Tumbarse al sol y escuchar música con los auriculares durante un día de pileta; acudir a los conciertos de rock, bailar hasta altas horas en la disco... Son actividades lúdicas que en principio no parecen implicar riesgo para la salud auditiva pero que sin embargo pueden llegar ser peligrosas.
Según alertan los especialistas, la exposición prolongada a ruidos elevados genera pérdidas de audición irreversibles, sobre todo en los jóvenes, que son los que más están expuestos y los más propensos a escuchar música a volúmenes muy altos.
No es raro ver en las consultas de otorrinolaringología a pacientes que no cumplen los 30 años padecer pérdidas auditivas propias de la población mayor. Revisaciones médicas que comienzan por una exploración completa, centrada en el estudio de la membrana del tímpano para descartar otras anomalías, culminan con la comprobación de una hipoacusia (pérdida auditiva) moderada en frecuencias agudas. La peculiaridad de esta hipoacusia por exposición continuada a ruido es que dificulta la inteligibilidad de la palabra hablada. Nada menos.
Pacientes jóvenes con esta afección no necesitan audífonos pero sí tienen que cambiar sus rutinas, algo que no siempre es fácil, sobre todo si se trata de usar menos el móvil, bajar el volumen y reducir el tiempo de la escucha de música personal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que más de 1.000 millones de jóvenes en el mundo están en riesgo de sufrir pérdidas de audición por estar expuestos a prácticas nocivas para la salud auditiva, como escuchar música a volúmenes muy altos o frecuentar lugares con altos niveles de ruido. Y pone el foco en los 43 millones de personas de entre 12 y 35 años que ya padecen pérdidas de audición incapacitantes por esta exposición, en países desarrollados.
En España, donde los jóvenes son tan amigos de los recitales, las disco y los bares abiertos hasta la madrugada, María José Lavilla, de la Sociedad Española de Otorrinolaringología, destacó que escuchar música con auriculares a volúmenes excesivamente elevados está condicionando que la pérdida auditiva aparezca a edades cada vez más tempranas.
"Estamos viendo que a los 40 años se están manifestando trastornos típicos de personas de 60, con lo que esto conlleva, ya que pueden ser futuros sordos prematuros", afirmó.
Para María Luisa Mompó, pediatra en el Hospital Quirónsalud Valencia, queda mucho por hacer en educación sanitaria: "Hay que concienciar a la población de que la audición es tan importante como la vista y que deben proteger sus oídos contra aquello que se considere potencialmente peligroso", argumenta.
La población joven, en general, hace oídos sordos a estas medidas de protección, incluso en el ámbito laboral. Aunque las empresas proporcionan cascos y tapones para aislarse del ruido, muchos trabajadores reconocen que no los usa durante toda la jornada laboral porque dice que son incómodos o pesados.
A la lista de jóvenes afectados por pérdidas de audición se suman locutores o conductores de radio, que comienzan a pensar en que les pasa algo cuando notan que tienen que poner más alto el volumen de sus auriculares y que en el día a día perciben que entienden las conversaciones peor que el resto, más si hay ruido alrededor.
La recomendación que dan los especialistas para este tipo de problema es dejar descansar los oídos periódicamente. Hay conductores que tienen los auriculares puestos constantemente y oyen todo el rato lo que ocurre en sus programas. Deben aprovechar las interrupciones para tener momentos de silencio. Según los expertos, el nivel de ruido en el oído es acumulativo y hacer estas pausas ayuda a relajarse.
Con el objetivo de no llegar a estas situaciones, la Seorl-CCC recomienda que si hay una exposición a 100 decibelios (dB) no se debería hacer por más de un cuarto de hora al día para evitar daño, y si se hace a 110, no más de un minuto. Además, el ruido llega al umbral del dolor cuando se superan los 125 dB y puede ser insoportable a los 140. «Asimismo, hay que evitar la exposición a sonidos de corta duración y alta intensidad, como los generados por maquinaria, petardos, tráfico urbano (claxon de un coche, por ejemplo) o algunos electrodomésticos».
Por su parte, la OMS aboga por lo que se conoce como «la regla del 60-60», que consiste en no escuchar música con reproductores personales durante más de una hora al día y a un nivel máximo del 60 por ciento de la capacidad de sonido del dispositivo.
No es menos importante fijarse en el tipo de dispositivo. Así, hay que asegurarse de que cumpla la legislación europea y es conveniente que tenga la opción de «ajustes» para poder fijar el volumen recomendado por la Unión Europea (85 dB como límite estándar en la salida de sonido).
Respecto al tipo de auriculares, los especialistas se inclinan por los cascos en vez de por los formatos de inserción. En los segundos la intensidad se concentra en el canal del oído y, además, el sonido está más próximo al oído interno, con el riesgo que esto supone.
También aconsejan que los auriculares se ajusten bien y, a ser posible, que aíslen del ruido del entorno, ya que si cumplen estos dos criterios permiten escuchar música con claridad a volúmenes bajos. También llaman a los padres, muchos de los cuales han crecido entre walkmans, discmans o mp3, y les sugiere que no regalen alegremente a sus hijos productos que puedan dañar su salud e inculcarles la idea de escuchar sin riesgos.