Un legendario automóvil Ferrari de carrera de los años cincuenta se vendió por la suma de 32 millones de euros (unos 35 millones de dólares), récord absoluto para un coche vendido en un remate.
Un legendario automóvil Ferrari de carrera de los años cincuenta se vendió por la suma de 32 millones de euros (unos 35 millones de dólares), récord absoluto para un coche vendido en un remate.
El Ferrari 335 S Spider de 1957 fue vendido en 28 millones de euros (32.075.200 con la comisión y los gastos) por el rematador Hervé Poulain, de la casa de subastas Artcurial.
El nombre del comprador no fue divulgado, pero el automóvil podría partir hacia Estados Unidos, indicó Matthieu Lamoure, director general de la rama automóvil de Artcurial.
El Ferrari chasis 0674, cuya carrocería fue fabricada por Scaglietti, provenía de la colección del industrial francés Pierre Bardinon, uno de los especialistas de la marca del caballito, que falleció en 2012.
Además del Ferrari Scaglietti, en la edición de Retromobile 2016 de París se subastó un Ferrari 250 GT Berlinetta, con un precio estimado de 12 millones de euros; un Ferrari Terstarossa de 1986, por alrededor un millón de euros y un Ferrari 250 Cabriolet de 1962, por casi dos millones de euros.
El Ferrari 335 Spider Scaglietti permitió a la escudería italiana alzarse con el título de constructores en 1957, tras alcanzar el podio en los grandes premios de Cuba, Venezuela y Suecia. Es toda una referencia en su categoría. Toma su nombre del diseñador de la carrocería, el italiano Sergio Scaglietti (fallecido en 2011), y en 1957 realizó la vuelta más rápida en el circuito de Le Mans al mando del piloto británico Mike Hawthorn, alcanzando los 200 kilómetros por hora, lo que le permitió adelantar a Maserati y Jaguar.
Su historia, sin embargo, también está marcada por la tragedia. En la edición de 1957 del rally de carreras más popular de Italia, el Mille Miglia (1.600 kilómetros sin paradas), el Ferrari Scaglietti conducido por el piloto español Alfonso de Portago se salió de la carretera y arrolló a los espectadores que ocupaban el flanco izquierdo de la calzada. En el accidente murieron los pilotos y nueve personas del público (entre ellos cinco niños). Aquella fue la última edición de la carrera.
Cuatro ejemplares del Scaglietti fueron producidos en total, cada uno con un motor más evolucionado y más potente. La última versión, la 315S, estaba impulsada por un V12 de 4.023,32 centímetros cúbicos que erogaba una potencia máxima de 390 CV a 7400 rpm, lo que le permitía arañar los 300 kilómetros por hora.
Desde 1959 los Ferrari Scaglietti ocuparon un hueco en los garajes de los coleccionistas más famosos de todo el mundo, como el italoamericano Luigi Chinetti o el francés Pierre Bardinon, histórico coleccionista de los automóviles de la casa de Maranello. Así, en los ochenta el Ferrari Scaglietti volvió a casa, en Modena, para su restauración; ahora está en condiciones excelentes, revela la casa de subasta Artcurial.
“Sea una obra de arte o la reina de la velocidad, este automóvil representa la quintaesencia de la perfección: belleza, éxitos en competición, historia y autenticidad”, destacó Matthieu Lamoure, director general de la casa de subasta Artcurial Motorcars. Pilotos como Peter Collins, Maurice Trintignant, Wolfgang von Trips, Mike Hawthorn, Luigi Musso, Masten Gregory y Stirling Moss fueron los encargados de conducir este histórico coche deportivo.
En 1958 Ferrari vendió el coche a Luigi Chinetti, famoso importador de Ferrari en Estados Unidos. En febrero de ese año, el coche participa en el Gran Premio de Cuba con los colores del Nart (North American Racing Team), Masten Gregory y Stirling Moss llevan el coche a la victoria.
A partir de ahí, Chinetti alquila el coche a Mike Garber para diversas competiciones y en 1960 lo vende a Robert N. Dusek, un arquitecto de Pennsilvania. En 1970, Dusek vende el coche a Pierre Bardinon y se lo lleva para Francia.
En 1981, Bardinon encarga a la Carrozeria Fantuzzi una restauración completa del Scaglietti, devolviendo el coche a su aspecto inicial. Ahora, la familia Bardinon decidió vender el coche y, de nuevo, marcar un hito en la historia de Ferrari.
Por Gonzalo Santamaría
Por Matías Petisce