El arranque es una hermosa canción de Agustín Casenove que recuerda como "la seca deja su huella en el humedal". Después, llegan las voces de los chicos de la escuela Nº 1.139 Pedro Miguel Romano Ahumada, de la isla el Espinillo.
Por Carina Bazzoni
El arranque es una hermosa canción de Agustín Casenove que recuerda como "la seca deja su huella en el humedal". Después, llegan las voces de los chicos de la escuela Nº 1.139 Pedro Miguel Romano Ahumada, de la isla el Espinillo.
_Hola. ¿Cómo les va a todos? Estamos en la isla del espinillo, en la escuela 1.139, dice un grupo.
_Estamos muy preocupados porque en estos días están quemando la isla. Y queremos contar lo que pasa en los humedales, con los animales y el fuego, suman otros.
El podcast se llama "Basta de quemar los humedales" y lo produjeron docentes, alumnos y miembros de la comunidad educativa del Espinillo con la intención de concientizar a la población sobre las consecuencias que tienen sobre el ambiente y la salud de las personas las quemas ilegales que insistentemente se repiten en el humedal.
La escuela Nº 1.139 es una de las once rurales que se extienden en el vasto territorio del Delta medio del Paraná. Unos 17.500 kilómetros cuadrados de islas, cursos de agua y sedimentos, en jurisdicción de tres provincias: Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe. Aunque los focos de incendio estén lejos del edificio de ladrillos vistos _con ventanas con vista al río y un hermoso patio lleno de sauces_ desde hace semanas en los salones se respira un humo denso.
En otras escuelas, donde los focos se ven más cerca, la inquietud es que el viento lleve las llamas a pocos metros y cuentan con un estricto protocolo para prevenir incendios. Todavía el recuerdo de lo que sucedió hace dos años con la escuela Nº 24, en cercanía del arroyo Careaga, está vivo.
"El fuego en las islas siempre existió, es una práctica antigua. Pero con casi tres años de sequía no hay cortafuegos naturales que paren las llamas y por eso los incendios se hacen más extensivos en territorio y en tiempo", advierte Fabiana Rodríguez, directora de la escuela donde quince niños cursan desde el nivel inicial hasta el séptimo grado de la primaria, y destaca que si bien las quemas están lejos, este mes el humo no les dio tregua.
Los chicos lo sufren más: tienen problemas respiratorios, tos, carraspera continua, dolor de garganta o irritación en los ojos. Pero además, ya no pueden jugar en cualquier lado porque las víboras que escapan del fuego pueden resultar una trampa.
Desde el año pasado, alumnos y docentes de la escuela participan de un proyecto de producción de podcast junto a la FM Aire Libre. Y este mes no hubo mucho que discutir sobre qué contenido investigar: el tema del fuego se impuso por sí solo. "Nos atraviesa a todos. Mis alumnos y sus familias viven en el humedal, son parte del humedal. Yo tengo una casa habitación en la escuela y me quedo acá varios días a la semana, así que me siento una isleña más", dice Rodríguez.
El podcast recoge las voces de las chicos, de sus padres y de sus maestros. Cuentan lo que ven a diario: el humo, el olor agrio que se cuela en la nariz, la tos, los animales que huyen del fuego, el temor de que las llamas se acerquen a su casa y la necesidad de proteger los humedales. "Para muchas familias es natural que se queme en la isla, lo que estamos tratando de hacer es romper con eso", explica la docente.
De acuerdo al reporte del Servicio Nacional de Manejo del Fuego este jueves había seis focos de incendio en el delta del Paraná. Doscientos brigadistas, aviones hidrantes, helicópteros les daban pelea a brazo partido, mientras esperaban la lluvia. En la escuela del Espinillo era otro día pasado por humo.
La Nº 1.139 es la única escuela de islas que depende del Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe. Durante mucho tiempo llevó el nombre de Marcos Sastre, escritor y docente de la generación del 37, pero hace algunos años la comunidad escolar pidió cambiarlo por el del hombre que en la década del 38 fundó la escuela: Pedro Miguel Romano Ahumada. El edificio actual se inauguró en el 75. A los primeros dos edificios se los tragaron las crecidas extraordinarias del Paraná. Con el río nunca se sabe, ahora el problema es la falta de agua.
La comunidad del Espinillo está formada por unas 29 familias que viven de la pesca artesanal o las changas que se habilitan en el verano, como la limpieza o la preparación de alimentos para vender en los paradores. Pero la pronunciada bajante no solo mermó la pesca, sino también complicó el acceso a comedores y cabañas del Paraná Viejo.
Y sobre la sequía, el fuego arrasa un territorio de una gran diversidad biológica. Como subrayan chicos y grandes en el podcast. "Los incendios son una verdadera catástrofe ambiental que afectan a un ecosistema clave para el desarrollo de la vida silvestre".
Por eso, destacan, "los habitantes de la zona necesitamos con urgencia proteger a los humedales". Y los chicos cierran con un pedido al unísono. "Estamos cansados de que quemen las islas. Basta de quemar los humedales".