº 1.139 Marcos Sastre, de Rosario. En total, unos 30 niños y adolescentes de entre 4 y 14 años participan de esta experiencia inédita para la comunidad.
Por qué enseñar a nadar a quienes conviven con el agua
Como es sabido, siempre está la posibilidad de que haya accidentes, y los relacionados con el agua representan un gran porcentaje, especialmente en los más chicos. Por eso, la inquietud de los maestros y los vecinos se hizo presente. Desde su lugar, "Nadar sus Aguas" busca desarrollar estrategias educativas de prevención porque consideran que "lo preventivo en la seguridad acuática brinda herramientas de cuidado y autonomía necesarios para vivir en un territorio pegado al agua a través de las posibilidades vitales del juego y el deporte".
"Enseñarles a nadar a personas que ya tienen cierta familiaridad y relación con el medio tiene que ver con muchas cosas. Enseñamos a nadar como una forma en que la cultura se expresa, para optimizar estos desempeños y capacidades que los chicos traen, y que puedan disfrutar después con mayor cuidado sus propias aguas", explicó Pons a La Capital.
Al respecto, sumó: "Ellos traen su propia relación con el río, son herederos de pautas. Potenciar la habitabilidad y el cuidado es fortalecer el arraigo y la sustentabilidad de las comunidades. Nosotros pretendemos potenciar esa identidad acuática que tienen".
La llegada a Remeros
Pons y Aguirre trabajan desde hace dos años en "Nadar Sus Aguas", pero desde hace un tiempo se dieron cuenta de que necesitaban una pileta "para que los chicos pudieran desplegar todo su potencial con menos riesgo". La falta de recursos económicos de los vecinos, que viven de la pesca y fueron afectados por la pandemia, las quemas de pastizales y la bajante histórica del Paraná, hacen que sea imposible costear los gastos del uso de una pileta cubierta y por consecuencia limita las posibilidades de seguir desarrollando esta experiencia tan necesaria e importante para las infancias y adolescencias de la costa del río Paraná.
Tras varios intentos, consiguieron la ayuda del Concejo Municipal, que articuló el trabajo de las organizaciones con el Estado provincial y desde entonces los niños que viven en la Isla El Espinillo pudieron empezar a tener sus clases de natación en el Club Remeros de Rosario.
"Nos interesa abordar el tema del cuidado y la peligrosidad que el río implica desde la potenciación de lo que los chicos traen y cómo se manejan con el agua. Poder estar en contacto con el agua todo el año les permitiría generar una base de entrenamiento, de incorporación de nuevas herramientas", señaló Pons. Y aclaró que es clave trabajar en la prevención, sin asustar sobre el peligro.
En ese sentido, contó que están viviendo este momento con muchísima emoción. Desde la semana pasada cuentan con sus "martes de pileta", en los que aprovechan al máximo "las condiciones de la pileta, la profundidad, la temperatura, los vestuarios, la ropa que pudieron estrenar y la merienda que compartieron después en los quinchos del club".
No solo reciben apoyo estatal, sino que también se gestó una red de solidaridad entre los vecinos de la isla, que colaboran con los traslados para que los chicos puedan cruzar y brindan todo tipo de ayuda. Incluso, muchas personas colaboraron con donaciones de ropa, de indumentaria para practicar natación, mallas, antiparras y todos los elementos necesarios. También reciben el apoyo de los médicos, que atienden a los isleños y se hicieron cargo de los certificados médicos de todos los que van a la pileta.
Las dos orillas
"Desde el Concejo, a partir de un proyecto iniciado por la ex concejala y actual ministra de Cultura de la provincia, Susana Rueda, gestionamos la articulación y colaboración con el Club Remeros Alberdi para que, durante los meses de invierno, el proyecto educativo Nadar Sus Aguas pueda continuar sus actividades en la pileta del club", señaló la concejala Alicia Pino, impulsora de la articulación.
A partir de esta concreción, una vez por semana, los niños y niñas cruzan luego de la escuela hacia la costa rosarina y reciben sus clases de natación. Además, desde este año, también integra el programa "Barrio, cultura cotidiana" del Ministerio de Cultura de Santa Fe, el cual provee talleristas, facilitadores y los insumos necesarios.
"Se trata de una nueva forma de unir y pensar las dos orillas, atendiendo a la necesidad de responder a los desafíos que presenta el entorno natural y generar recursos para la prevención y el cuidado en la seguridad acuática de infancias y adolescencias que viven en la costa del río de Rosario. Era una inquietud de las familias y docentes que habitan El Espinillo, poder sostener durante el invierno la experiencia que les provee a sus hijos e hijas de herramientas para su propia seguridad. Esto nos demuestra que podemos llevar adelante políticas y estrategias de inclusión que permitan generar beneficios concretos para esos niños y niñas, sus familias, su presente y su futuro", argumentó Pino.