Ocupar las calles, no quedarse solos o transformar la bronca en espacios de participación. Por uno o varios de estos motivos, las asambleas barriales volvieron a reunirse en algunos barrios de la ciudad de Rosario. Como sucedió en 2001, las reuniones se realizan en los espacios públicos del norte, el sur y el oeste y tienen como protagonistas a comerciantes y vecinos que cuestionan las políticas de ajuste, el crecimiento de la inflación y el aumento de las tarifas de servicios públicos. "Queremos actuar como un paraguas ante la crisis", aseguran los voceros de estos grupos.
La zona sur de la ciudad fue una de las primeras en empezar a convocar a asambleas de vecinos. Actualmente hay reuniones semanales y periódicas en Arijón y Ayacucho y en San Martín y Ayolas. Pero también en otros barrios como Echesortu, en Avellaneda y Mendoza, Alberdi, Belgrano y muchas otras que se encuentran en formación.
El jueves por la tarde, tuvieron su primer asamblea de asambleas en la plaza 25 de Mayo, donde también se manifestaron en contra del recorte de subsidios al transporte y el aumento de tarifas.
Veintipico de años atrás, las asambleas barriales fueron un fenómeno urbano que se constituyó como continuidad organizativa de los cacerolazos de 2001, que determinaron la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. Por entonces, en la ciudad existían 24 asambleas barriales que confluían en una reunión semanal en la plaza Sarmiento. Una organización que también impulsó clubes de trueques y ferias populares, para alivianar la pobre economía familiar de aquellos días.
Con la misma dinámica participativa y horizontal que en el 2001 y preocupaciones arraigadas en el actual escenario político y económico, las asambleas se definen como espacios para poner en conjunto las preocupaciones de quienes viven en el barrio.
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"Somos vecinos discutiendo sobre nuestros problemas", define Sergio Nazzi, vecino de la zona sur y referente del centro comercial Ayacucho. La asamblea de Arijón y Ayacucho se reúne todos los sábados, a las 19, en la esquina de la cual tomaron su nombre. Este fin de semana será el tercer encuentro de vecinos que empezó a convocarse al mismo tiempo "en que empezaron a avanzar las medidas de ajuste del gobierno nacional", señala.
Justamente, los primeros encuentros se convocaron a través de las redes de la organización de comerciantes y así se fueron sumando vecinos del barrio de la zona sur donde, asegura Nazzi, "todos nos conocemos, nos reconocemos como vecinos y compartimos muchas luchas".
Por eso, dice, decidieron autoconvocarse. "El discurso oficial es que hay un solo camino para superar la crisis, pero nosotros pensamos que hay alternativas y por eso empezamos a juntarnos, para no quedarnos solos y ver cómo nos llevamos entre nosotros".
Entre los reclamos se suman cuestiones relacionadas con la gestión nacional _como el DNU, los tarifazos y el aumento de la inflación_, a las gestiones provincial y municipal, por el encarecimiento de los servicios públicos y la suba del boleto, y a las organizaciones sindicales.
De las reuniones participan vecinos y vecinas que eran adultos jóvenes en el 2001 y en la misma esquina de zona sur tuvieron sus primeras experiencias políticas. "En ese momento empezamos a reunirnos en medio de un escenario de un país estallado. Ahora ya muchos tenemos ese reflejo de empezar a organizarnos, de abrir puertas para canalizar la bronca que tienen los vecinos en instancias más democráticas y de mayor participación ciudadana", explica.
Autoconvocados
Todos los viernes, a las 19, la plaza Alberdi es el escenario donde se reúnen los vecinos de barrios de la zona norte de la ciudad como Alberdi, La Florida, Empalme Graneros y Rucci. Es un grupo, como se definen, “diverso, heterogéneo, sólo de vecinos autoconvocados” y los unen sus diferencias con las políticas públicas del gobierno de Javier Milei “en cuanto a la grave situación social”.
Los integrantes de la asamblea de la plaza Alberdi elijen contestar la consulta de La Capital a través de un texto consensuado donde señalan su preocupación porque “en Rosario hay personas que cada día sufren más hambre, falta de medicamentos, sin poder subir al ómnibus y otras necesidades y derechos que van quitando”.
Según advierten “Perdemos soberanía nacional, tenemos temor por las políticas impulsadas en relación a las Islas Malvinas, la Antártida, el litio, y otros recursos naturales. Y no queremos perder más derechos”.
Y señalan “la crueldad” que tienen algunas medidas de gobierno. “Lo más preocupante es el ataque a la franja etaria de los extremos, un ejemplo: a niños enfermos de cáncer se les retiran medicamentos oncológicos. A nuestros abuelos una degradación humana llegando al hambre. Como conclusión este Grupo Asamblea de Plaza Alberdi, se propone luchar con los métodos que se requieran frente a este gobierno que se propone destruir el país y atacar a los más vulnerables”.
Un barrio más seguro
Los barrios Pichincha y Agote también tiene su espacio de encuentro entre vecinos. Todos los viernes, a las 19, en el local de la vecinal Maradona, en Iriondo 340, o en plena calle, los vecinos se reúnen para debatir los problemas comunes. El más extendido, asegura Emanuel Callaci, referente de la vecinal, es la falta de seguridad en los espacios públicos de ambos barrios.
Es una tradición que no es nueva. "En los años previos a la pandemia, en la vecinal vivimos muchos hechos de violencia. La gota que rebalsó el vaso fue hace dos años y medio cuando se desató una la balacera al mediodía en Cafferata y Tucumán. Desde entonces empezamos a ver de qué manera como vecinos podíamos contribuir a hacer un barrio más seguro", recuerda.
Desde entonces, en ambos vecindarios se planifican encuentros en la vía pública como una forma de recuperar los espacios comunes para los vecinos y las instituciones del barrio. "Hoy esas mismas situaciones son una de los principales motores para seguirnos encontrando, por eso trabajamos con el centro comercial a cielo abierto de calle Cafferata y estamos pidiendo la instalación de alarmas comunitarias, mejoramiento del alumbrado público, poda y escamonda".
La idea, dice, es "transformar la queja en un reclamo y colaborar con las instituciones para solucionar los problemas comunes. Un sesgo repetido de las asambleas barriales modelo 2024.