La Tierra se está convirtiendo en un presente de unanimidad urbana, es el planeta de las grandes ciudades. Megalópolis. Calculemos que sumando Buenos Aires, Lima, San Pablo, Santiago de Chile y Tokio se superan ampliamente las más de 47 millones de personas que habitan la Argentina (datos provisionales del censo realizado el 18-05-2022).
Las grandes unidades urbanas, nos demuestran la prevalencia, importancia y la necesaria funcionalidad para el buen vivir que deben tener. Existe una prioridad imperiosa en las políticas públicas para dar respuestas a las necesidades urbanas. El agua es la principal de ellas. Las transformaciones en la neomodernidad y su historia pasan por la territorialidad urbana.
El agua de la urbanidad y su población sedienta son víctimas de lesa ambientalidad. Es decir, la escasez social del agua, se da porque el vital elemento no llega a la humanidad por falta obras públicas y no por factores climatológicos. La problemática del agua no es solamente un problema de desertizaciones. Es por ello, que la escasez social genera lesa ambientalidad porque produce un daño ambiental a la especie humana existente en el lugar. Todo ello está atravesado por la profunda inequidad social y ambiental. Este derecho humano no llega a las personas pobres. La crisis climática afecta a toda la humanidad, pero más a los empobrecidos. De las 4.200 millones de personas, es decir el 55% de la humanidad viven en ciudades y en el 2050 llegarán al 70%, es decir 7 de cada 10 personas. Sobre las más de 3 mil millones de personas pobres en el mundo, gran parte sufren escasez social del elemento esencial y en mucho menor medida es por escasez climatológica, trepando así en su totalidad a las 2.100 millones de personas con no acceso a la sustancia esencial. Gran parte de estas personas planetarias viven en las periferias de las ciudades.
Los espacios urbanos son los que producen el 80% del producto bruto interno mundial, el 75% de la energía de la Tierra y el 70% de las emisiones de gases efecto invernadero. Es evidente que las ciudades son ámbitos de grandes tensiones como la crisis de la escasez social del agua en gran parte y climatológicas también. Veamos entre otras las crisis del agua en el 2014 y 2015 en San Pablo (Brasil), México 2015 y 2020, y las crisis del agua en Rosario, ya cronificadas en los barrios populares de acceso obstaculizado que datan de muchos años. Por ejemplo, en los años 80 del siglo pasado claramente la normativa jurídica establecía que no se extendían las redes de agua potable por falta de recursos económicos de las personas pobres que no podían pagar las facturas del agua.
Una flagrante violación a un derecho humano fundamental de parte del Estado. Y, un claro ejemplo de la escasez social del vital elemento y de la lesa ambientalidad que genera. También ha habido otras crisis vinculadas con lo hídrico en Rosario, en la década de 90, y en la décadas del 2000, 2010 y 2020 . Podemos observar que hay crisis endémicas cronificadas en varias ciudades del planeta. Con sus localías, características e identidades, pero con una constante weberiana en muchos casos: la escasez social del vital elemento y la lesa ambientalidad la sufren fundamentalmente las personas pobres. Donde no hay agua no hay salud. Donde no hay agua potable hay pobreza. Con la pandemia del Covid19, 3000 millones de personas no tenían acceso a sanitarios para lavarse las manos. Son los desposeídos los que no acceden. Donde hay pobreza no hay agua potable.
En Rosario también se refleja lo que sucede en muchas ciudades de los países del sur. Esta ciudad presenta 112 barrios en emergencias ambientales o barrios populares y junto a las localidades de Santa Fe con cobertura de agua proveída directamente por el Estado provincial llega a 231 barrios de emergencias ambientales inclusivas o populares. Más de 250.000 personas a nivel provincial presentan problemas de acceso al agua y en Rosario más de 120.000 que no tienen un acceso integral al vital elemento.
Hay zonas por fuera de la cobertura legal del servicio, que llamamos de la carencialidad del agua, que presentan redes autoproducidas por los ciudadanos, lo cual genera un gran riesgo por contaminación. Las conexiones por carencialidad de la sustancia esencial son una necesidad y un acceso ipso facto al derecho humano al agua. En los barrios vulnerables vemos indigencia y pobreza de agua. Menos de 50 litros por día per capita nos indica que estamos ante indigencia de agua y de 50 a 100 litros por persona nos señala la pobreza de agua. El parámetro correcto ambiental inclusivo sería entre 250 a 300 litros per capita por día. En este contexto desde ya grave y complicado de acceso al vital elemento para la humanidad, comenzó a cotizarse en las Bolsas de Comercio de Chicago y Wall Street el 7 de diciembre de 2020 a razón de 486, 53 dólares por cada 1.233 metros cúbicos. Hubo antecedentes en el año 2018 en el estado de California (EEUU) ante la situación de sequía. Luego se expandió hasta desembarcar en Bolsas de Comercio gravitantes. A partir del accionar de CME Group y sus componentes accionarios importantes Black Rock , Vanguard y Capital Group gestores de inmensos fondos de inversiones del mundo. Que indirectamente controlan, entre otros rubros, el agua de grifos de importantes partes de España. Estos dos años lamentablemente se ha naturalizado esta violación al derecho humano al agua y al saneamiento establecido por Resolución de Naciones Unidas 64/292. La ONU pronostica que cada 2 personas 1 tendrá problemas de acceso al agua segura en el 2030. Black Rock busca integrar la cotización del elemento esencial en los fondos de inversiones.
La megalopización del planeta, la superpoblación, la saturación del espacio, la crisis climáticas y la plusvalización sobre los combustibles fósiles y carbónicos ejercen una gran presión sobre las agendas públicas, que es aprovechado por las grandes corporaciones económicas para mercantilizar el vital elemento y los bienes comunes públicos. Es por ello que el Ágora de los Habitantes de la Tierra planteamos una campaña internacional de que el “Agua tiene que estar Libre de la Bolsa” que culmina éste 7 de diciembre.
Necesitamos desde el ambientalismo inclusivo que se constituya la Autoridad Mundial de la Vida del Agua en la ONU, con poder vinculante para que proteja el agua para todas las especies vivas del planeta y los elementos inertes. Siempre con la directriz de la equidad social y ambiental, y libre del autoritarismo del mercado mundial. El agua como los humedales son vida y no mercancías.