"A orillas del Paraná nace otra bandera", rezaba el título de la nota con que en 1996 el boletín del Colectivo Arco Iris, una de las pioneras organizaciones de la diversidad sexual de la ciudad, contaba que el Primer Encuentro Nacional de Minorías Sexuales había sido todo un éxito en Rosario. Desde entonces pasaron veinte años, poco o mucho según cómo se vea: desde el punto de vista de la ampliación de derechos, demasiado pocos para avances sociales tan trascendentes como las leyes del matrimonio igualitario y la identidad de género. "Por entonces, inimaginables", afirmó el histórico militante de la causa y actual director del Programa de la Diversidad Sexual de la UNR, Guillermo Lovagnini. "Por entonces esos eran sueños que creíamos se iban a cumplir después de varias generaciones", recordó por su parte otro histórico de Arco Iris, Pedro Paradiso Sottile, hoy secretario de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
Para conmemorar y "celebrar" ese encuentro, que se realizó durante el primer fin de semana de abril del 96, hoy a las 18 se realizará un panel en el Espacio Cultural Universitario (ECU), de San Martín 750.
"Por primera vez en la historia del país y luego de un largo silencio de represión", se juntaron en Rosario una gran cantidad de activistas de la diversidad sexual con el objetivo de "unirse y diseñar estrategias" para la defensa de sus derechos, "estrategia totalmente exitosa que dio sus frutos años después", dice la convocatoria del festejo.
De hecho, Lovagnini está convencido de que, efectivamente, "el movimiento de la diversidad sexual ha sido exitoso". Quizás podría calificarse de "eficaz", pero "eso sí: gracias a un "esfuerzo enorme de los militantes".
Para ese "camino" a recorrer, el encuentro que se realizó hace dos décadas en Rosario resultó vital: significó un avance medular para la capacidad de organización de grupos que hasta entonces funcionaban de forma muy dispersa y para la construcción de una agenda común.
Pero para convencer a la sociedad de que no había sólo una manera (ni tampoco una manera "normal") de vivir la sexualidad, sino que existían sexualidades diferentes a la hetero, primero las por entonces llamadas "minorías sexuales" iban a tener que aceptar su propia diversidad interna y vencer prejuicios entre los grupos.
"Por ejemplo, el que animaba a muchos gays contra travestis y trans", recuerda Lovagnini, convencido de que "también existía machismo y patriarcalidad" dentro del colectivo.
Ser y parecer. Al panel de hoy también se sumará Paradiso, directivo de la CHA y titular de la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersexuales. El militante asegura que la "visibilidad" (haber podido asumir públicamente su orientación sexual) le "salvó la vida". Y el encuentro que acaba de cumplir dos décadas ayudó a otra mucha gente a hacerlo.
"El 96 fue un año muy fuerte y ese encuentro, el primero y último al que asistió Carlos Jáuregui (primer presidente de la CHA), fue el puntapié inicial para que pasaran cosas en muchas provincias", dice.
De hecho, también "rompió con el estigma de que desde el interior no se podían encarar acciones como esa", un hito en la "transformación cultural" de la que las organizaciones de la diversidad sexual iban a ser "partícipes y protagonistas".
La secretaria general de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), María Rachid, participará también de la mesa de festejos y recuerdos.
"El de Rosario fue un encuentro clave porque hasta ese momento era muy difícil pensar en trabajar en conjunto con objetivos comunes y porque además existía una violencia institucional muy grande" contra las minorías sexuales, sostiene la militante.
"Si una persona trans iba a comprar pan podía terminar en una comisaría", grafica, para aportar otro dato que señala a Rosario como una ciudad con tradición "amigable": también fue en ella donde hace once años nació la FALGBT a instancias de sólo cinco organizaciones. Hoy la integran 70.